REFUGIO URBANO
Esta vivienda de la década del 50 en su estilo conocido como internacional, ha sido ambientada pensando en cada detalle y en la personalidad de aquellos que la habitan.
Está muy claro que los tiempos en los que se decoraba una casa para mostrársela a los demás han pasado. En la actualidad la vivienda es nuestro refugio, el lugar donde nos relajamos y recuperamos de los avatares de una vida llena de estrés. La vivienda es el lugar para disfrutar con todos nuestros sentidos.
Durante la primera mitad del siglo veinte comienza a desarrollarse en nuestra ciudad como en el mundo, un cambio en la arquitectura tradicional. Tres normas básicas van a vertebrar el diseño y la construcción: valorizar los volúmenes con superficies externas lizas; evitar todo elemento decorativo pero cuidar los detalles arquitectónicos y la belleza de los materiales; seguir el principio de la regularidad acentuando las líneas puras. El estilo internacional se presenta pues, como una tendencia resueltamente modernista.
Colores neutros para una cáscara absolutamente racional, logran enmarcar un mobiliario de líneas muy actuales pero con detalles de texturas y calidez.
Objetos de decoración y arte van de la mano logrando un equilibrio perfecto con la tonalidad de los textiles que, en la mayoría de los casos, aportan color a los espacios.
Si hablamos de los sentidos, la variedad en texturas y matices del color son aliados perfectos a la hora de conseguir ambientes de gran calidad. Desde la arquitectura las piedras lajas logran una contención adecuada para estos espacios.
La madera aporta su gran toque de nobleza y seguridad que perdura a través de los años y es testigo de la historia de esta casa.
Personalidad y estilo son dos elementos importantes a tener en cuenta cuando intervenimos en interiores tan definidos como en este caso, por una estética tan marcada. Conservar y destacar los rasgos fundamentales de esta arquitectura han sido premisas fundamentales del proyecto, sin dejar de permitirse intervenirla con elementos actuales y propios.
Los colores, las texturas, los aromas, los sonidos e incluso los sabores, contribuyen a crear un ambiente confortable en una casa. En su composición estos elementos pueden resultar en un lugar que deleite los sentidos de quienes lo visitan y por supuesto de quienes lo habitan.
El color tiene un lenguaje propio, nos puede ayudar a sugerir luz, temperatura o tamaño. De igual modo influye en el estado de ánimo. Así sucede por ejemplo con los rojos y naranjas en todas sus tonalidades, las que animan y aportan sensación de calidez. Por su parte el verde y el azul sugieren ambientes relajantes e invitan a la calma. El marrón transmite seguridad. El amarillo aporta una gran dosis de energía. Por tales motivos debes tener en cuenta la función de cada espacio de tu casa para pintar paredes y elegir complementos.
El tacto también es fundamental apuesta por materiales con texturas agradables, no sólo para tocar, sino también para pisar. Elige muebles laqueados o encerados, suelos de madera, alfombras de lana, telas aterciopeladas para las tapicerías, rellenos mullidos y ropa de cama suave y envolvente de tejidos 100% naturales.
Los aromas que aportan las plantas aromáticas, las esencias y los perfumes de hogar situados estratégicamente, contribuyen a crear ambientes relajantes y saludables.
Una suave música de fondo te ayudará a generar un micro clima que diferenciará el interior aislándolo de los ruidos y actividades del afuera. También el sonido del agua que fluye de una fuente o incluso un pequeño acuario, puede ser un bálsamo de relax para la vista y el oído, además de transmitir sensación de frescura.
CRÉDITO: Gustavo Wedertz