Cuatro figuras radicales, absurdas, monstruosas; cuatro cuerpos que transportan los grandes temas de la humanidad, cuatro patas de una mesa siempre imperfecta: “La Jauría de las Damas”, producción de la Comedia Universitaria 2017, pasea por la política, la religión o la filosofía con un anadeo de densidad y desparpajo.
Es que el humor, la forma más pura de la inteligencia al decir de Roberto Bolaño, es el gran titiritero que maneja los hilos de estas cuatro criaturas, puestas a escupir verdades y tender preguntas tramposas en escena.
“Es una obra no complaciente”, asume Adrián Airala, autor y director de la puesta que lleva adelante el Grupo África. Los temas más duros de roer, los que hacen a la existencia humana, son pasados por el tamiz del humor —un humor de giros absurdos— y presentados como una ofrenda ante un público que no puede asirse al recurso de ser impasible: ama u odia, se entrega o no.
Adriana Rodríguez, Susana Formichelli, Marisa Ramírez y Najla Raydan ponen sus cuerpos al servicio de un trabajo físico de exigente factura, con un caudal de sentido muy fuerte como para permanecer inmune. Como en escenas de cine que se recortan, se superponen, se funden a negro, estas cuatro figuras dibujarán la telaraña de un significante que es a la vez potente y abstracto, sólido y difuso, evanescente y perdurable. Que es ideológico y es político, que se sienta y toma postura frente a los temas esenciales.
“La obra cambió mucho. Es muy distinto el trabajo del dramaturgo escribiendo solo frente a la computadora, a ese material encarnado. Cuando ese texto está en manos de las actrices, ellas transforman el material y yo comienzo a ser un espectador. Cuando un material de dramaturgia comienza a pertenecerle a los cuerpos, se transforma, y uno tiene que ser muy permeable. Yo tengo que agradecer a mis actrices por cómo transformaron ese material“, declaró Airala en la previa del estreno. Ante un público acostumbrado a devorar imágenes muy rápidamente, esta jauría propone un menú a desmenuzar con sigilo, lentamente, degustando cada textura, definiendo cada matiz.
Por esos cuerpos —que no son humanos pero tampoco animales, que se rebelan al encasillamiento con fiereza, que se olfatean y se eluden, que se violentan y se corroen— pasan la emoción y la revolución, la hermosura y el caos, la diestra y la siniestra. Pasan el cine y también la magia, la palabra, el gesto, la mirada, la luz, el vestido, las agujas. El entramado se teje con textos que adiestran, mordidas sancionadoras, con un maquillaje que es un manifiesto, con rayos y truenos que pincelan una oscuridad siempre presente.
Entre el agobio de lo real y lo etéreo de lo posible: en esa encrucijada se ubica la jauría para gritar sus verdades con ahínco y reírse luego de ellas con insolencia. El telón de fondo es el poder: un poder absoluto que recae invariablemente sobre una u otra, pero que propone zonas oscuras cuando es puesto en disputa, en conflicto.
El entrenamiento corporal de Claudia Paz Hernández Melville, el diseño de vestuario y escenografía de Fernanda Aquere, la asistencia de vestuario y tejidos de Claudia Paz Hernández Melville y la confección de vestuario de Gladis Mendoza de Cainelli, el diseño de luces de Ponchin Insaurralde, el diseño sonoro y música de Martín Margüello y la operación de Ariel Gaspoz son el andamio que sostiene el devenir de la jauría, todos bajo la producción y coordinación general de Fernanda Aquere y la dirección de Airala.
(Destacado)
Propuesta seleccionada durante la última convocatoria “Espacio de Representación”, organizada por la Secretaría de Cultura de la UNL en el marco de Trayectoría, la obra fue recientemente seleccionada para participar en el Festival Internacional de Artes- Armenia, organizado por Teatro Azul, Colombia. Presentará funciones todos los sábados de mayo y junio, a las 21 hs., en la Sala Maggi del Foro Cultural UNL, 9 de Julio 2150, con entradas anticipadas de $ 100.
Texto: Natalia Pandolfo
Fotos: Magdalena Busaniche