Entendió a la política como una herramienta paracambiar una realidad que le dolía y la interpelaba en 2003. Asegura que no larepresenta el PJ orgánico y la desvela el deseo de ser Intendenta para trabajarpor una Santa Fe más equitativa y con igualdad de oportunidades.(
Unos minutos antes de la entrevista, llega acompañada por una de sus tres hijas. Son semanas muy agitadas para Luz pero no pierde la sonrisa, asegurando que su trabajo no es más sacrificado que el de una enfermera o una docente. Asegura que no es la política en sí la que demanda tanto tiempo, sino que es ella quien elige dedicarle sus días completos. Su pasión no entiende de horarios ni fines de semana y agradece la generosidad de una familia que la acompaña y sostiene. A sus 52 años, Luz cree que llegó el momento de poner en práctica sus conocimientos como escribana, docente y militante para mejorar Santa Fe.
TS —¿Qué le da el contacto con los vecinos?
LB —Es una forma de hacer política con la que te nutrís de información. Te permite saber qué está sintiendo el vecino y qué le falta. Si leemos los diarios parecería que tenemos una Santa Fe del 2023, pero cuando pisás los barrios te encontrás con que la ciudad está llena de pozos. El 50% de nuestra población solo tiene el acceso a los tres servicios esenciales de electricidad, agua y cloacas. Los barrios más alejados del centro tienen mayor densidad de población pero menos estructura. El crecimiento tiene que ir de la mano de una equidad que en Santa Fe no tenemos. A mí el peronismo orgánico no me representa. Desde la oposición, con código y respeto, siempre he logrado intermediar en función de los vecinos con el gobierno de la ciudad, entendiendo que la política es una fantástica herramienta para hacer.
TS —Además de sensibilidad, ¿qué le ofrece su visión de mujer a la política?
LB —La mirada de la mujer influye mucho en las políticas públicas y las decisiones que se toman. Es muy importante la paridad porque hay mucha hipocresía en el establishment del poder. Los hombres se desgarran las vestiduras hablando de paridad pero, cuando se analiza la inversión y el gasto público en el presupuesto, nos encontramos con que solo 6 millones de pesos se destinan al programa de género reconocido dentro del presupuesto. Si en el Concejo hubiera otra mirada de género a la hora de definir cuáles son las prioridades, seguramente la ecuación y los gastos serían distintos. Cuando hablamos de política pública hablamos de cuánta plata vamos a reconocer para que una acción se vuelva realidad. En esta carrera frente a estas elecciones, hay que interpelar a las tres estructuras de poder que nos han gobernado: el Socialismo, Cambiemos y el PJ local.
TS —¿Cuál cree que es el esquema de prioridades para la ciudad?
LB —La ciudad supera en índices de homicidios a la media nacional. Más que la situación económica, al vecino lo apremia la inseguridad. Hay que recuperar el espacio público. Las plazas se han convertido en aguantaderos del narcomenudeo y, si bien esta gestión ha avanzado mucho, hay que profundizar. No va a haber seguridad si no hay equidad. La inseguridad es producto de la falta de fuentes de trabajo, la crisis en la educación y de que el 30% de los santafesinos no tenga cobertura de obra social.
TS —¿Qué características definen a su equipo?
LB —La sensibilidad social y la responsabilidad a la hora de estudiar y planificar políticas públicas. Uno va sembrando y cosecha en los lugares más inesperados. Militamos mucho por el boleto escolar gratuito y, el año pasado, se hizo realidad en el Concejo sin la presencia nuestra, pero no es lo que importa. En su momento, también presentamos el proyecto de regularización dominial, que hoy en el Ejecutivo local es una bandera y enhorabuena que así sea. Las ideas que nosotros volcamos no están patentadas, son en beneficio de todos. Santa Fe es nuestra gran casa en común, en la que tenemos que trabajar para que todos sus habitantes vivan con equidad y dignidad.
TS —¿Qué siente por la política?
LB —Es una herramienta de transformación que me apasiona. Ingresé enojada con la política habiendo sufrido la inundación de 2003 en carne propia. Fue una situación que me rebeló, porque me daba cuenta de que el Río Salado entró por la desidia de la clase política. Hubo negligencia y corrupción. Me enojé mucho con el sistema y cuando me invitaron a participar me dijeron que, si decía que no, ya no me podía seguir quejando. En ese momento estaba leyendo La Razón de mi vida, de Evita y, desde ese lugar, interpreté la política. A la batalla hay que darla puertas para afuera, salir y embarrarse. Si no, el círculo se cierra cada vez más.
TS —¿Cómo se imagina dentro de unos meses?
LB —Como Intendenta. A los sueños hay que trabajarlos para poder alcanzarlos y en eso estamos. No es fácil porque hay dos elementos que te condicionan mucho. Uno es el poder instituido, que hace lo imposible para mantener el status quo, y el otro es el enojo del vecino. Nos gusta hacer docencia, para lograr que el vecino entienda que ese enojo que siente es legítimo pero debe convertirse en voto para transformarse en una acción positiva. La pasividad es funcional a que se perpetúe el poder de turno.
Texto: Belén Bustamante
Fotos: Pablo Aguirre
Maquillaje: Mariana Gerosa
Nombre de sección: Gestiones políticas
Edición: N° 70