«Pero ellos y ellas, los raros, los despreciados, están generando, ahora, algunas de las mejores noticias que nuestro tiempo transmite a la historia. Armados con la bandera del arcoiris, símbolo de la diversidad humana, ellas y ellos están volteando una de las más siniestras herencias del pasado. Los muros de la intolerancia empiezan a caer. Esta afirmación de dignidad, que nos dignifica a todos, nace del coraje de ser diferentes y del orgullo de serlo. Como canta Milton Nascimento: Cualquier manera de amor vale la pena, cualquier manera de amor vale amar.»Eduardo Galeano.
El primer gesto de Esteban es abrirme las puertas de la Casa LGTBI, la entrada a un mundo silenciado tantas veces, un frente de colores infinitos que es sede de la Subsecretaría de Diversidad Sexual de la provincia en nuestra ciudad. Esteban es verborrágico. Cuánta necesidad de decir y contar, transmitiendo una pasión por la lucha y un amor que se hace cada vez más intenso en la charla. Es militante desde que era adolescente. Y su camino en diversidad ya lleva casi 15 años (en 2005 creó la Federación Argentina de LGBT). Esteban me cuenta una historia que es de batallas ganadas y muchas perdidas, me cuenta del amor en sus variadas formas, amor de parejas, compañeros y compañeras, dolores, victorias. Esteban me cuenta una historia que recién se está escribiendo, que era destino de algunos y hoy caminamos todos.
Santa Fe es la única provincia que creó una Subsecretaría de Políticas de Diversidad Sexual, hace sólo cuatro años. Un organismo oficial que crea programas de acción y trabaja con otras áreas del gobierno (como Educación y Salud) para concientizar sobre la igualdad y la no discriminación hacia Lesbianas, Gays, Trans, Bisexuales e Intersex en todo el territorio de la provincia.
TS —¿Qué significó para la sociedad esta creación?
EP —Lo más importante es el rol que el Estado le asigna a la temática. El Estado asumió que con las leyes no alcanza y que hay que promover acciones afirmativas y políticas públicas para que el cambio que promueven las leyes se dé en la vida cotidiana y con mayor velocidad e intensidad. Así se da una señal fuerte de que esta población requiere políticas para igualar derechos, otorga un plus de legitimidad institucional; ya no es la ONG, los maricones de la ciudad, las travestis de la ruta, es el estado asumiendo un rol en relación a la lucha contra la discriminación y la promoción de políticas activas, por lo menos en el perfil proactivo que nosotros le dimos. No estamos acá sólo para defender los derechos sino que vamos a crear programas, hacer asistencia, buscar la demanda, movilizar el colectivo. Y eso se dio de manera impresionante. No ha habido resistencias institucionales, ni municipio que no nos abra la puerta y no haya querido trabajar la temática. La Subsecretaría nos permitió llegar a un nivel territorial que no habíamos alcanzado por falta de estructura y recursos de las organizaciones. Esto le dio a la lucha un plus de legitimidad institucional que no tenía. Hoy tenemos una red de recursos, una granvisibilidad del colectivo enmás de noventa localidades,con referentes y personas activas que seguirán movilizando independientemente de las circunstancias políticas. Hemos dejado una capacidad instalada movilizada del colectivo que es muy importante, y mucho de esa capacidad se transformó en una ordenanza de cupo trans, una actividad concreta en el municipio, un centro de día, un convenio… esto ya queda. Estos años en la provincia hicimos muchas cosas más que en otros lugares del país, y en breve vamos a ver un cambio social muy importante. El Estado está más preparado que el sector privado en estas temáticas, pero con la generación joven que viene se va a ir dando la inclusión en todos los ámbitos.
TS —Es uno de los grandes logros de este gobierno.
EP —Yo creo que sí, es muy importante. Y hacia afuera de la provincia Santa Fe fortaleció un perfil progresista. Ninguna otra provincia tiene una Subsecretaría, algunas tienen áreas. Hoy el despliegue que hay en nivel de salud, en atención integral, para el colectivo trans no existe en ningún lugar de América Latina. Sólo tres provincias estamos haciendo operaciones. Hay más de sesenta servicios hormonales en la provincia, y no tiene costo para el estado porque son equipos médicos que existen y las hormonas no son caras.Nosotros nos enfocamos mucho en esa construcción territorial, para que cuando una persona del colectivo vaya a un municipio o centro de salud reclamando el acceso a un tratamiento hormonal, haya respuesta. En la medida en que eso realmente funcione, y la comunidad esté activada, vamos a tener más herramientas para defender lo que se ha logrado independientemente del espacio o la visibilidad o la fuerza que le quiera imprimir el próximo gobierno. No estamos exentos de resistencias en escuelas, la policía, el SAMCO, pero hay una voluntad estatal de que si en una escuela hay una dificultad va a estar el Ministerio para zanjar el debate. Si en un SAMCO no hay profesional que quiera trabajar en esto, con el Ministerio vamos a encontrar el profesional que atienda. Hace la diferencia la voluntad política, pero también es muy importante que el colectivo esté organizado y reclame estos derechos.
TS —En estos años de lucha, ¿cuáles son los recuerdos más hermosos?
EP—La noche de la sanción de la Ley de Matrimonio Igualitario recibí mensajes de gente contándome «a las cuatro de la mañana levanté el teléfono, lo llamé a mi papá y le conté que soy gay», otro que decía «le conté a mi mamá que la chica que vive conmigo no es mi amiga, sino mi pareja». Era una sensación de empoderamiento, plantear «basta del armario», no más. Y eso fue un momento muy emocionante. A lo largo de todo el proceso de la ley hacia el final dejó de ser una conquista, una lucha del activismo, para ser una causa de un colectivo social, asumió un rostro humano total. Había falta de conciencia de colectivo –decir «esto soy», «querían que nos muramos solos, que estemos encerrados»–, y ahora no. En lo personal, hice campaña por el matrimonio diciendo que no me iba a casar y esa tarde nos conocimos con quien es hoy mi marido. Ese domingo salió mi foto en el diario La Nación por un debate sobre la ley con dos personas a favor y dos en contra. Mi viejo fue a comprarlo y me dijo «estoy muy orgulloso de vos».
TS —Siempre destacaste la importancia del diálogo con los diferentes sectores, los medios, la sociedad en general, para el logro de esa ley. ¿Qué otros factores son necesarios para alcanzar otros objetivos?
EP —La herramienta más importante es la visibilidad porque la discriminación se basó mucho tiempo en los prejuicios y estereotipos que son producto de la ignorancia. Hemos sido criados por generaciones en una cultura de la vergüenza, que es la herramienta fundamental que tienen los sectores reaccionarios para que no avancemos en nuestros derechos. El diálogo es central, tenemos que estar insertos en la sociedad, pero ser visibles. La visibilidad transforma, tiene un costo para nuestras familias pero hay que asumirlo, hay que seguir haciéndolo hasta que se naturalice. Tenemos que recuperar las palabras normal, natural, sacarle al maricón, al puto, esa carga negativa. Quiero reivindicarme marica, trans. Tenemos que normalizarnos desde la visibilidad. Quiero ser cotidiano, habitual, quiero mostrar que soy parte de esto. ¿Cómo que no es natural? ¿De dónde nacemos? Hay un colectivo que siempre existió pero era poco visible. Esa visibilidad en un principio puede ser chocante para la sociedad, porque después de tanto tiempo en el armario queremos salir y bailar un poco, ir a la marcha del orgullo y ponernos ropa de colores. Eso en un momento va a ser cotidiano, pero mientras nos sigan golpeando por ser gay, negando el derecho a trabajar, vamos a tener que seguir poniéndonos lentejuelas, el glitter y salir a la marcha a bailar. Bienvenida sea nuestra lucha que es desde la alegría, el baile y el juego. Somos tan resilientes que convertimos nuestra lucha en ésto. De una sociedad que ha dejado estigmas, ha arruinado vidas, nos ha quemado las cabezas, nos ha inoculado el odio hacia nosotros mismos y los demás, todo lo transformamos en un baile divertido de alegría. Mirá si no tenemos ganas de insertarnos en la sociedad.
TS —Y una visibilidad que tiene que ir acompañada de la educación.
EP —Totalmente. La mayor resistencia que tenemos en la provincia es el tema de la implementación de la ESI donde permanentemente nos cruzamos con grupos antiderechos que dicen mentiras con la idea de sustentar en base al miedo y el odio la oposición. Nosotros hacemos actividades con escuelas abiertas a la comunidad, y cuando los papás se enteran de qué va la ESI, de qué se trata, qué contenidos aborda, te la piden. Un padre abusador seguramente no quiere porque su hijo o hija va a poder identificar eso que está pasando. Los sectores que más se oponen son los que están comprometidos con las cuestiones que va a venir a develar la ESI, que promueve valores como la libertad, la igualdad, la no discriminación, la decisión, la autonomía, el sí es sí, elno es no, el cuidado del cuerpo.
TS —¿La exclusión del colectivo transes lo más difícil para trabajar?
EP —Sí, es la población más pequeña dentro de la diversidad. En la provincia es de 1.200, 1.300 personas, por lo tanto, menos visible. No tiene la posibilidad del armario, por eso cuando esa identidad de género se expresa hace que irrumpa y rompa con un montón de cuestiones. Hay una percepción social de que lo gay lésbico está más aceptado, entre comillas. Sigue habiendo discriminación, pero estamos bastante más cotidianizados, hemos conformado familias semi heterosexuales: «es gay pero sigue siendo nene», «es lesbiana pero es mujer, tuvo hijos». ¿Qué pasa con esos cuerpos que vienen a romper con esto también? Y la comunidad trans está en la primera línea de batalla, entonces eso sigue siendo lo más difícil. Menos numérico, menos visible, más de frente, más en el cuerpo. Por eso es tan importante que con los procesos de cupo trans, de inserción trans, vayamos recorriendo un camino donde empecemos a ver personas trans en todos los ámbitos. Tenemos en Santa Fe más de cuarenta personas trans trabajando en educación. Es menos cotidiano y al ser menos cotidiano todavía sigue teniendo ese lugar de lo otro. Sigue siendo lo otro que no está, que no tenemos a mano.
TS —¿Cómo se sigue la lucha fuera del gobierno?
EP —Haré base en la Federación LGBT y tengo la idea de lanzar un portal y trabajar lo que tiene que ver con políticas públicas, algún observatorio para ir viendo cómo avanzan, formulando otras, proponiendo, impulsando algún proyecto de ley. A casa no nos vamos a ir,y al armario no volvemos nunca más.
«Bienvenida sea nuestra lucha desde la alegría, el baile y el juego»
«Tenemos que recuperar las palabras normal, natural, sacarle al maricón, al puto, esa carga negativa.»
«La Subsecretaría nos permitió llegar a un nivel territorial que no habíamos alcanzado por falta de estructura y recursos de las organizaciones.»
Texto: Celi Di Notto
Fotos: Pablo Aguirre
Estilismo: Mariana Gerosa
Nombre de sección: Perfiles y personajes
Edición: N° 75