Una despedida emotiva y justa. La serie de Netflix cambia de instituto e introduce nuevos personajes en su última temporada, pero no cambia la esencia única que le ha acompañado desde su inicio.
Ya está aquí. La que para muchos es la mejor serie adolescente del siglo XXI, Sex Education, llega con su cuarta temporada a Netflix, que también será la última, algo que su creadora, Laurie Nunn, confesó haber descubierto a medida que escribía los guiones de los capítulos que la componen. Pese a la marcha de varios de sus protagonistas después de la tercera temporada, la última entrega sabe darle a la ficción una despedida a la altura de lo esperado.
Amor, humor, familia, amistad, sueños, estudios, conciencia social, feminismo… Y sexo. En Sex Education hay hueco para todo y, pese al cambio radical de instituto y la introducción de nuevos personajes, la serie no pierde su tono y llega hasta el final de las cuestiones y problemas planteados en Otis (Asa Butterfield) y todos sus amigos. Te compartimos el análisis realizado por CINEMANÍA (¡ATENCIÓN SPOILERS!)
El instituto Cavendish
Recordemos que en la tercera temporada de Sex Education los estudiantes del instituto Moordale se enfrentaron a la dictadura de la nueva directora del centro, Hope (Jemima Kirke), al defender sus derechos y libertades, por lo que el centro acabó cerrando. En los nuevos capítulos vemos cómo los protagonistas se cambian de instituto, pero no todos llegan: las actrices Patricia Allison (Ola), Simone Ashley (Olivia) y Tanya Reynolds (Lily) decidieron abandonar el proyecto, pero nuevas y diversas caras llegan para dinamizar la ficción.
Efectivamente, el instituto Cavendish es todo lo contrario a lo que era el Moordale. Moderno, woke, queerfriendly, ecologista, liderado por sus estudiantes, lleno de colores y con la más actualizada tecnología, parece que se le queda un poco grande a Otis y compañía aunque en un principio pudiera parecer todo lo que siempre habían deseado.
Especialmente para este último, que ve amenazada su posición de terapeuta sexual cuando descubre que el nuevo centro ya tiene una, Sarah O (Thaddea Graham). La verdad que este cambio de colegio puede ser un poco desconcertante para el espectador en un principio (puede que incluso llegue a odiarlo), pero solo hay que seguir viendo capítulos para introducirse, como los personajes, de lleno en esta nueva atmósfera.
Este cambio de localización protagonista introduce también a un nuevo elenco: Felix Mufti, Anthony Lexa y Alexandra James, el “Aquelarre” de Cavendish, llegan a Sex Education para llenar de aire fresco y de marices a la ficción y ayudan a profundizar sobre temas como la transexualidad, la discapacidad o el amor a uno mismo.
Sin perder el humor
Desde que comenzara su primera temporada en 2019, Sex Education se ha caracterizado por tratar una serie de problemas sociales de alta gravedad como el bullying, la depresión, el aborto o el acoso sexual (sin contar las numerosas cuestiones sexuales que plantea y desarrolla), con una ternura, un cuidado y un sentido del humor envidiables, y sin perder de vista nunca la intervención que todos ellos merecen.
En esta última entrega la ficción hace frente a la muerte de la madre de Maeve (Emma Mackey) por sobredosis, el sufrimiento de Cal (Dua Saleh) durante su transición de género, la depresión postparto de Jean (Gillian Anderson) o la relación tóxica de Vivienne (Chinenye Ezeudu) y lo hace poco a poco y con resoluciones finales memorables que marcan los momentazos de la temporada: el dinero de la recaudación del instituto destinado a la operación de pecho de Cal, la llamada de la hermana de Jean a su emisora de radio contando el abuso que sufrió cuando era niña o el bellísimo With or Without you del funeral con el profesor Hendricks (Jim Howick) al piano.
El guion también nos deja como siempre momentos hilarantes, muchos de ellos protagonizados por los personajes de Eric (Ncuti Gatwa), Ruby (Mimi Keene) y Adam (Connor Swindells), que poseen una enorme comicidad ejecutada a la perfección por sus intérpretes, sin olvidar la rivalidad de Otis y O. por el puesto de terapeuta sexual.
Una despedida para cada personaje
La temporada cuatro de Sex Education es una despedida, algo que la serie se toma muy en serio. Parece imposible que se pueda dedicar tiempo a más de una docena de personajes para ofrecerles un cierre a la altura en solo ocho capítulos, pero ella lo hace, y lo hace tomándose su espacio, dedicación y cariño.
A los ya mencionados anteriormente, se unen la maravillosa Aimee (Aimee Lou Wood) y la superación de su abuso a través del arte mientras comienza una relación con Isaaac (George Robinson), quienes resultan un perfecto match y parece mentira que nadie se hubiera dado cuenta antes; Jackson (Kedar Williams-Stirling) haciendo frente a una posible enfermedad y buscando a su padre biológico o Eric, que continúa debatiéndose entre ser él mismo o ser fiel a su comunidad religiosa, para finalmente descubrir que quiere ser pastor y que puede ser ambas cosas.
Sin embargo, una de las tramas más poderosas y con mayor arco de transformación es la de Adam Groff y su padre Michael (Alistair Petrie), que lleva desarrollándose desde la primera temporada pasando por todo tipo de obstáculos que tienen que ver con las inseguridades y traumas de cada uno y que acaba con ese abrazo lleno de esperanza y oportunidad. Un cierre maravilloso para este padre y este hijo que, aunque cometan errores, hacen todo lo posible por acercarse y entenderse el uno al otro.
¿Acaban juntos Otis y Maeve?
Pero lleguemos al tema “central” de la serie, a la pregunta que millones de espectadores en todo el mundo se hacían desde el estreno de su primera temporada: ¿acabarán Otis y Maeve juntos? Durante 32 capítulos les hemos visto crecer, compartir consulta de terapia sexual en el Moordale, ayudarse, quererse o enfadarse, pero todo cambia cuando, después de darse su primer beso, Maeve se va a Estados Unidos por una oportunidad relacionada con los estudios.
Allí, el personaje de Maeve hace frente a su propia crisis de autoestima o de diferencia de clases, algo que se agrava cuando su profesor Thomas Molloy (Dan Levy) le dice que no es ni será nunca una buena escritora, probablemente proyectando sus propios miedos y frustraciones en su alumna.
A pesar de ello, y tras una reveladora conversación con Jean, que resulta ser el apoyo e impulso parental que Maeve nunca tuvo, la joven decide darle otra oportunidad a su sueño y volver a Estados Unidos a finalizar sus estudios. Lo malo es que esto pasa justo cuando por fin logra re-conectar con Otis tras su vuelta, y después de tener sexo por primera vez con él.
“Persona correcta, momento equivocado”. Sex Education nos ha enseñado, entre otras muchas cosas, que se puede amar a alguien sin necesidad de ser su pareja. Otis y Maeve se quieren con locura pero deciden que separarse es lo mejor para ambos por el futuro de ella. En la última y muy lograda escena leemos las palabras de la protagonista, que asegura que gracias a Otis abrió su corazón al mundo, y le promete no volver a cerrarlo. Desgarrador, emotivo e inolvidable, la verdad es que no podría haber sido mejor de otra manera.
Pese a todo, el final de Sex Education es, irremediablemente, optimista. Sabemos que los protagonistas estarán bien, sabemos que sus amistades (como la de Otis y Eric) son puras y verdaderas y que sus familias estarán allí para ellos pase o lo que pase y por muy difícil que sea el camino.
Después de más de cuatro años y cuatro temporadas millones de espectadores en todo el mundo también han podido abrir el corazón y aprender de esta maravillosa, única e irrepetible serie que tanto nos ha enseñado de la vida, de la adolescencia, del sexo, el amor, la amistad o la superación personal y que está entre las mejores de todo el catálogo de Netflix. Una serie que será recordada para siempre.
Fuente: CINEMANÍA