Menudo y de presencia cálida. Se acomoda en la silla y conversa. Nada es forzado en él, ni sus gestos ni su relato. Cuenta su historia, su niñez, su vida en Santa fe. Se puede ver todavía en sus ojos la mirada del pibe curioso de barrio Candioti al que le gustaba preguntar, investigar, aprender. Se ríe de su paso por la escuela, la universidad, sus primeros pasos como médico, siempre metido en el ala de ginecología y obstetricia. El compromiso íntimo con sus pacientes lo llevó a estudiar e investigar sobre el sexo, en una época donde poco se hablaba porque poco se sabía. Comenzaron las charlas y los cursos y conoció a su segundo amor: la sexología. Soportó burlas, críticas y murmuraciones. Conoció de cerca el desprecio por miedo e ignorancia pero siguió adelante y se fue posicionando como una figura de renombre local y nacional.
-Después de tantos años de consultas, Norberto: ¿Qué es lo que más te llama la atención? ¿Qué cosa te sorprende?
NdP -Me llama la atención que hay muchas más variaciones de la sexualidad de las que uno cree. Es decir: vos, yo, cualquiera vivimos nuestra sexualidad como queremos, individualmente. La gente tiene diferentes necesidades, opciones y formas de ver la sexualidad. Un hombre con una mujer, dos hombres, dos mujeres, tríos, orgías. No hay ya un mandato. Cada cual tiene que hacer lo que quiera siempre que no jorobe a otro ni a él mismo, esa es la definición de salud sexual. La definición de normalidad desde la salud mental y desde el punto de vista sexológico es que toda conducta por más aberrante que parezca, siempre que sea consentida y placentera y entre adultos, es normal.
-¿Qué considerás que es lo más importante para una sexualidad normal y plena en pareja?
NdP – Creo que es fundamental el autoconocimiento, respetar las decisiones de otro, desinhibición, creatividad. Lo más importante es la búsqueda del placer. Si uno piensa cuantas veces se acostó para procrear, se da cuenta de que fueron realmente muy pocas, todas las otras veces se acostó porque le gustaba. Y hay que reivindicar eso, la educación para el placer, la educación para el erotismo, dejar de lado la educación sexual pensada para la reproducción. Si uno se conoce y logra con la pareja respeto mutuo, creatividad y responsabilidad, tiene una pareja erótica que funciona, si a esto le sumamos intimidad emocional, es un buen combo para la vida.
-Entonces tenemos que virar hacia una educación para el placer ¿Verdad?
NdP – Antes teníamos una educación biologista que educaba para la reproducción y una moralista, que marcaba todos los supuestos males que la sexualidad traía. Después estaba la sexualidad erotizante, que se usaba en los tratamientos. Lo importante es la educación sexual integral, que aborda a la persona desde lo psicológico, biológico y social, que se preocupa por la genitalidad, el erotismo, el placer y también aborda todos los demás aspectos de la vida sexual de una persona. Trabaja valores. Busca que se respeten los derechos sexuales, que no existan diferencias entre minorías ni género.
-Norberto: Supongamos que te llama hoy Macri y te ofrece crear el cargo de Ministro de Educación sexual de la nación para que lo presidas ¿Cuál es tu primera medida? ¿Qué creés vos que es lo más urgente?
Ndp – Primero hay que cambiar la educación sexual. Y que se cumpla, porque no se hace. Y si la educación llega a todos los niveles ahí vamos a empezar a mejorar. Y que hacer cumplir los derechos sexuales, basta de educar con dobles códigos morales, hay que romper con todas las instituciones que nos limitan. Ya no se puede educar al hombre como a un “boy scout” y a la mujer con vergüenza y sumisa.
-Existe esta idea de que se sabe de sexo porque hay mucha información. No sólo en los chicos, los grandes también. Yo creo que nos falta hablar y mucho.
NdP – Vos sos joven pero se ha avanzado mucho. Ahora podés sentarte a hablar con tus hijos. Nosotros éramos analfabetos sexuales, pero al mismo tiempo no había tanto estímulo. Hoy los chicos tienen la necesidad de hablar porque están bombardeados de estímulos por todos lados. Televisión, internet, de todo, pero al mismo tiempo no hay educación. Hay muchísima información pero no se educa. Mientras la sexualidad va por el ascensor, la educación va por la escalera. Siempre estamos un paso atrás.
Y los grandes depositan en otros lados la educación sexual de los chicos porque ellos también tienen dudas. Y eso se soluciona hablando, generando espacios donde se pueda hablar, preguntar, debatir. Hay que educar sexualmente desde la cuna, como se enseñan las normas, a hablar, a comer o a hacer caca. La educación sexual tiene que empezar en casa. Si educamos con miedo vamos a tener una sexualidad enferma, reprimida.
Haciendo educación transversal se previenen un montón de problemas, no sólo embarazos y ETS, sino también se educa la igualdad de género, el respeto por las minorías, se previenen las disfunciones sexuales, la violencia de género. Cada uno desde su lugar puede educar sexualmente. Cada uno desde su lugar tiene que educarse y educar sexualmente.
Seguimos charlando un rato más. Norberto nos cuenta de los nuevos cursos que está preparando, de todo lo que lo espera y sus ojos brillan y se humedecen como cuando habla de lo que lo moviliza todavía, acompañar a una mujer en ese proceso íntimo que es la maternidad. Tiene esperanza, sueña. Quiere seguir enseñando y aprendiendo. “No me canso de aprender, pero a San pedro no le voy a poder hablar de sexualidad, necesitaría otra vida para aprender más”. La sencillez y la modestia de un nene curioso que ya se hizo maestro en el arte de educar para disfrutar.
Crédito: Romina Mazzola.
Fotos: Pablo Aguirre.