Nos encontramos en un bar céntrico. Profesional, responsable, puntual, Shèndell Abril acompañó su presentación con un documento que resume su trayectoria. Eso no impidió que respondiera todas las preguntas. Desde su «infancia robada» hasta este presente en la función pública, pasando por la música y la militancia nacida del «deseo de ayudar».

La importancia del nombre

«Digo “soy mi nombre” porque detrás de eso hay toda una historia». Esa historia parte de una infancia sin marco legal para la identidad de género. «Los sistemas no estaban preparados para las diversidades sobre todo cuando eras una niña trans». Shèndell cuenta que en su barrio eran tres las nenas trans. Una de ellas se suicidó a los 11 años, la otra fue atrapada por la agorafobia. Quizá por eso a la ley de 2011, la celebró más por las futuras infancias que por ella misma.

Integrante de una familia evangélica, sus padres no comprendieron en principio su situación. Su madre falleció hace un año, pero antes alcanzaron a disfrutar del vínculo recuperado. «Llegamos a encontrarnos como madre e hija hace unos 8 años. Después de ese encuentro nos amamos muchísimo hasta el último día y la extraño a diario», relata. «Con mi papá fue distinto. No comprendía mucho mi identidad porque era de otra época, pero estaba feliz conmigo».

La transición comenzó a los 12 años. Eran épocas de rock glamoroso y la pequeña Shèndell, fanática del metal y de Kiss, encontró allí figuras de identificación. Así llegó el pelo largo, la ropa ajustada y la ambigüedad. «Abandoné la escuela secundaria para transicionar. A los 17 ya me percibí Shèndell». Con esa autopercepción asumida, terminó la escuela en un EMPA, donde la admitieron tal como se definía. «Cuando adoptás el nombre ya sabés que tu identidad es un derecho ganado».

La música era parte de la familia de Shèndell. «Mi papá era folklorista y mi mamá lo acompañaba». Por ese entonces se dio un punto de encuentro con su primo, Marcos Castelló. «Cuando éramos chiquitos cantábamos en las peñas de la familia. Y hoy nos ha reencontrado la política, es muy emocionante». En dos décadas, ella logró un lugar en el estricto mundo de la música coral. Como tenor y luego como contralto, integró el coro del Liceo Municipal, el Femenino Provincial, Gloriana y, actualmente, Ars Nova.

Trabajo, militancia y política

Cuenta Shèndell que su papá la impulsó al mundo laboral: «Ya de chica tuve una cultura del trabajo muy importante». Se define «promotora de la educación dentro de las diversidades» y cursó dos años de la licenciatura en Trabajo Social, carrera que tuvo que abandonar cuando en 2018 le quitaron una beca vital para seguir adelante.

«La política debe ser un dispositivo para mejorar la vida de las personas», señala esta mujer que llegó a sus 18 años ansiosa por votar. Y no sólo lo hizo, sino que fue fiscal como reciente afiliada al partido justicialista. «Siempre me molestaron mucho las injusticias sociales y encontré allí mi lugar porque había gente que tenía ánimo de servicio».

En 2013 se inició una nueva etapa en la militancia de Shèndell. En su paso por distintas agrupaciones ejerció roles activos en propuestas como el concurso de bandas adolescentes Maravillosa Música o el acompañamiento a infancias en sus visitas a Tecnópolis. «Era importante para mí mostrarles que había otro futuro, y posibilidad de acceder a la universidad». La comunicación es otro de los ejes de su acción. Así lo demuestra su recorrido desde los talleres barriales hasta su actual participación en programas de radio y televisión.

Fue impulsora de los cupos trans en distintos estamentos, además de participante en la lucha por la paridad. Ubicada en el primer lugar del escalafón, en 2019 ingresó a la municipalidad en el área de género. A mediados de ese año, fue convocada para integrar el equipo de asesores del senador Marcos Castelló. Y con el cambio de autoridades llegó la posibilidad de unirse al Ministerio de Igualdad y Género de la provincia de Santa Fe. Al espacio a cargo de Celia Arena, Shendell llegó con el aval del gobernador. «Soy la primera mujer trans por decreto de un gobernador desarrollando funciones en su gobierno. Es muy significativo porque puedo dar mi perspectiva en las políticas públicas. Soy una impulsora de las diversidades dentro de los espacios».

Un perfil diferente

«Tienen mucho miedo de que las diversidades nos escapemos de la cajita adonde nos pusieron», señala respecto a los ofrecimientos de trabajo limitado a un tema. «A mí no me gusta mucho que me sectoricen a través de colectivos, denominaciones o conceptos que tienen que ver con aglutinar, pero a la vez segregar». Shendell destaca el rol que Marcos Castelló ha tenido en su trayecto. «Es mi hermano de la vida y el único político que se jugó por dar lugar a un perfil como el mío. Estoy entrando a espacios y haciendo cosas donde no es fácil el acceso para nosotras».

Este año es convocada por la comisión de género y diversidad de la cámara argentina de la construcción delegación Santa Fe para formar parte de sus asesoras y asume como secretaria de actas de la Departamental en el PJ siendo la primera autoridad trans en el ejecutivo provincial.

Quien elegía en su infancia la fantasía de La historia sin fin para escapar de una realidad difícil, hoy vive la gestión pública como la posibilidad de ayudar. Y lo hace desde su personal posicionamiento. «El mejor quiebre social es hacer con tu vida lo que mejor puedas y llegar lo más lejos posible con ella. No dudo de que la lucha es colectiva, pero hay muchas cosas que tenemos que hacer solas. Cada una es referente de su propia vida».

 

Texto: Julia Porta

Fotos: Ignacio Platini

Estilismo: Pili Fernández

Nombre de sección: Perfiles

Edición: N° 85

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