La imaginación es el superpoder con el que los juguetes de la infancia abandonan su estado inerte y se convierten en los protagonistas de nuestras historias y horas de diversión.

¿Cuántas veces hemos jugado solos, en nuestra habitación, dejando volar la imaginación con juguetes inanimados a los que dotábamos de vida para crear historias llenas de inocencia en las que éramos los únicos guionistas?

Los juguetes han acompañado a los niños (y a los no tan niños) desde que tenemos uso de razón, ya fuera usando una piedra o algo mucho más perfeccionado, como una muñeca. Para Yen Jui-Lin, estos son, además, su fuente de inspiración a la hora de crear.

Esta artesana de la madera crea juguetes llenos de vida, añadiéndoles elementos como sonrisas, ojos, bocas, expresiones y extremidades. Unas características que hacen que los objetos de Yen Jui-Lin parezcan animales de cuento a punto de ladrar, maullar, saltar o hacer cualquier otro tipo de movimiento animado.

Jui-Lin comienza su proceso de creación con un lápiz y una hoja en blanco, en un recorrido que guía la imaginación y desde el que deja brotar el modelo que más tarde se encargará de materializar tallando en madera.

Al estilo kawaii, sus creaciones nos parecen tiernas, adorables y nos apelan a cuidarlas y a jugar con ellas. No importa si se trata de un vaciabolsillos, un jarrón o una percha de pared: todos sus personajes parecen tener una personalidad propia.

En su serie zoo, además, los juguetes de la taiwanesa tienen forma animal, aunque, como él mismo cuenta: “Esta serie no imita a los animales reales, sino que da forma a la imaginación de los animales con formas bonitas e interesantes”.

Así, encontramos un oso, un conejo o pájaros que dejan su lado más salvaje para convertirse en los acompañantes de las historias de nuestras cabezas. Tallados en madera de ciprés, canela y haya, entre otras, los juguetes de Yen Jui-Lin nos demuestran, una vez más, el poder de la imaginación.

Fuente: De  María Toro para Cultura Inquieta.