El grupo conservador Moms for Liberty objetó un libro sobre el famoso caso de la adolescente víctima del Holocausto; admiten que tienen un centenar de títulos en revisión
Una escuela secundaria en la ciudad de Vero Beach, a más de doscientos kilómetros de Miami, debió retirar de su biblioteca la novela gráfica El diario de Anne Frank, adaptación del guionista Ari Folman y el ilustrador David Polonsky, después de que el grupo conservador Moms for Liberty presentara una objeción, alegando que el libro minimizaba el Holocausto y contenía escenas sexuales. A fin del mes pasado, también en el estado de Florida, una docente fue denunciada y expulsada por mostrar El David de Miguel Ángel a alumnos de sexto grado en una lección sobre arte renacentista: consideraron que la escultura era “pornográfica”.
En la novela gráfica, se muestra a la protagonista paseando por un parque donde observa, fascinada, estatuas de mujeres desnudas. En otra entrada del diario, la joven -de trece años- le propone a una amiga que le muestre los senos. Se lee en el diario original en el que se basa este libro, autorizado por el Anne Frank Fonds: “A veces, cuando reposo en la cama durante la noche, siento una terrible necesidad de tocar mis senos y escuchar el tranquilo y constante sonido de mi corazón. Inconscientemente he tenido estos sentimiento antes de llegar aquí. Una vez estaba pasando la noche donde Jacque. No podía continuar negando mi curiosidad sobre su cuerpo, el cual ella siempre escondió de mí y el cual jamás he visto. Le pregunté, como una prueba a nuestra amistad, si podíamos tocar los senos de la otra. Jacque se negó. También tuve el terrible deseo de besarla, lo cual hice”. Por estas líneas, se llegó a conjeturar que Ana Frank era una suerte de “activista” lesbiana.
La lideresa de Moms for Liberty, Jennifer Pippin, dijo que la novela gráfica de Ana Frank violaba los estándares estatales para enseñar el Holocausto “con precisión” y que se presentaba la obra como una “biografía”. Además de la novela gráfica, la agrupación “denunció” tres libros de la serie de manga Assassination Classroom (escrita e ilustrada por el japonés Yūsei Matsui). Pippin adelantó que tienen un centenar de libros en revisión.
La novela gráfica se publicó en 2018. Los padres de Folman -director de cine y compositor israelí, además de guionista- son sobrevivientes del Holocausto.
Según la política del distrito escolar de Florida, el director de la institución debe tomar la decisión acerca de los libros impugnados por los padres. Si alguien no está de acuerdo con la decisión de mantenerlo en la biblioteca, se debe apelar ante un comité del distrito. “La novela gráfica de Ana Frank había sido revisada dos veces antes de ser retirada”, dijo Cristen Maddux, portavoz del distrito escolar del condado de Indian River. “Por ley, las escuelas de Florida están obligadas a enseñar sobre el Holocausto y nada ha cambiado en ese sentido”, agregó.
La Asociación Estadounidense de Bibliotecas informó en marzo que durante 2022 se hicieron 1200 pedidos para censurar libros en distintas escuelas y bibliotecas, muchos de temática LGBTQ+ y con una perspectiva crítica de la raza. Es el número más alto desde que la asociación comenzó a llevar este registro, desde hace más de veinte años. En el estado de Florida, que gobierna el republicano Ron DeSantis, las censuras de libros se multiplican luego de que este impulsara una ley que permite a los padres cuestionar cualquier libro de una biblioteca escolar si se los considera “inadecuados para las necesidades de los estudiantes” (a los libros, no a los padres). Los docentes y las autoridades escolares pueden recibir multas de hasta cinco mil dólares si no acceden a las solicitudes de revisión de padres y organizaciones.
“Las políticas culturales de DeSantis difícilmente sorprendan a quien sigue la agenda política de los Estados Unidos durante estas últimas dos décadas -dice a LA NACION el escritor argentino Juan Vitulli, profesor de literatura en la University of Notre Dame, en Indiana-. La avanzada ultraortodoxa que el gobernador de Florida representa no es un hecho reciente ni aislado. Es la punta de un iceberg que flota a lo largo y a lo ancho de la compleja geografía del país. La mayor parte del territorio norteamericano experimenta los efectos de estas políticas que no son sino la continuidad e intensificación de lo hecho por otros gobernantes en el pasado. Desigualdad, cesación de derechos, racismo estructural, homofobia, violencia policial y crecimiento de la xenofobia son apenas algunos de sus efectos, los signos más visibles que todos conocemos y con los que convivimos a diario”.
Para Vitulli, estas cuestiones empiezan a evidenciarse en el ámbito cultural del país de América del Norte. “Era solo una cuestión de tiempo -reflexiona-. Es singular la forma en que han decidido representar discursivamente esta misión, presentándose como las víctimas de una amenaza a la que llaman woke que, según ellos, busca demoler los valores tradicionales del país para implantar una ‘tiranía de lo minoritario y lo diverso’, utilizando los medios de comunicación y las universidades para efectivizar su agenda. De allí que tengan que usar el poder y los recursos del Estado para protegerse y, de paso, prohibir y retirar libros de las bibliotecas públicas o erradicar del ámbito escolar perspectivas teóricas que consideran peligrosas. Es muy triste la situación”.
Según un informe de PEN America, desde el 1° de julio de 2021 hasta el 30 de junio de 2022, 138 distritos escolares en 32 estados (de Nueva Jersey a California, y de Texas a Michigan) prohibieron libros. Algunos, además, cerraron bibliotecas en escuelas secundarias. Representantes de la Federación Internacional de Asociaciones de Bibliotecarios y Bibliotecas (IFLA, por su sigla en inglés) anticiparon que darán a conocer un comunicado contra estas prácticas institucionalizadas de censura.
Ayer, CAA Foundation (de Creative Artists Agency) y la agrupación Campaign for Our Shared Future (”Campaña por nuestro futuro común”) lanzó en redes sociales la iniciativa #LetAmericaRead con el fin de alertar sobre el aumento de las prohibiciones de libros en escuelas y bibliotecas de Estados Unidos. Figuras de renombre como Julia Roberts, Sterling K. Brown, Selma Blair, Shonda Rhimes y Andy Cohen, entre otros, apoyaron la campaña.
“Desde tiempos inmemoriales, la prohibición de libros ha sido el refugio de líderes que temen que sus argumentos e ideas no resistan el escrutinio público. Su violencia nace de la debilidad. Y no somos un pueblo débil: luchar contra la prohibición de libros es un acto de patriotismo y una demostración de fuerza”, publicó la actriz Julianna Margulies en su cuenta de Instagram, donde se la ve con un ejemplar del Diario de Ana Frank. Además, invitó a sus seguidores a compartir publicaciones con el hashtag #LetAmericaRead y a crear las suyas propias, con imágenes de libros prohibidos en Estados Unidos, entre los que figuran 1984, de George Orwell; Matar a un ruiseñor, de Harper Lee; Beloved, de Toni Morrison; Cometas en el cielo, de Khaled Hosseini, y El cuento de la criada, de Margaret Atwood.
Fuente: LA NACION