mi mayor aspiración es no haberme ido de este mundo sin haber cumplido mi destino”

Celia Torrá

“No importa lo que cueste llegar a la masa; iremos sin temor y sin cansancio, somos un pueblo joven más preocupado por su organización material que de su organización espiritual, pero no por eso hay que transigir con la incomprensión ofreciendo lo que conquista el fácil aplauso, no hay que descender, hay que elevarse y en la fuerza del impulso elevar a los demás”.


Celia Torrá

Una adelantada en su tiempo

Celia Torrá fue una verdadera pionera que hizo su propio camino con talento, inteligencia y enorme dedicación. Su vida y sus logros fueron extraordinarios teniendo en cuenta el tiempo en que vivió, una época plagada de prejuicios y preceptos sociales que ella supo sortear gracias a su talento y tenaz dedicación.

Sus convicciones hicieron que se mantuviera firme en un derrotero difícil, que la llevaría a transitar en la búsqueda estética más allá de su violín. Celia Torrá estaba llamada a crear, para hacerlo tuvo que romper esquemas establecidos y emprendió el rumbo que la llevó a ocupar espacios de los cuales la mujer parecía estar excluida hasta ese entonces.

La infancia en Concepción del Uruguay

Celia Tomasa Torrá, nació el 18 de septiembre de 1884 en Concepción del Uruguay, provincia de Entre Ríos. Perteneció a una familia de origen catalán, contando también entre sus miembros españoles, argentinos, uruguayos y paraguayos. Era nieta de Don José Ubach y Roca, quien asociado con el General Don Justo José de Urquiza instaló una fábrica de paños en Concepción del Uruguay. Su padre, Joaquín B. Torrá fue tesorero de la municipalidad, era de nacionalidad uruguaya aunque sus antepasados pertenecían al principado de Cataluña.

Desde niña fueron destacadas sus condiciones musicales ya que entonaba canciones con notoria expresividad cuando apenas contaba con tres años. Sus padres eran amantes de la música y fue  providencial que naciera en un hogar de diletantes capaces de advertir sus aptitudes y así encaminarla en su vocación, lo que motivó que le comprasen un violín. A fines del siglo XIX era casi imposible encontrar un profesor de violín en Concepción del Uruguay, su padre se hace orientar y por sus propios medios la inicia en la ejecución de ese instrumento cuando apenas contaba con cuatro años.

Volando hacia los ideales

Siendo aún muy joven y aspirando a los más altos ideales Celia viaja a Paraná para continuar sus estudios permaneciendo en la capital de Entre Ríos un breve tiempo.

Su próximo destino será Buenos Aires. Comienza a estudiar piano con Alberto Williams y violín con América Montenegro y con el concertista -compositor Andrés Gaos. En el año 1909 es becada por la Comisión Nacional de Bellas Artes con el Gran Premio Europa radicándose en Bélgica, donde se perfecciona con el afamado violinista César Thomson y con el prestigioso maestro húngaro Jenö Hubay. Luego de superar los inconvenientes iniciales a causa de los prejuicios que motivaban su condición de mujer y su origen latinoamericano, logró afianzarse en sus estudios y en 1911 obtiene el Gran Premio de Violín y con posterioridad el Premio Van Hall, que se confería al alumno más destacado, consistente en el lauro y una suma de dinero.

Como a otros tantos artistas argentinos, la Primera Guerra Mundial la obliga a quedarse en Europa. En ese momento tan duro para la humanidad, ella inicia una de las actividades que signarán su vida: la acción social y comunitaria.  Se dedica a tocar a beneficio de las víctimas y heridos de guerra, trabajando junto a la Cruz Roja.

El regreso a la Patria y una nueva aventura europea

En 1919 contando con 35 años, terminada la guerra y tras nueve años de ausencia, regresa a su patria. Visita su ciudad natal, Concepción del Uruguay donde siempre fue admirada y querida. Allí, llevó a cabo un concierto de violín en la misa dominical en la Iglesia de la Inmaculada Concepción, promoviendo a partir del mismo la formación de una comisión para recaudar fondos para la compra de un órgano, con el apoyo del párroco de turno, el presbítero Andrés Zaninetti y asumiendo la responsabilidad del proyecto.

Celia Torrá colaboró dando recitales en el barco a vapor que la llevaba de Concepción del Uruguay a Buenos Aires, diciendo a sus oyentes: «esto es para el órgano de mi pueblo». Este emprendimiento fue concretado personalmente por Celia Torrá ocho años más tarde.

En ese mismo año de 1919,  el Gobierno de Entre Ríos le otorgó una beca para realizar estudios en Europa (siendo su destino Francia). La ley 2600 reguló dicha beca y fue sancionada por la Legislatura de la Provincia de Entre Ríos. Su artículo 1° dice: «Créase una beca de ciento treinta pesos oro sellado mensuales a favor de la señorita Celia Torrá por el término de dos años a fin de que pueda continuar en Europa sus estudios de composición musical «y el artículo 2 estipula: «este gasto se incluirá en los Presupuestos de 1920 y 1921 con imputación a la presente ley».

 

Celia Torrá fundadora, compositora, directora y maestra

Regresa en 1921 y comienza por encargo del Gobierno Nacional, una labor de difusión musical en el norte y noroeste de nuestro país. Nunca se cansa de profundizar, y continúa sus estudios de composición bajo la guía de Athos Palma en Buenos Aires.

En 1930 funda la Asociación Coral Argentina, de la cual es directora, organismo que en 1938 se fusiona con la Asociación Sinfónica Femenina, logrando dar más de 200 conciertos que la califican como una directora de orquesta de excepción. Esto sirvió ante todo para encauzar profesionalmente a mujeres instrumentistas, en una época en la que a las mujeres les era difícil acceder a las orquestas sinfónicas o de ópera. Celia Torrá desarrolló es este aspecto una labor pedagógica y de índole social que rindió frutos excelentes,

En 1934 compone su Sonata para piano, demostrando no sólo su conocimiento de este instrumento (que será el que más abordará en la segunda mitad de su vida), sino dando al corpus musical argentino una de las mejores sonatas de su tipo de nuestro repertorio.

Y así llegamos al año 1949, en el que obtiene su gran reconocimiento, siendo elegida para dirigir fragmentos de su propia Suite Incaica en el escenario del Teatro Colón, empuñando la batuta de una de las orquestas más prestigiosas de Argentina. Fue ella, Celia Torra, la primera mujer que subió al podio en el gran Teatro.

Celia Torrá se había impuesto naturalmente ante cualquier posible prejuicio social, por su personalidad y talento únicos, había dominado el violín, el piano, la composición y la dirección sinfónico-coral. Sin embargo, tampoco había dejado de lado la importancia de la docencia. Bajo sus manos, abría nuevos caminos en un campo muy especial de la composición: la producción musical para Jardín de Infantes, pues Celia Torrá, la concertista aclamada internacionalmente, entendía que la sensibilidad y la belleza deben ser parte del ser humano desde la más tierna infancia. Tan fuerte era esta convicción que fue maestra de música por muchos años en el Jardín de Infantes “Mitre” de la ciudad de Buenos Aires.

En 1952 se fundó bajo su conducción el coro mixto de la Fábrica Philips integrado por obreros de la citada empresa, el cual dirigió hasta 1962, año de su fallecimiento. Siendo este el primer coro de obreros de nuestro país.

“Debo trabajar para merecer y para merecerme”

Pocos años antes de morir, su salud se resiente y le sugieren que no trabaje tanto, a lo que ella responde con toda convicción: “debo trabajar para merecer y para merecerme”.

Tras una larga y penosa enfermedad (cáncer), el 16 de diciembre de 1962 fallece Celia Torrá. A raíz de su desaparición física se cambia el nombre de la Asociación Sinfónica Femenina y Coral Argentina por el de Asociación Celia Torrá. Quedando bajo la dirección compartida de Hilda Mattauch, Jacqueline Ibels y Amalia Bazán. El 17 de enero de 1979  dicha Asociación donó al Museo Histórico de Entre Ríos «Martiniano Leguizamón» sito en Paraná, capital de la Provincia de Entre Ríos, la batuta que utilizaba en las actuaciones parte de las composiciones y otros objetos relacionados con las distintas facetas de la actividad artística de Celia Torrá.

En 1992 bajo mi iniciativa y personal recopilación de firmas del ambiente musical entrerriano y argentino, se denomina, a través del Decreto 11.827 del Departamento Ejecutivo Municipal de Concepción del Uruguay, con el nombre de Celia Torrá a la Escuela Superior de Música la cual en la actualidad forma parte de la Carrera de Música de la Universidad Autónoma de Entre Ríos.

Cabe también mencionar que en Concepción del Uruguay el 24 de noviembre de 1968 y por iniciativa de Don José Nadal Sagastume, se nombra Celia Torrá a una de sus arterias.

El día 17 de enero de 1979, la Asociación Celia Torrá con asiento en Talcahuano 316 1er piso (Bs. As.), donó al Museo Histórico de Entre Ríos “Martiniano Leguizamón” de la ciudad de Paraná varios ejemplares de las distintas publicaciones de las composiciones de Celia Torra y diversos objetos que le pertenecieron. Son de destacar un retrato al óleo de Celia Torra, obra del pintor M. Escudero y una batuta de madera con empuñadura y guarniciones de plata con el monograma de su nombre. Los mismos hoy son salvaguardados por el Museo.

 

Fuente: Marcela Méndez