Patrik Prosko es un artista checo, crea retratos anamórficos de figuras históricas significativas utilizando objetos que son significativos para sus vidas y legados.
El principio central de su trabajo radica en la manipulación de la realidad vivida, a menudo a través de un método específico de ilusión óptica y una variedad de dispositivos artísticos, con la capacidad de transformar el mundo común de las percepciones habituales cotidianas en un espacio mágico lleno de cambios y sucesos inesperados. Los orígenes de tal pensamiento ya están presentes en la fascinación de Prosko por el hiperrealismo.

 



El efecto artístico que producen las esculturas hiperrealistas no es solo el resultado de su extrema precisión, sino también del cambio inesperado en relación con el contexto de la realidad circundante. A veces es a través de la simulación de un entorno inesperado, en otras ocasiones de un cambio en el tiempo. Sus trabajos se basan en intervenciones de “lo habitual”, visibilizando una realidad “paralela” y relacionándonos con nuestro día a día junto con los sentimientos existenciales que surgen desde dentro. De esta forma intenta cambiar nuestra forma de percibir la realidad. De su tematización desconcertante en las obras hiperrealistas y proyecciones anamórficas ilusorias ha pasado a trabajar con la realidad misma, tratándola como su lienzo de pintura o material de escultura.

El arte visual en sí se ha convertido en el centro de su atención como tema principal de reflexión y como “método” para la vida. Su uso de técnicas artísticas clásicas, pero no obstante «liberadas», es un ejemplo de ello. Un caso similar es su método de documentación en el que fotografía intencionadamente sus realizaciones temporales en el paisaje, realizadas con pintura biodegradable, como si fueran una pintura o una imagen. Su obra tampoco carece de un contexto más amplio que haga referencia a la historia del arte, ya sea de los románticos alemanes o del evangelizador del art brut, Jean Dubuffet.

 

Fuente: El poder de la palabra