Mines Pernuzzi es la organizadora del Congreso Internacional de Tarot, un evento que empezó como una quijotada y terminó convirtiendo a Santa Fe en un polo en el que convergieron especialistas de todo el mundo.

La habitación cálida, colores y aromas intensos, mandalas de colores infinitos; dos sillas, una mesa y, sobre ella, un mantelito de terciopelo violeta, el color de la transmutación.

Mines Pernuzzi se construyó su nombre y su mundo desde cero. Desde allá lejos y hace tiempo, en Santa Clara de Buena Vista, al sudoeste del departamento las Colonias, cuando era María Inés, tenía dos hijas y una realidad económica más que incierta.

Un día de 1995 vino a visitar una amiga a Santa Fe. En el colectivo, un señor leía un libro azul con letras amarillas. Cuando bajó, entre las vidrieras de la terminal vio el mismo libro, la misma portada, las mismas letras. “No tenía un mango pero me lo compré” dice, como quien enceguecido juega sus últimas fichas. El libro era “Tus zonas mágicas”, de Wayne Dyer, y daría un giro copernicano a su vida.

Mines estudió en Santa Fe el Profesorado en Letras, aprendió Pintura, nacieron sus dos hijas y se volvió a Santa Clara con toda la familia: la pareja quería que las chicas vivieran su infancia en el pueblo. Ella es maestra de primaria para adultos. Durante muchos años estuvieron desocupados. “Vivíamos con mucha escasez. Yo tenía un solo pullover y un par de zapatillas. Pero estaba segura de que había otras cosas para mi vida”.

Dice que ella aprendió de los libros pero, también —y mucho—, de la huerta. “Sembrar las semillas, saber esperar, tener paciencia, regarlas, darles cuidado. La quinta me enseñó mucho: es una gran metáfora de la vida”, asegura.

Pasaron el tiempo y las contingencias y, en 2009, la mujer se radicó definitivamente en Santa Fe. Como firmaba M. Inés, con esa M montañosa de las maestras, sus amigas le empezaron a decir Mines y, así, fue que adoptó ese nombre. Detrás de ese cambio vendrían otros, también radicales.

“Ese libro fue la brújula. Fue la puerta de entrada a este mundo, al que jamás me había asomado, ni siquiera por curiosidad”, dice hoy Mines, con el diario del lunes en la mano. Acaba de pasar el Congreso Internacional de Tarot, un evento que organizó ella, con la ayuda de sus hijas, y que convocó en el hotel UNL ATE a 160 visitantes. Llegaron especialistas de España (María del Mar TortCasals); Argentina (Ani Zetina, Valeria Hahn, Silvana Musso, Jimena Latorre, Gabriela Sverdlick, Miriam Aguirre y María Villanueva); México (Jorge Serrano García) y Francia (Christopher Carrozza, quien fuera asistente de Alejandro Jodorowsky).

“El libro fue el puntapié inicial de un proceso enorme. Empecé a interesarme por la Metafísica, la Astrología, el Tarot. Comencé a tomar clases por Internet: me iba al cyber a recibir los mails con lo que tenía que estudiar. En 2004 me encuentro con quien sería una de mis maestras: Mirtha Palmas. Juntaba mis pesitos y me venía a Santa Fe a tomar clases con ella, fue un proceso de aprendizaje muy intenso”.

Sentada en su salón, donde además de los consultantes recibe a sus alumnos, asegura que siempre fue una “buscadora” de los temas espirituales. “Las primeras búsquedas eran en la Iglesia, donde fui catequista. Pero no encontré allí las respuestas a mis preguntas. Entonces seguí buscando. Creo que nunca contacté tanto con Dios como cuando estudié Astrología y Tarot. Ahí es donde comprendí su presencia indiscutible. Son lenguajes simbólicos que te conectan con la esencia”, define. Y completa: “Mi objetivo es, primero, que el tarot sea una herramienta personal para crecer como persona. Luego, poder llevarlo a otros. Aquí vienen muchas personas a aprender”.

El tarot tiene 78 cartas, que se llaman Arcanos. Los Arcanos Menores marcan situaciones cotidianas o personas. Los Mayores marcan ciclos evolutivos. En todo ese conjunto de imágenes, se resume el relato de una vida. “El Loco es la primera carta del Tarot, la energía de inicio: es el recorrido de una persona a lo largo de su vida. En todos esos juegos que se pueden hacer, combinaciones de 78 por 78, se marcan todas las posibilidades que tenemos en la vida sobre distintas situaciones. Al consultar el Tarot, estás analizando en qué parte de tu viaje estás”.

 

TS —¿Qué les dirías a las personas que tienen miedo de saber lo que les va a pasar?

MP —Que el Tarot no te dice lo que te va a pasar. Desde el criterio con el que yo trabajo, el Tarot no es adivinación. Es una herramienta de orientación, para un trabajo que es personal. Después, libre albedrío: vos podés seguir la sugerencia del Tarot o no. Lo más importante de la lectura del Tarot es lo que la persona hace cuando atraviesa la puerta de salida con toda esa información.

TS —¿Hay códigos o reglas para el tarotista?

MP —Hay un Código de Ética del Tarot, al que yo adhiero. Primero: no somos terapistas, somos orientadores. Se respeta el secreto profesional. Tenemos que decir en qué consiste nuestro trabajo y cuál es el valor que va a tener. El tema de la muerte es algo de Dios, no se aborda en una consulta de Tarot. Esos son algunos de los puntos. Y después, se trata de no crear dependencia con el consultante: si la persona viene siempre a preguntar sobre el mismo tema, tendrá que ser desde otro lugar, más evolucionado. Hay gente que a veces está muy ansiosa. Éste es un proceso que necesita tiempo, hay que saber esperar. La semilla que planto hoy no va a dar una naranja mañana.

 

Crédito: Natalia Pandolfo

Fotos: Pablo Aguirre