En un permanente homenaje a sus raíces, Victoria López lleva adelante un emprendimiento de tejido artesanal y sustentable. Nacida en Santa Fe, criada en Reconquista, hermana mayor, tejedora precoz, licenciada en Bellas Artes, mamá de la pequeña Charo. Todo eso y más es la titular de Las López, una propuesta en la que se enlazan las enseñanzas de una abuela con el presente en La Cumbre, esa ciudad “en la que venimos a vivir nuestra segunda vida”.
Aunque de niña vivía en Reconquista, los períodos de vacaciones tenían para Victoria una marca santafesina. Era el tiempo que ella y sus hermanas compartían con Adelia y Salvador, los abuelos paternos, en una casa de barrio Candioti. “Todo era una aventura. Yo que era la más grande acompañaba a mi abuelo a la feria. En el día nos entreteníamos recortando figuritas de sus revistas. Él compraba Tony y D’Artagnan. Después de la siesta, mi abuela se juntaba a tomar mates, charlar y tejer con sus hermanas. Nosotras las acompañábamos, las mirábamos y tejíamos también”.
Victoria nació en Santa Fe y es la mayor de cuatro hermanos, tres mujeres y un varón. Antes de la escolarización se trasladaron junto con su mamá, la escritora y editora Patricia Severín, a Reconquista. En esa ciudad del norte santafesino, Victoria transitó la primaria y la secundaria. “Yo siento que soy de Reconquista, más allá de los lugares adonde estuve o donde nací”. Los estudios superiores la llevaron a Rosario. Allí cursó y se graduó en las carreras de profesorado y licenciatura en bellas artes. Con una beca ganada, Victoria vivió un año y medio en España para regresar a Argentina y comenzar su rumbo hacia la provincia de Córdoba. Fue entonces que, con sus hermanas Sol y Virginia viviendo en distintos lugares del país, dieron nacimiento a Las López.
Un placer nacido en la niñez
Todo había germinado en aquellas tardes de patio santafesino, en aquellas infancias sin celulares ni animaciones de día completo. En ese empezar a crecer con mujeres mayores de la familia como transmisoras de saberes. “Tengo el recuerdo de que era algo muy íntimo, muy familiar que se daba en ese contexto de la charla, de los mates, todas sentadas haciendo lo suyo y conversando. Era como una red entre nosotras entre mi abuela y mis tías y entre mis hermanas y yo”. El emprendimiento Las López, iniciado por las tres hermanas en 2002, hoy está en manos de Victoria quien lo sostiene y hace crecer desde el Valle de Punilla, adonde se instaló en esta etapa de su vida.
El tramo inicial de Las López, encontró a Victoria en su primera escala por la provincia mediterránea. “Cuando volví de España, tenía que empezar una vida de cero y siempre me atrajo Córdoba. Me fui a la capital y empecé con mis hermanas (todas alejadas espacialmente) el emprendimiento”. Por entonces, sumó el estudio de telar a sus saberes en el tema. “Empezamos haciendo todo nosotras. Todo lo que vendíamos era de nuestra fabricación”. Y allí, en ese hacer familiar y en el nombre estaban impresas las primeras enseñanzas de aquella abuela paterna. “Nuestra abuela falleció cuando yo estaba en la primaria pero nos quedó su saber”.
Honrar las raíces
Actualmente, Victoria López está sola al frente del emprendimiento que sigue llevando el nombre con el que empezaron. Su lugar de asentamiento es La Cumbre, una localidad ubicada en el Valle de Punilla (Córdoba). “Después de vivir en Córdoba capital, regresé a Reconquista por un tiempo para trabajar en un proyecto muy lindo de confección industrial. En un momento empecé a necesitar un cambio y por ese entonces venía mucho a La Cumbre porque mi mamá había comprado una casa acá. Siempre decía: cuando me jubile me voy a vivir a la Cumbre y se dieron las cosas como para que eso pase antes”. Al instalarse allí, Victoria sintió que era el momento de retomar el emprendimiento. “Había una cuestión emocional vinculada a ese proyecto. Conservé el nombre en honor a los orígenes de la marca. Decidí seguirlo acá y darle una impronta más personal”.
Victoria cuenta que el ámbito también incide en la propuesta hoy. “Me fui adaptando a otras cuestiones como por ejemplo trabajar con lo que ofrece el lugar. En invierno trabajo con una hiladora a mano de Capilla del Monte. Usa lana de ovejas y de llamas que se crían en el Valle de Punilla y que no tienen tintura artificial. Son lanas cien por cien naturales. En verano compro algunos materiales industriales y, principalmente, algodón agroecológico”. Apasionada del diseño, no sigue las olas momentáneas de la moda. “Me inclino más por lo que me ofrece el lugar y por lo natural. La paleta de colores es neutra con marrones, crudos, grises. Los tonos de las lanas naturales. En verano puede haber otras tonalidades porque compro hilos industriales pero están también dentro de esa paleta, algún rosa pálido por ejemplo. Todo siempre cercano a los colores de la tierra”.
Un lugar en el valle
“Cuando me vine a vivir a La Cumbre, puse un espacio de arte y diseño que se llama La Cigarra. Tengo obras de artistas del valle, de otros lugares de Córdoba y de Santa Fe. Allí está el showroom de Las López”. Victoria se levanta de su escritorio y muestra, celular en mano y seguida por su gata Reina, ese lugar de colores claros y cálidos con capacidad para veinticinco o treinta personas en el que ella organiza exposiciones, presentaciones de libros y otras actividades culturales. Propuestas todas que colocan su trabajo muy cerca de sus preferencias. “Es algo entre ocio y trabajo porque traigo lo que me gustaría ver acá”.
La ciudad en la que vive no es una urbanización grande pero cuenta con una oferta cultural interesante. Victoria dice que “las cosas suceden adentro” y que hay una forma de vivir marcada por el estilo del lugar. Señala que el sello intelectual y aristocrático que fundó a La Cumbre sigue dejando estela y que aunque “en apariencia no sucede nada, suceden un montón de cosas”. No puede afirmar que sea su lugar en el mundo, aunque hoy sí lo es. “He vivido en varios lugares y en su momento eran cada uno mi lugar. Por eso no tomo algo como definitivo. Pero sí puedo decirte que La Cumbre es un lugar adonde todos venimos a vivir nuestra segunda vida”.
Victoria reside y trabaja en una casa que fue remodelada a su gusto y medida junto con su compañero de vida arquitecto. El lugar le permite esa conjunción vivienda/espacio laboral; vida personal/socialización. La Cumbre es, además, una ciudad que considera ideal para criar a su hija pequeña en una infancia de pueblo como la de ella, con menos ataduras, con más libertad. Afirma que desearía retomar la pintura y continuar creando a través del tejido. “Además de ser mi medio de vida actual es como un cordón umbilical que me sigue conectando con mis orígenes. Está siempre ese trasfondo de recuerdos, de sensaciones de la infancia y de la adolescencia que es adonde a mí me transporta cuando yo me pongo a pensar por qué hago esto. Si bien me encanta todo lo que es diseño por lo que estudié, no me dedico a cualquier diseño; me dedico al diseño de tejido. Tiene que ver con ese sentir y con ese amor que mi abuela nos dedicó a nosotras. Creo que inconscientemente es como honrarla a ella”.
Colección 2024/2025
Texto: Julia Porta
Fotos: Martín Rubini