Las dos partes de los filmes Kill Bill, Malditos bastardos o Los odiosos ocho también han hecho de este realizador una leyenda viva que se ha hecho a sí mismo cometiendo la osadía de llegar a un público masivo y de convencer a la industria sin querer agradar ni a unos, ni a otros. Quentin jamás ha renunciado a su personalidad gamberra, a pesar de que muchos crean que ha perdido frescura en sus últimos títulos.
Aunque el nombre del genuino Quentin Tarantino empezó a sonar fuerte con la gloriosa Reservoir Dogs, el de Tennessee sentó las bases de su personal sello y demostró todo lo que había aprendido devorando títulos en un videoclub con la que para muchos es su obra cumbre: Pulp Fiction.
Su filmografía está repleta de personajes carismáticos, venganzas fríamente calculadas, diálogos memorables, escenas cargadas de violencia explícita, viejas glorias resurgidas del olvido y secuencias rocambolescas que se han convertido en icónicas. Pero lo que de verdad derrocha el cine de Tarantino, es, valga la redundancia, cine.
El baile de Mia y Vincent en Pulp Fiction estuvo inspirado en la escena de baile de Bande à part, película que a Tarantino le entusiasma.
Todos los tics y las virtudes del talentoso realizador están perfectamente plasmadas en Pulp Fiction, una cinta de culto de historias cruzadas que cumple 30 años pudiendo presumir de haber envejecido muy dignamente y de haber marcado un antes y un después en nuestra manera de entender y de disfrutar el séptimo arte.
El 21 de mayo de 1994, el Festival de Cannes fue testigo de una revolución que cambió el cine contemporáneo para siempre con el estreno de la cinta que puso en el punto de mira las carreras de Uma Thurman, John Travolta y Samuel L. Jackson, entre otros. Tres décadas después, la obra cumbre de Quentin Tarantino sigue sorprendiendo a espectadores de todas las generaciones.
Pulp Fiction, como su propio título indica, nació de la ambición del autor por crear una cinta en la que se llevara a cabo una extrema combinación entre violencia, cine de autor y acción y que además estuviera inspirada en las revistas y los cómics de género pulp. Todo en el contexto de homenajear el cine de las últimas décadas, pero con una estética radical, auténtica y única.
Como el mismo Quentin contó en varias entrevistas, viajó a Ámsterdam, alquiló un apartamento que estaba prácticamente desamueblado y se aisló sin teléfonos, ni faxes para dedicar tres meses de su vida a escribir el guion que lo convertiría en la estrella que es.
A pesar de que su cinta más laureada tiene una gran inspiración en el cine europeo, en concreto el francés, Pulp Fiction era una nueva manera de entender los lenguajes cinematográficos de un Hollywood ultraconservador.
El guion de este título lleno de matones, drogadictos y mafiosos de aire nihilista que el autor plasmó a mano en 12 cuadernos que incluían hasta la biografía de cada uno de los personajes, se sintetizó gracias a Linda Chen y Roger Avary que reescribieron algunas partes y corrigieron, en gramática y ortografía, la idea original.
Harvey Keitel, que convenció a Bruce Willis para participar en la cinta, y Danny DeVito, que hizo lo propio con Miramax para producir y distribuir, hicieron el resto. La última en subirse al carro fue la actriz Uma Thurman, a la que el propio Quentin le leyó el guion por teléfono. Ella no dudo ni un minuto en ser cómplice de una locura que le regaló uno de los papeles por los que será más recordada: el de Mia Wallace.
El último empujón que un joven y desconocido Tarantino necesitó para mostrar a todo el mundo lo que sabía hacer, fue ganar la Palma de Oro en Cannes y el Oscar al Mejor Guion Original en la gala de los Premios Oscar de 1994.
Para celebrar el 30º aniversario de Pulp Fiction, podrás tener el privilegio de volverla a ver en cines, ya que seguro que tú, como muchos de nosotros, la has disfrutado únicamente en VHS o DVD, a lo sumo. Desde luego, una historia tan grande merece ser vivida y gozada en una pantalla a la altura de su virtuosismo.
Fuente: De Walter Ego para Cultura Inquieta.