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Nació en Santo Tomé y siendo muy joven se mudó a Buenos Aires  para estudiar cine, ese vínculo con el mundo cinematográfico no es fortuito, vivió su infancia rodeada de imagen y palabra, luz y metáfora que sus padres le legaron. A lo largo de su carrera transitó la ficción desde la producción, el documental como realizadora y la docencia en la ENERC. Al frente de Haddock Films produjo “El Secreto de sus Ojos” ganadora del premio Oscar a la mejor película extranjera en el año 2010.

 

TS-¿Qué encontramos en la infancia de Vanessa que se relacione con su presente?

VR-Toda la infancia está relacionada con mi profesión. Papá fue fotógrafo, mi madre profesora y muy vinculada a las letras, por casa pasaban Paco Urondo, Fernando Birri, supongo que todo eso ha sido una clara influencia. Siempre me interesó la imagen, hice fotografía desde chiquita, a los 14 años mi papá me regaló una cámara. Después quise estudiar filosofía y un día me pareció que lo que me interesaba era el cine. El Cine Club Santa Fe también es una referencia que podríamos encontrar en la infancia y la adolescencia.

TS-¿Recordás qué película viste por primera vez?

VR-Sí claro, era una cosa rarísima. Una película rusa que me llevó a ver mi mamá, “Pasaron las grullas” que es una de las películas más tristes de la historia de la humanidad, era una cosa tremenda y yo tendría seis años y me acuerdo de las grullas que pasaban en blanco y negro, era tristísimo.

TS-Mencionaste a Fernando Birri, ¿qué contacto has tenido con él a través de tu profesión?

VR-Siempre es algo increíble encontrarse con Birri, me lo reencontré haciendo la producción de su película “Che: ¿Muerte de la utopía?”, en el año 95. Una película hecha en muchos países, a mí me tocó hacer la producción de campo y ahí me reencontré con Fernando, con mi padre fueron compañeros de colegio así que fue una cosa impresionante, a veces uno se cree muy adelantada y Fernando siempre tiene algo que desestructura todo.

TS-¿Vos podés hacer una ficción en la que no estés involucrada intelectualmente pero no así un documental?

VR- No, la verdad que no, ninguna de las dos cosas, ni siquiera como productora que es un rubro un poco devaluado, pero es un trabajo monumental como para hacerlo sin que algo te motive no lo veo posible al menos para mí, en eso acarreo el estilo Ragone.

TS-¿Qué pasa después del Oscar, qué le pasa a la productora? Imaginamos que se abren un montón de posibilidades, ¿es así?

VR- No es tan real. La verdad que cada película es un proyecto único que tiene su propia vida, es muy difícil trasladarle los beneficios de un proyecto a otro. Sí podríamos decir que alguna gente que no me atendía el teléfono empezó a llamarme y podría decirte que la situación del Oscar más nuestro trabajo previo, quizás permitió llegar a Viggo Mortesen y hacer “Todos tenemos un plan” probablemente sino hubiese escuchado lo del Oscar no lo habría hecho, o tal vez sí.

TS-O le tenías que decir que eras de San Lorenzo…

VR-Sí esa es la mejor manera de llegar a Viggo Mortensen siempre, así que cuando le dije que era de Colón de Santa Fe tuvimos buenos momentos.

TS-¿Te acordás en qué pensabas cuando subiste a recibir el premio?

VR-En no caerme de los tacos. Era mi única preocupación, no caerme de los tacos delante de no sé cuántos millones de espectadores, por lo demás sentía que íbamos a ganar.

TS-¿Qué tipo de cine te gusta?

VR-No me gusta mucho el cine, me aburro, la verdad prefiero leer.

TS-¿Qué actividad te distrae?

VR-La lectura como primer lugar, leo todo lo que cae en mis manos. También corro, entreno un poco y trato de hacerlo con cierta regularidad, por otro lado tengo dos perritos, estoy muy feliz cuidando mis perros, básicamente una vida tranquila.

TS-Una vida tranquila que a veces recibe un Oscar.

VR-Claro, pero la base siempre es esa, después pasan cosas raras, la alfombra roja, mucho color, pero es algo en lo que siempre me siento un poco ajena, son cosas que me han ido pasando y las agradezco enormemente y las he disfrutado como loca pero no me siento parte de ese mundo.

 

 

Crédito: Marisa Ramos                                 Fotos: Pablo Aguirre