Aprendió a leer a los cinco años y, a los diez, escribió su primer poema. Desde entonces, la vida de Patricia Severín está ligada a las letras. Protagonista de una serie de «migraciones internas», desarrolló su trayecto entre Reconquista, Rafaela, Santa Fe y el campo en donde trabajaba. Lectora activa y escritora prolífica, desde 2012 dirige Palabrava, una editorial que busca visibilizar a las voces de la provincia y del nordeste argentino. Tanto al escribir como al seleccionar material y editar, Patricia cree en los textos que propician la lectura, en los escritos sin hermetismos. «Me gustan las historias que conmueven», afirma.

Ni bien estuvo en condiciones de leer, su papá le regaló La Ilíada y La Odisea. Esa especie de bautismo literario, marcó el rumbo de una vida signada por los libros. Sin embargo, pasaría un tiempo antes de que la lectora ávida se convirtiera en escritora. Fue después de separarse de su primer esposo a los veintiocho años, que empezó la carrera de letras y se unió a un taller literario en el que conoció, según sus palabras, «las herramientas para escribir». En aquellos primeros pasos obtuvo el galardón Alicia Moureau de Justo. «Los premios te entusiasman para seguir el ritmo de la escritura», afirma. La carrera de letras, en cambio, fue elegida para metodizar su creciente hábito lector: «Tenía demasiados huecos y quería saber mucho más. Creo que la lectura es la principal fuente de donde se aprende a escribir.»

«Mi escritura es autorreferencial»

El desarrollo de su carrera muestra pasos por la poesía, la novela y el cuento. «Son distintos momentos, distintas necesidades de decir y distintos temas. En mi caso, el tema determina al género.» Se declara «lectora voraz» de novelas, aunque ese formato haya sido el último en llegar a ella como escritora. «La novela es de largo aliento y la casa, los hijos, el marido, la vida… llevan a la mujer hacia otros lugares. Tuve que esperar bastante para tener el tiempo necesario que requiere sentarse a escribir una novela.»

Patricia cuenta que, cuando comienza a escribir, necesita que no haya intermisiones: «No soy noctámbula, así que trabajo durante la mañana o la tarde. El horario da lo mismo, lo que sí debo tener es continuidad. Empezar y seguir en esa dirección. Por ejemplo, la novela implica estar atada a personajes y a vidas paralelas que deben fluir sin interrupción.» Ya sea en su comedor diario o en la habitación de la planta alta que eligió durante la pandemia, la mirada al exterior resulta indispensable para su oficio: «Necesito mirar las flores, los pájaros, la naturaleza mientras escribo.»  Se define de escritura lenta. Sostiene que todo llega en su momento y que nada debe apurarse. «Me gusta dejar estacionar el texto y después mirarlo como si fuera ajeno, eso me da la perspectiva necesaria para juzgarlo. Nunca sabés el derrotero de un escrito. Suelo decir que no hay que ser impaciente para publicar.»

Durante la charla, afirma que en sus textos hay mucho de ella. «Tengo una manera de escribir autorreferencial», expresa; una tendencia que recién se rompió en una novela terminada y aún no editada, que se titula Una oruga por dentro y transcurre en Uruguay, país al que admira. Elegir uno de sus libros no le resulta posible pero sí se muestra particularmente conforme con Te quedan lindas las trenzas, la última de sus obras publicada. La novela se desarrolla en dos ámbitos que la escritora conoce bien: el campo y una ciudad de colonización piamontesa. «Partió de pensar qué le ocurre a una niña cuando sus dos familias son totalmente diferentes, incluso opuestas. Qué sucede con su crianza, los mandatos, cómo recibe todo ese cúmulo de información tan diverso. Estoy conforme con cómo pude hacer el entramado de las voces. Es importante para mí que cada texto tenga su propia personalidad.»

«Soy la que ensambla todas las piezas»

Palabrava, la editorial que Patricia Severín dirige, surgió por una necesidad vivenciada y, a la vez, compartida con pares. «Hicimos este proyecto como una manera de visibilizar la literatura santafesina, que es abundante y muy buena». Aunque el sur de la provincia quedó afuera del proyecto original, el centro-norte fue abarcado de inmediato: «Cuanto más te metes en el país, más invisibilizado está con respecto a la capital y menos posibilidades tienen los escritores de publicar. Hay voces muy valiosas en el interior del interior. Buenos Aires es, después de todo, una región más y allí se escribe de una manera urbana, pero no es de ningún modo el centro de lo literario.» Hoy, Palabrava hace extensiva esta visión con el lanzamiento de una nueva colección: Nordeste, tal su nombre, comprende volúmenes más extensos y narradores de otras provincias como Misiones, Formosa, Chaco, Corrientes y Entre Ríos, entre otras.

«¿Por qué Palabrava? Porque es una palabra que encierra muchas otras: palabra va, pala brava y —fundamentalmente— palabra. Tiene distintas significaciones internas y nos gustó jugar con eso.» Cuando se refiere a la actividad de la editorial, Patricia habla en plural y señala la existencia de un grupo de trabajo. Junto con ella se encuentran como editoras, Viviana Rosenzwit y la recientemente incorporada, Susana Ibáñez. Los diagramadores desde el inicio son Noelia Mellit y Álvaro Dorigo e imprimen en imprenta Acosta. Cuentan, además, con lectores que ayudan con el caudal de material recibido. Especialmente dedicada a la edición de poesía, Patricia se involucra en todo el proceso desde su cargo de directora general: «Soy la que ensambla todas las piezas.»

«Me gusta la escritura que conmueve»

Severín cuenta que el equipo en Palabrava es meticuloso y detallista. Están enfocados en que el producto salga de la mejor manera. El criterio de publicación es claro y personal: «A mí me interesan las historias que conmueven, con algo inquietante o interesante para decir y escritas de una manera diferente, con un matiz propio.» Señala con convicción que no le interesa aquello que dificulte la lectura. «No publicamos literatura hermética. Publicamos lectura narrativa y poesía que llegue a la mayor cantidad posible de personas y escrita con excelencia. Queremos que la lectura se imponga.»

El trabajo de editora ocupa una parte importante de su tiempo presente. Seleccionar material, tratar con escritores, proponer correcciones y clínicas para retrabajar los textos que así lo requieren, son tareas de este oficio. «Nunca pensé en ser editora», señala quien afirma que su métier es la escritura. Sin embargo, la función logró captar su atención y atraparla. «Es un trabajo fascinante en el que se aprende muchísimo, y me sirve para mi propia escritura.»

¿Qué pasa con las dos actividades? ¿Cómo se conjugan en ella? «Viven un poco en conflicto, con cierta tensión (señala). Cuando la editorial me resta tiempo para la escritura, me empiezo a desequilibrar.» De allí la importancia de contar con las dos editoras que la acompañan en la actividad, cuyo accionar le ha permitido a Patricia terminar este año su novela y pensar en la que viene, que transcurre en pandemia.

«Creo en el poder del deseo»

Ante la pregunta sobre sus autores favoritos, Patricia encuentra dificultad para la respuesta. «Siempre me enamoro de alguno diferente. Ahora retomé a Claire Keegan, una escritora irlandesa. Me gustan Milan Kundera, Cynan Jones y Elizabeth Strout. Voy saltando de un autor a otro en la medida en que me llega material. En este momento estoy leyendo a Javier Nuñez, que es un autor que publicamos en Palabrava. Mis gustos literarios son demasiados y diversos.»

Lectora, escritora, editora, Patricia dice que disfruta de muy pocas cosas más allá de sus pasiones literarias. Entre esos pocos placeres aparecen el estar con su familia, viajar por el país en auto con su esposo y la amistad, de la que es cultora desde siempre. «Conservo amigas de todos los lugares en que los que viví», cuenta. A su familia la conforman su esposo, tres hijas, un hijo y cuatro nietos. Reparte sus días entre Santa Fe, su actual ciudad de residencia, y La Cumbre, adonde tiene un hogar de vacaciones. «Creo mucho en esto del deseo (afirma). En eso de que cuando querés algo con mucha potencia llega a vos.» Así llegaron a Patricia sus dos gatitos, Tigre Verde y Calita. Y seguramente también, llegó a ella la posibilidad de vivir de lo que ama o esa casa llena de luz en la que habita. Espacios con ventanales hacia el exterior que la inspiran en su exploración permanente de la palabra, escrita y por escribir.

 

Agradecemos a Las López Tejidos por el outfit de Patricia

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Texto: Julia Porta

Fotos: Ignacio Platini

Dirección de arte: María Virginia Platini para Estudio Fotográfico «Mario Platini»

Estilismo: Marisa Ramírez

Nombre de sección: Perfiles

Edición: N° 91