Una de las series más discretas de la oferta inicial . Y, no me extraña, ya que ‘Dickinson’ carece de la ambición de sus compañeras de plataforma (como ‘See’ o ‘The Morning Show’) y no tenía detrás grandes nombres más allá de estar protagonizada por Hailee Steinfeld.
Y quizá sea eso lo que hace que esta comedia (algo dramática) alrededor de Emily Dickinson sea la propuesta más fresca, sólida y loca desde su primer minuto. Diez episodios (estrenados todos a la vez) que, lejos de ser una joya, resultan un pasatiempo bastante entretenido y divertido.
Alena Smith (‘The Affair’) es la encargada de esta mirada a Emily, una joven con ansias de ser escritora y que en cualquier momento te compone un pequeño poema, y que vive en la casa familiar en Armhest (Massachusets) con su madre (Jane Krakowsky), su padre (Toby Huss), su hermana Lavinia (Anna Baryshnikov) y su hermano (Adrian Enscoe), quien se ha prometido a la mejor amiga de Emily.
Con ‘Dickinson’, Alena Smith hace una reinterpretación milenial de una de las poetisas más influyentes (pese a que nunca fue reconocida en vida) de la cultura norteamericana. Y este punto, esta revisión, es lo que más manos a la cabeza va a llevar, sobre todo a los más puristas.
Quien espere un biopic de la muchacha ya puede esperar sentado ya que a Alena Smith no le interesa eso. Quiere hacer una serie adolescente con Emily Dickinson de protagonista. Y esto es lo que nos vamos a encontrar en esta comedia. Ni más ni menos. Y te lo dice desde el primer minuto.
El guion usa un cóctel de los tropos del género como la relación entre padres e hijas (esos «no me comprendes»), las fiestas en casa con estupefacientes, los «triángulos» amorosos, etc., y lo mezcla con las características propias de la época y un chorretón de anacronismos, no tanto en cuestiones puramente históricas (transcurre a mediados del XIX pero da igual) sino en cuestión de comportamientos.
Unos comportamientos propios de la actualidad que sirven para hacer comedia en torno a la brecha generacional. Los padres (incluyendo a una Jane Krakowsky que podría salir perfectamente del estudio de ‘Unbreakable Kimmy Schmidt’) son decimonónicos, mientras que los hijos son de los diez del siglo XXI.
Todas estas licencias en el modo de expresarse o de cantar y bailar pueden parecer fuera de lugar sobre el papel, pero luego resultan muy orgánicas en la serie. Es más, es ese abrazo a esta decisión artística lo que hace que la serie funcione mejor.
Fuente: Espinof.