Diseñar interiores consiste en interpretar las necesidades de un comitente mediante códigos culturales, trasciende el uso especifico y se vuelve producto de las relaciones sociales en un contexto. En esta experiencia del ser humano con su casa y la cotidianeidad, no sólo se configura su universo de referencia desde lo inmediato, sino que se rescatan lo pasado, las tradiciones, el legado y también los deseos por venir; proyectándose en sus deseos un camino en busca de una identidad. El modo de habitar deviene así en una narrativa de lo que somos, de quienes fuimos y de lo que queremos ser.
En este readaptarnos a los nuevos modos de vida, a escenarios futuros, es indispensable pensar nuestras viviendas con versatilidad y espacios ampliados, conectados, polivalentes, donde fluyan las actividades; de manera tal que nuestra casa se proponga formas nuevas que se adecuen a las necesidades propias de estos tiempos.
Las fotos que acompañan ofrecen un recorrido visual por una vivienda de líneas clásicas construida en los años ochenta, que ostentaba una estética muy marcada modificada por algunos intentos de renovación llevados a cabo a lo largo de los años.
La nueva propuesta de interiorismo gira en torno al diálogo de formas actuales con la búsqueda de una intervención que perdure en el tiempo. Conceptos nuevos, espacios más abiertos conectados mediante una continuidad de texturas y materiales cuyos diseños rescatan colores de la naturaleza y aportan a la búsqueda del goce de todos los sentidos.
Un eje vertebral conecta dos espacios paralelos con el resto de la vivienda, que en la planta baja resuelve todo el sector de actividades sociales y de recreación. Ambientes con distintas funciones y límites difusos que invitan a ser habitados desde su plenitud.
La madera adquiere un rol protagónico desde la experiencia visual y el color. Recorre todo el espacio: el piso rescatado desde la construcción y algunos detalles de revestimientos varillados que suman calidez. Por su parte, la presencia de la piedra natural en el mobiliario diseñado especialmente para este caso por el estudio, aporta un toque de sofisticación y solidez.
Los grises en distintos valores acompañan tanto en las superficies de apoyo como en detalles estéticos, complementando forma y función. Una cáscara neutra unifica todo el recinto en un color casi cobrizo, que suma elegancia a cada detalle y genera sensaciones de contención.
Los textiles de tapizados, sillas y el gran sillón que conforman el estar principal, se pensaron desde la funcionalidad y desde el contraste, con telas nobles que perduran cuyos colores armonizan con el resto de la materialidad.
Las viviendas atesoran intimidad, aquella tan necesaria que rescate lo más auténtico, lo más genuino de la personalidad de los habitantes. Hilvanar lo existente con la posibilidad, pensar nuevos sentidos sobre los espacios para lugares que vivieron otros usos y conservan algo de historia, también ayuda a proyectarlos; a transformar una vivienda en un tiempo de disfrute y armonía.
Estudio: Gustavo Wedertz Interiorismo
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Texto: Gustavo Wedertz
Nombre de sección: Interiorismo
Edición: N° 91