La poetisa melancólica pero poderosa es una de las voces más representativas de los años sesenta y sus poemas de estilo surrealista son considerados como algunos de los más importantes de nuestro país.
Hoy se cumplen 48 años de su fallecimiento.


Flora Alejandra Pizarnik nació el 29 de abril de 1936 en el Hospital Fiorito de la localidad de Avellaneda, Buenos Aires.
Sus padres emigraron de Rovna, localidad ruso polaca, pasaron un tiempo en París y llegaron a la Argentina.
Myriam, la hermana mayor, era admirada por sus padres y las comparaciones que realizaban entre ambas acomplejaba a Alejandra. Durante su infancia sufrió mucho el no ser delgada. Los problemas de autoestima de su infancia la acompañarían, complejizandose cada vez más durante toda su vida.

Alejandra asistió a una escuela hebrea donde aprendió la historia de su pueblo, así como la lectura y escritura en ídish.
Su familia sufrió mucho el advenimiento de la Segunda Guerra Mundial, de hecho algunos de sus familiares estuvieron en campos de concentración.
En el colegio secundario Alejandra, adquirió un estilo bohemio y desaliñado, se obsesionó con su peso y comenzó a ingerir anfetaminas.

En 1954 comenzó a frecuentar la Facultad de Filosofía y Letras y la Escuela de Periodismo. Allí descubrió gracias a su profesor Juan Jacobo Bajarlía, autores surrealistas como André Bretón y Tristán Tzara. Debido a la buena relación que tenían, Alejandra le mostró los poemas que conformarían su primer libro, La tierra más ajena, publicado en 1955 con apenas diecinueve años. 

Pizarnik comenzó a realizar traducciones literarias y a colaborar en la revista Poesía Buenos Aires. Empezó la facultad pero no le interesaba lo sistemático de las clases y aprobar materias, solo estaba interesada en leer: Arthur Rimbaud, el conde de Lautrémont, Antonin Artaud, y Oliverio Girondo entre otros. Era una apasionada del surrealismo y el existencialismo. Tiempo después Alejandra comenzó a incursionar en la pintura en el taller del pintor Batlle Planas y a psicoanalizarse con León Ostrov. 

Publicó La última inocencia (Ediciones Poesía, 1956), dedicado a León Ostrov. Gracias a él fue posible la expresión del inconsciente y del surrealismo de Alejandra. Ella manifestaba que no era paciente, sino amiga.

Desde 1960 hasta 1964 vivió en París. Allí estuvo estudiando, y conociendo poetas e intelectuales como Simone de Beauvoir y Marguerite Duras.
Trabajó para la revista Cuadernos y varias editoriales francesas.

Pizarnik era muy exigente consigo misma. A menudo rompía las hojas donde escribía sus poemas e incluso llegó a quemar copias de su primer libro. Árbol de diana se publicó en Buenos Aires en 1962 por Editorial Sur.

Con Cortázar conoció los círculos intelectuales de París. Él junto a su mujer Aurora Bernárdez intentaron ayudar a Alejandra con su inestabilidad emocional. Pizarnik se identificaba con la Maga de Rayuela. En su crítica literaria de Historias de cronopios y de famas afirma que dicha obra «testimonia ejemplarmente de qué manera el humor y la poesía son subversivos». Cortázar y Pizarnik compartieron una estética surrealista, un imaginario en común respecto de la infancia y del amor.

Pizarnik consumía una gran cantidad de medicamentos debido a sus altibajos anímicos. En sus escritos comienza a reflexionar sobre el suicidio. Persona y poeta se disociaban. Regresó a Buenos Aires angustiada y torturada. 

Los trabajos y las noches fue publicado por Editorial Sudamericana en 1965. Al año siguiente recibió el Primer Premio Municipal de Poesía por dicha obra. 

En 1967 falleció su padre. Esto se sumó al malestar que Alejandra tenía para llevar adelante su vida cotidiana. En 1968 obtuvo la Beca Guggenheim y viajó a Nueva York. Además publicó Extracción de la piedra de locura (Sudamericana, compuesto por poemas en prosa), pero no tuvo una buena experiencia. Aún deprimida, al año siguiente decide volver a París. 

Pizarnik inició una terapia diseñada por el psiquiatra Pichon-Rivière, que supuso una mejora temporal en su situación. En 1969, publicó Nombres y figuras (1969), el poemario El infierno musical, reversionó la novela La condesa sangrienta, y ganó la beca Fullbright.

En 1970 escribió en clave humorística La bucanera de Pernambuco o Hilda la polígrafa.
Estuvo internada en el Hospital Pirovano, donde tuvo intentos de suicidio.

Murió en su departamento de la calle Montevideo la madrugada del 25 de septiembre de 1972 luego de ingerir cincuenta pastillas de secobarbital. Fue velada al día siguiente en la Sociedad Argentina de Escritores.

A lo largo de los años Ana Becciú y Ana Nuño recuperaron y compilaron sus escritos. Los archivos de Alejandra Pizarnik se conservan en el Departamento de Manuscritos de la Biblioteca de la Universidad de Princeton en Estados Unidos.

 

Fuente: Filo News

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