En abril llega al Teatro de la Abadía “La familia, un lugar donde nos queremos todos”, escrita y dirigida por Nicole Chort.

 

El sábado 6 de abril se estrenará la obra teatral: “La familia, un lugar donde nos queremos todos”, con dirección y dramaturgia de Nicole Chort y asistencia de dirección de Nelda González. El elenco está conformado por Celina Vigetti, Gabriel Pandolfo, Inés Aiello y Joaquín Mántica. La puesta se presentará todos los sábados de abril, a las 21 hs. en el Teatro de la Abadía, Estanislao Zeballos 3074.

 La obra pone en escena “el ruido que producen los silencios familiares, el inmenso lugar que ocupa la ausencia. Cuando una casa se convierte en una caja de zapatos: cuadrada, pequeña y hermética. Donde todos se asfixian, y buscan a los manotazos poder respirar”, adelanta la sinopsis.

El diseño de luces de Ramiro Gómez; diseño de puesta y diseño de vestuario: Equipo de “La familia, un lugar donde nos queremos todos”; diseño de maquillaje: Marisa Ramírez. diseño de movimiento: Antonio Rocha; poesía: Manuela Mántica, fotografía: Nicole Chort, ilustraciones: Joaquín Mántica, video y montaje: Gina Bonfanti; prensa: Natalia Pandolfo.

Puertas adentro

 Nicole Chort es docente del nivel superior, promotora sociocultural, profesora de teatro y estudiante de la Licenciatura en Comunicación Social. Además, brinda talleres de cine y actuación frente a cámara para adolescentes. Imparte clases en el Teatro de la Abadía, en El taller Casa de Arte y también lo hizo en La 3068. Hace dos años creó su propia marca, Teatroserpiente, una metodología de enseñanza específica para adolescentes y juventudes. 

¿Cuáles fueron los disparadores para escribir esta obra?

 El deseo de actuar tiene muchas formas. El proyecto de escribir esta obra nace luego de reunir un elenco con diferentes textos y comenzar a trabajar. La búsqueda se inauguró entre muchas lecturas. Entonces vimos que era necesario hacer algo distinto; no arrancar por la escritura sino por la acción.

Dejamos de lado la dramaturgia escrita y nos centramos puramente en la dramaturgia que fue surgiendo de los cuerpos. Una dramaturgia poco clara, desordenada, desbordada. Maravillosa.

Algunas ideas se modificaron pero nunca se fueron: quien actuaba era una familia. También eran zapateros y ese negocio atravesaba su modo de ver el mundo. Esta familia muestra hacia afuera imágenes que, puertas adentro, no son reales.

Esas ideas, y otras que serán sorpresa, fueron hilando la trama que actualmente es el texto de la obra.

¿Qué temas atraviesan el texto?

 Entre los temas más importantes que atraviesan la historia están los mandatos propios de una familia tradicional de los años ’60.

Esos mandatos nos sirvieron como excusa y como motor para construir un mundo puertas adentro que sólo los espectadores podrán descubrir.

Y sucede que entre estos mandatos nos encontramos con deseos reprimidos, sueños incumplidos, añoranzas de los tiempos de la infancia, desarraigo del campo a la ciudad.

Los vicios se instalan entonces como formas de supervivencia. Estos personajes viven (y sobreviven) por todo lo que no ven. Por todo lo que no dicen. Por todo lo que no hacen.

¿Se puede inscribir a la obra en algún género o registro en particular?

 Como la vida misma y los tiempos que corren, la obra es un híbrido. Por momentos navega entre dramas y los sortea con pasos de comedia. Lo cómico aparece como un efecto del desborde. Como si reírse fuese algo para lo que primero necesitáramos doler. Encajarla en un género sería limitarla porque está tan cerca y tan lejos de la vida que quienes van a cerrar la pregunta de qué es, serán los espectadores.

Sí fue gestada con un registro actoral grotesco y absurdo, por ejemplo. Lo gracioso es que luego de dos años lo absurdo se vuelve un lenguaje común para quienes trabajamos en ella.

También es un híbrido porque combina otros formatos. Trabajamos con una escritora que realizó un poemario para la obra con creaciones impresionantes. Esos poemas sí van a lugares oscuros y dolorosos. Y buscamos las maneras de que estén presentes con otros registros, como verán quienes asistan a las funciones.