De humor ácido y respuesta ligera. Es periodista y escritor. Se enoja si lo definen como militante de la diversidad sexual. Trabajó con Guinzburg y Lanata. Le encanta comer, lo disfruta y recomienda. “La historia de la homosexualidad en la Argentina” fue, sin dudas, su libro más nombrado desde la discusión sobre matrimonio igualitario. Estuvo en Santa Fe, habló con la gente y habló con TODA.
El autor de “Un día Nico se fue” (2000), “La más maravillosa música. Un historia de amor peronista” (2002), “La canción de los peces que le ladran a la luna” (2006) y “Vos que no tenés hijos” (2011), fiel a su estilo, no se reservó nada.
G.P.- Pasaste por Santa Fe, como ya lo hiciste en otras oportunidades, ¿cómo sentiste el recibimiento de la gente, el contacto con los colegas periodistas?
O.B.- No me siento visitante en Santa Fe, iba de chiquito, mi pueblo está a poco más de 100 km de la ciudad. Iba con mi familia, fui con la escuela varias veces. Lo que ocurre ahora es que, gracias a las redes sociales, logré relación con mucha gente de la ciudad y, cuando hay oportunidad de vernos cara a cara sin el arroba (@ ) en el medio, todo se hace más divertido. Noté que la ciudad está cambiada, la vi como con más color y más alegría. Y me trataron genial, los colegas, la gente de la librería, los medios y el Concejo, que me regaló un mate que es el que empecé a usar porque es muy bueno. Me gustó.
G.P.- Me interesa que me cuentes una anécdota que tenés de LT9 y tu recuerdo con un hecho que quedó marcado en la historia.
O.B.- De chico en Salto Grande escuchaba a Víctor J. Barbier en LT10 y a Juan Carlos Del Missier en LT9. Era fan. A Del Missier lo fui a visitar muchas veces a la radio, y él era muy generoso. Yo era un pibe del colegio secundario y le escribía, y cada vez que mi viejo tenía que ir a Santa Fe, me hacía llevar para ir a la radio de visita. Finalmente me hizo hablar por radio. Y recuerdo claramente que el día que mataron a Lennon -John Lennon- yo estaba de visita en la radio, fue muy fuerte. Del Missier es un fanático de la música y estaba muy mal, todos estábamos mal. Así que para mí el recuerdo de la muerte de Lennon está íntimamente ligado a Del Missier, a la radio, a LT9 y a Santa Fe.
G.P.- La propuesta de la charla fue «Hablando la gente se entiende», ¿vos crees que hablando la gente se entiende? ¿Nos falta dialogo en nuestra sociedad?
O.B.- No sé si falta diálogo. A mí me gusta el diálogo, eso pasa. Es de las actividades que más disfruto. Es cómodo, no te tenés que moverte, lo podés hacer mientras tomás algo. Y sí, creo que hablar siempre es mejor que no hablar. Hablar diciendo, porque hablar por hablar no sirve de nada, sólo es divertido. Pero cuando las palabras coinciden con los actos y los actos se realizan, bueno, ahí tiene sentido.
G.P.- ¿Qué podríamos resolver desde el diálogo?, digo, ¿qué temas que hoy preocupan mucho podríamos resolver desde el diálogo?
O.B.- Tampoco creo que el diálogo tenga un poder sanador per sé. El diálogo sirve si lo que se dice con el pico se sostiene con el cuero. El diálogo sirve cuando se miente lo menos posible y cuando implica no sólo hablar, sino también, escuchar. Viste que se dice “vamos a hablar”, o “tenemos que hablar”. Sería importante también decir “vamos a escuchar” o “tenemos que escuchar”. Creo que escuchando la gente se entiende.
G.P.- ¿Vos considerás que sos una persona que escucha?
O.B.- Si obviamente. No podemos ocupar muchos lugares si no sabemos escuchar. Para trabajar en los medios necesariamente tenés que saber escuchar. Yo lo aprendí -o lo sentí más fuertemente- durante la discusión de matrimonio igualitario, donde no solo hablé mucho, y tuve oportunidad de hacerlo en el Congreso de la Nación y en cuanto lugar imaginen, sino que también escuche mucho. Por eso creo que cuando se habla de libertad de expresión, no se le puede prohibir a nadie decir lo que piensa, aún cuando yo esté completamente en contra de lo que están diciendo. La libertad de expresión es para todos. Después cada uno se podrá hacer cargo de lo que dijo, y para eso también existe una condena social. Pero el derecho a hablar es de todos, y escuchar, por más que a algunos les cuente más, va ligado de alguna manera a esto.
G.P.- Cuando planteas que la diversidad sexual tiene que mirar para adelante y ser libre, disfrutar de las conquistas, ¿a qué te referís?
O.B.- A que después de tantos años a la defensiva es bastante entendible que nos cueste dejar de estar a la defensiva. Pero la etapa de “el mundo contra mí” ya pasó. Es hora de “yo contra el mundo” para finalmente llegar a “el mundo y yo”. ¿Hay comentarios homofóbicos? Bueno, eso es la libertad de expresión. Esos comentarios homofóbicos son parte del diagnóstico de una sociedad. Prohibir el diagnóstico nunca fue una medida inteligente. ¿Hay chistes racistas y homofóbicos en televisión? Me río de ellos desde mi cama con mi amante negro. Creo que esa es la respuesta. Basta de llorar, mariconas. Voy a vivir en la sociedad en la que quiero vivir. Y si a alguien le molesta, lo voy a entender. También a mí me molesta cómo vive alguna gente. Pero no sólo ellos no tienen más derecho que yo y no pueden imponerme cómo vivir. Yo tampoco tengo más derechos que ellos ni puedo imponerles cómo vivir. Ahora, que me gustaría que unos cuántos se hagan putos, sí me gustaría. Pero no se puede.
G.P.- ¿Qué creés que aún le falta al colectivo de la diversidad sexual? ¿Y a nuestro país?
O.B.- Eso, cierta grandeza para incluir a los que no quieren incluirnos. No ponernos a su altura. Defender su derecho a decir barbaridades Y recordar que son barbaridades. Ser más libres, más promiscuos, más divertidos, militar más en las camas que en los Ministerios.
G.P.- ¿Cómo fue la experiencia en Santa Fe?
O.B. – ¡Genial! Se come bien en Santa Fe.
CRÉDITOS: Gerardo Picotto Marino
FOTOS: Pablo Aguirre
AGRADECIMIENTOS: Espacio Ludwig