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El hombre que reinventó a los vientos metálicos

Es el mentor de Trombonanza, uno de los éxitos más importantes de la cultura local de la última década. Pero es mucho más que eso: toca en la Jazz Ensamble, da clases y hasta se presenta en eventos sociales con repertorios latinos. Cuando la pasión por la música no tiene techo.

Era sábado. En la explanada del Teatro Municipal había 170 trombones tocando una canción infantil. El “Monstruo de la Laguna”, del grupo Canticuénticos, que está de moda y que hace bailar a miles de pibes. Los padr

 

es, los abuelos, todos coreografeando la letra con los chicos. Y los trombones resoplaban en un “trummmm” metálico y soberbio, de tanta gente ya no cabía ni una sombra más.

Otro día de concierto. Había chicos de 7 a 10 años tocando sus trombones a la par de expertos de ese instrumento que llegaron de lugares recónditos del mundo. Al final, se sube al escenario y toma el micrófono Rubén “Cacho” Deicas (voz ya mítica de Los Palmeras). Y el tipo canta la cumbia “La suavecita”. Trombones, eufonio, tubas: sonidos propios de la música clásica, más cumbia. ¿Cumbia? Sí, cumbia.

“Y el ‘Cabezón’ (por Deicas), con humildad, esperó hasta el final, se subió con nosotros y cantó. Con Trombonanza. Fue como si la selección argentina de fútbol hubiese ganado la final de un Mundial. Y también tocamos algo de Bach ese día. ‘¿Por qué no?’, dijimos. Y lo hicimos. Está todo bien”.

Rubén Carughi chupa un mate amargo, acomoda en el sillón su existencia de hombretón gigante moldeada por décadas de waterpolo y después convida. Es un mate fuerte pero fraterno, de media mañana. Su casa es como un Aleph borgeano íntimo, el lugar donde confluyen todos los puntos de su universo. Ahí ensaya, estudia, respira música.

Y su casa es casi como un museo que podría despertar la envidia encendida del coleccionista más exigente: hay torres y torres de discos de jazz incunables, en CD, en vinilo y en pasta. Hay revistas especializadas de jazz de la década del ’30, del ’40, en blanco y negro, que se editaban en Nueva York. Historia escrita que vale oro.

Un súper equipo de audio y una pantalla le dan cuadratura a toda esa maravilla. Se ve “Kind of Blue” (1959) de Miles Davis. “Ése es ‘EL’ disco. Una joya”, sobresale Carughi. Trombones por aquí y allá, una partitura de Sonora D’irse alejada y un ventilador viejo que desentona pero no tanto, porque está medio escondido.

Los trombones al poder

El músico (53), santafesino, nacido y criado en barrio Sargento Cabral, fue el mentor del colectivo Trombonanza. Trombonanza es un evento que se realiza desde hace varios años ininterrumpidamente en la ciudad y que incluye cursos de trombón, eufonio y tuba en distintos niveles (profesional, intermedio e inicial) con expertos que vienen de todo el país, de Estados Unidos y de Europa. Además de los cursos, están los conciertos gratuitos para la gente.

Trombonanza recibió un premio de la Asociación Internacional de Trombonistas. Esa entidad dictaminó que el evento es “el curso (de trombón) de mayor impacto en el mundo en los últimos 10 años”. Nada menos. Ya es sello distintivo de la ciudad, con reconocimientos a granel.

“Fijate vos. Trombonanza nace de una escuela pública, gratuita y provincial, que es la N° 9901”; apunta Carughi. Allí estudió de chico y hoy de grande da clases. En el armado del evento no está solo: hay mucha gente detrás trabajando y entidades, sindicatos o empresas que patrocinan el proyecto, desde la municipalidad local, la UNL y el Ministerio de Innovación y Cultura provincial hasta la Embajada de Estados Unidos. Ahora también sumó su apoyo el Ministerio de Cultura de la Nación.

Volver popular algo elitista

¿Cómo hicieron Carughi y quienes lo acompañaron en el proyecto Trombonanza, para popularizar al trombón, un instrumento particular y propio de un género muy hermético como es la música sinfónica? ¿Cuán difícil fue llevar a “las masas” un instrumento y un sonido selecto, si se quiere elitista?

El músico piensa las respuestas a esas preguntas. No fue sencillo: algo así como el Quijote encarando los molinos de viento. Pero solo él sabe el cómo y el proceso previo para la gestación de Trombonanza. “Creo que la clave estuvo en lograr que la gente vaya para vivir la experiencia emocional de un concierto en vivo. Se logró eso”, resalta.dsc02915_result

“A ver: Trombonanza busca sensibilizar. A la persona que va quizá no le interesa mucho qué se va a tocar, quizá no le termina gustando. Pero el hecho fundamental es que esté de cuerpo presente y viva una experiencia emocional, sensorial, de sensaciones. Eso es lo único que produce el arte. Y solo se siente si se vive, si se está presente, porque nadie puede contar qué produce la música hasta que no estás ahí. Lo tenés que vivir”, completa el concepto.

Y lo otro: el evento sirvió para que la música vuelva a ser una excusa para hablar. En una reunión familiar, en un café, en un encuentro entre amigos. “La gente habla del tarifazo, de ‘La Grieta’, de Colón o Unión, pero también puede hablar de la música y del arte, porque es parte de la vida”, dice.

 

¿Una big band en SantaFe?: La locura es bella

Carughi cursó la secundaria en la Escuela Industrial Superior, se recibió de Técnico Electromecánico y se mandó a estudiar Ingeniería Mecánica en la UTN Santa Fe. Hasta que un día va al Paraninfo y escucha el segundo concierto que da una banda que se llamaba Jazz Ensamble. Sale de ese concierto con una certeza: “Listo. Me dedico a la música”, se dijo para sus adentros. Era el año ’82.

Se puso a estudiar en forma obsesiva trompeta. Desde muy pibe había estudiado guitarra: tenía amplios conocimientos musicales. Un día, sin invitación, se le aparece en la casa a Pedro Casís y le dice: “Che, ¿puedo probarme en la Jazz Ensamble?”. “Sí, venite el lunes que ensayamos”, le respondió Casís. Al año y medio Carughi agarra el trombón y no suelta nunca más.

“Cuando teníamos 20 años, íbamos a hablar con algún Secretario de Cultura a decirle: ‘Mire señor, queremos hacer un festival de jazz’. Se te cagaban de risa en la cara. Hasta que pudimos hacerlo. Si se puede transmitir la pasión por lo que uno quiere hacer respecto de la música, todo es posible. No está escrito en ningún libro. Hay que creerlo nada más”, asegura. Hoy, la Santa Fe Jazz Ensamble es la big band embajadora del jazz santafesino.

 

La cultura en Santa Fe, hoydsc02911_result

“En la actualidad, la cultura local está como nunca antes. En mi vida artística, digamos desde mis 19 ó 20 años (es decir, en las últimas tres décadas), nunca vi una movida cultural como la que hay hoy en la ciudad y en la provincia. Y lo digo desde mi lugar de músico: no soy militante, ni socialista ni radical”, asegura el trombonista.

“Solo un necio no reconocería que la actividad cultural que tenemos hoy, comparada con lo que había 10 o 20 años atrás, cambió exponencialmente para bien. Que se puede mejorar, sí. Y en gran forma. Pero hoy tenés siete actividades culturales al menos por día y los domingos 10 o más. Eso no ocurría ni remotamente hace dos décadas”.

Según su currículum, Rubén Félix Carughi es primer trombón de la Orquesta Sinfónica de Entre Ríos, segundo trombón de la Sinfónica de Santa Fe y docente de trombón, eufonio y tuba en la Escuela de Música Nº 9901 (Orquesta de Niños y Juvenil).

En 2012 recibió el Primer Premio Nacional a la Excelencia otorgado por el Instituto Argentino de la excelencia, por “su calidad artística y tarea formativa”. Crea y dirige actualmente la Sonora D’irse Salsa Band. Pero además, toca ritmos latinos en fiestas sociales. Siempre con su trombón, que ya es como una parte más de su existencia de hombretón gigante.

Destacado

“Creo que todos los esfuerzos en la gestión de actividades artísticas tienen que estar orientados a los más chicos, a los pibes”.

Destacado

“Yo siempre me empeciné con la idea de derribar mitos o preconceptos. Esto de que te digan todos: ‘Ya sos grande, ¿con 21 años te ponés a estudiar trombón? Nunca me importó de hecho. Lo mismo con Trombonanza: me decían ‘¿hacer un evento con trombones? Vos estás loco’. Bueno, ahí está Trombonanza. Y a esto no lo logré yo solo, sino mucha gente que creyó en el proyecto”.

Fotos: Juan Manuel Casco