El encuentro abre la posibilidad de nuevas vivencias. Organización y barrio luchan juntos, como si no existieran imposibles. El juego, el arte, el afecto y los colores son la base de un camino que se hace de a muchos. En “La orilla” de la ciudad, casi a punto de caer del mapa, hay un grupo de jóvenes que va directo al corazón de niños y niñas, y de sus familias. Voluntarios comprometidos resisten. Desde las ganas de hacer nace la posibilidad de torcer la realidad más dura. Me encuentro con Luz Allegranza, coordinadora de “La Orilla”, para que nos comparta unos minutos de este proyecto.

 

TS— ¿Qué es La Orilla?

LA— La Orilla es un espacio socioeducativo, pensado y llevado adelante por la ONG Rizoma, en el barrio Varadero Sarsotti. Es una línea de acción nueva, de las que ya implementa la ONG —asesoramiento jurídico y contable— pero que mantiene la misma esencia: generar espacios de participación y trabajo en red.

TS— ¿Cuál es la esencia de la organización? ¿Qué se pretende construir?

LA— En este caso, La Orilla busca, a través del juego, que los niños y niñas encuentren un lugar de encuentro y convivencia, en donde sean reconocidos y respetados en sus subjetividades, donde puedan resignificar sus vivencias, marcadas en muchos casos por carencias, marginación y frustraciones. Construimos día a día un espacio, en donde los niños y niñas son escuchados y pueden ejercer sus derechos. En pocas palabras: un espacio en donde ellos y ellas, puedan vivir la infancia.

TS— ¿Cómo surge el proyecto? 

LA— La Orilla es hermana de un proyecto de Extensión Universitaria “Conectate con Alto Verde”, que es conducido por la agrupación estudiantil MNR, con el apoyo de Rizoma. Este proyecto, que tiene ya 7 años de vida, se desarrolla en Alto Verde. Por el “Conectate” han pasado muchos estudiantes (quienes incorporaron en su labor profesional la idea de extensión), y muchísimos niños y niñas.

TS— ¿Quiénes lo integran?

LA— La Orilla está integrado por voluntarios que tienen diferentes profesiones (Lic. en Trabajo Social, Lic. en Terapia Ocupacional, Psicología, Abogacía, Contaduría, Lic. en Ciencias Política) pero que coinciden en tener sensibilidad social en el ejercicio de sus profesiones. Con los voluntarios conformamos un equipo interdisciplinario, donde nos enriquecemos mutuamente, aprendemos del otro y principalmente de los niños y niñas, que son nuestros grandes maestros.

TS— ¿A quiénes quiere integrar?

LA— La Orilla convoca a los niños, niñas y a sus familias, apuntando a la participación en un espacio común, construido codo a codo, en donde se intercambian saberes y costumbres, tejiendo redes que cohesionen y den identidad.

TS— ¿Qué actividades realizan?

LA— Tenemos cuatro espacios que apuntan a satisfacer diferentes gustos e intereses de los niños y niñas: el taller “Fábrica de pan” donde los chicos cocinan recetas típicas, recetas familiares, recetas saludables que luego compartimos al momento de la merienda; el espacio de primera infancia “Juguetes para amar” que está destinado a la primera infancia; el taller de arte “Hecho a mano” donde los niños y niñas pueden experimentar con diferentes recursos artísticos y, por último, el espacio de narración y expresión corporal “Vení que te cuento”, donde disponemos de un espacio de lectura y dispositivos narrativos como así también disfraces, títeres, etc.

TS— ¿Quiénes están en «la orilla» de nuestra sociedad?

LA— Están en la orilla aquellos a los que la sociedad les puso el cartel de “destinados”. Están en la orilla aquellos a los que la sociedad y las instituciones les dicen todo el tiempo que no, que sus familias no pudieron y que ellos tampoco van a poder. Están en la orilla los que no encuentran una mano de la cual aferrarse, un refugio en donde esconderse del dolor y de las privaciones. Están en la orilla aquellos a los que no se los mira, los invisibilizados o, peor aún, aquellos a los que se los ve y se les da la espalda.

Esta “otra orilla” que estamos construyendo, la del juego, del arte y el afecto busca recibir y alojar a cada uno de los niños, mirarlos, resignificar sus infancias, construir nuevas vivencias y propiciar el ejercicio pleno de sus derechos.

 

 

Texto: Gerardo Picotto Marino

Fotos: Diego Gentinetta