Llegó a esta ciudad portuaria creyendo que su camino era la ingeniería en alimentos, aunque más tarde descubrió que su espíritu pierde noción del tiempo cuando de endulzar la vida de otros se trata. Mauro Iván Barrionuevo es quien dio vida a Kèik Pastelería, y aromatiza con sus bandejas de dulces y coloridas masas acompañadas de café las jornadas del Mercado Norte.

Escena 01: Santa Fe. Mercado Norte. Interior día

Es mediodía, las personas circulan a diversas velocidades, mientras miran los productos de los locales. Hay música ambiente en altavoz, suave y en español. Los pasillos tienen buena luz y en el piso se dibujan algunos rayos de sol que se cuelan por las paredes vidriadas. Se ve a Mauro sentado en una mesa con sillas verdes, de fondo una gran estantería con muchos juegos de té y platos, algunos con detalles dorados. Predominan los colores claros, marfil, verde agua, celestes y el marrón de la madera. Sobre la mesa una bandeja esmaltada y una taza llena –que, por su espuma, perfume y color, se deduce capuchino. Mauro aleja el celular y levanta la vista a manera de bienvenida y en dirección a la periodista pregunta:

MAURO –¿Querés un café?

Escena 02

Inicio de flashback: Santa Fe. Mercado Norte. Interior día

Es lunes por la mañana, el celular marca 11.53 am. Mauro, con chaqueta blanca, mira atento los cuatro macarons que acomoda junto a una tetera. Los fotógrafos Belén y Nacho registran todos los detalles, desde ángulos opuestos, apoyados sobre la barra. Ezequiel retrata el momento y envía la foto por wasap. Se ven concentrados y gatillan sus cámaras. Mauro se apoya con su mano derecha sobre el respaldo de una banqueta blanca. La producción de fotos y audiovisual lleva casi cuatro horas.

 

 Voz en off de Mauro

«Hacer macaron lleva tiempo, es algo complejo de aprender, sobre todo para mí que cuando arranqué tenía mucho de persona autodidacta. Sucede que, una vez que lo aprendés y se logra el punto se vuelve sencillo. Tiene exactitud en sus ingredientes, en el tiempo de mezcla, otros ratos son espera porque el preparado debe dejarse descansar y es necesario controlar la humedad del ambiente para que se logre, si no quedan tapitas de alfajor. Ahora sé que los días secos son un buen día para hacer macaron.»

 

 

Fin de flashback.

Mauro se crió en Comandante Fontana hasta los 11 años y luego se mudó a Clorinda, una localidad de Formosa a más de 800 km de la capital santafesina. Vino a estudiar una ingeniería, pero al llegar empezó a descubrir su veta artística. Quiso aprender otras cosas y encontró que cerca de su casa, la pintora Nanci Velázquez daba clases; fue el inicio de un recorrido de años. Primero fue parte de la Asociación de Artistas Plásticos de Santa Fe, luego integró su comisión directiva. Más adelante trabajó en TODA Santa Fe —por recomendación de Lucía Schmidhalter—, encargado del catálogo de Artistas Visuales: «Conocía mucho el ambiente y me conocían también. Y aunque nunca fui bueno para pintar —aclara mientras se ríe y acaricia su mentón— cada nueva situación o lugar me permitió aprender de aquello que proponían los artistas y sus obras. Fue un período muy enriquecedor.»

 

¿Me hacés un lemon pie?

Mauro cuenta su historia con gran nivel de detalle, es posible «verlo» a cada momento y armar un guión de película. Destina tiempo para relatar sus etapas, las desanda paso a paso y crea imágenes y sonidos para compartir sus recuerdos: «Vengo de una familia que disfruta de ser anfitriones y para las reuniones siempre preparaba algo dulce. Fueron mis amigos quienes comenzaron a pedirme que les haga tortas, en ese momento solo les cobraba los ingredientes. Pasé del “me haces una…” a vender todos los fines de semana. Los primeros cinco meses cociné con una sola bandeja y por supuesto tenía muy mala organización del tiempo». Se ríe, cruza los brazos sobre la mesa, termina de tomar su capuchino y afirma: «Ahora entiendo otras cosas, porque cuando empecé mi mamá aún me acompañaba económicamente y me pidió que decida lo que iba a hacer. La ingeniería y la pintura ya no eran parte de mi vida, y disfrutaba de cocinar. No tenía muy en claro que quería hacer, sabía que no deseaba volver a Clorinda, fue un momento muy duro. Mis amigos fueron quienes terminaron de mostrarme lo que podía lograr». En esa nueva etapa su red de afectos fue el sostén, se mudó a un lugar más amplio, pudo invertir en utensilios y moldes, aprendió a administrar el tiempo, amplió la carta de encargos y sus pedidos comenzaron a agigantarse. Como en el macaron: el tiempo y la buena combinación de los ingredientes hacen la diferencia.

Durante dos años su departamento fue el espacio de trabajo, hasta que se animó a crecer más. «Fue Marcelo quien insistió en que presente el proyecto del local en el Mercado Norte. Estaba muerto de miedo, en ese momento conté con todos para ayudarme: desde el diseño del local (inicialmente era una casa de té) hasta prestarme dinero o asesorarme dónde buscar préstamos para emprendedores. Meses de intenso trabajo, de ajustes y de hacer muchísimas cuentas.» Terminado la primavera de 2018, luego de diez meses, inauguró Kèik, su proyecto más ambicioso, autogestivo y colaborativo. «Siempre me gustó la gastronomía, pero la pastelería tiene mucho de precisión y cálculo, con el plus de saber que ese plato se va a disfrutar y eso me encanta —dice mientras garabatea con el dedo índice sobre la mesa, y agrega— cuando entro al local las horas transcurren diferente, no me doy cuenta de lo entretenido que estoy, puedo terminar agotado pero seguro que me voy a dormir feliz.»

Barrionuevo Básico.

Su primer recuerdo con la comida viene de su abuela Rosa, que siempre cocinó para todos en la chacra donde se crió. Su abuelo Nino también es un gran cocinero, pero de salado. La precisión que requiere la pastelería la sacó de su madre Sonia, profesora de ciencias exactas.

Buscándose, descubrió que le gustaba pintar, ese recorrido le mostró que era bueno en la colorimetría, detalle notable en todas sus preparaciones. Comenzó tomando recetas del Abc pastelero, de Osvaldo Gross y, más tarde, las fue modificando creando un recetario propio. Sus amigos son los «probadores» de sus productos: «Confío plenamente en sus paladares y su sinceridad».

Santiago del Estero 3166, local 18, Mercado Norte.

@keikcatering

+54 9 342 449 7844

Agradecemos al Instituto Sol por cedernos su espacio para la producción fotográfica

 

Texto: Victoria Bordas

 

Fotos: Ignacio Platini

 

Nombre de sección: Emprendimientos

 

Edición: N° 86

 

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