Guionista de sus obras, las escribe, las piensa, las investiga, las busca y las crea. Afirma que es el arte el único lugar posible para la verdadera libertad y enseña a sus alumnos, más allá de la técnica, la construcción de un pensamiento. Conocíamos a la artista a través de su obra, la palabra ahora nos acerca más a la persona, afortunadamente ambas son la misma.
TS-¿Cuándo definís tu vida como artista?
FA-No sé si fue una certeza, lo que sí me sucedió es que cuando era chica dibujaba, pintaba, en fin, hacía estas actividades que hacen los niños, sentía que lo tomaba como algo muy serio.
TS- ¿Había alguna influencia familiar?
FA-Por un lado mi abuelo paterno, era un italiano que hacía obras en las iglesias, las esculturas sacras. Por otro lado, mi papá vendía libros de arte, era vendedor callejero. Los libros antes de entregarlos siempre llegaban a mis manos, los miraba y me fascinaban. Pero ocurrió un hecho que siempre digo fue mi primer trabajo como artista, tenía diez años, cerca de mi casa había una parroquia y el cura del pueblo me llamó para ofrecerme un trabajo que consistía en restaurar el lugar donde se guarda el cáliz, el sagrario, porque se había roto un mármol y me pidió que lo reemplazara haciendo una imitación. Me compró las témperas y yo en cartón imité las vetas del mármol. Fui medí, lo trabajé, hice las texturas y demás, lo probé y lo calcé en el hueco. Lo increíble de la historia es que hace tres años, estando en San Cristóbal, yo tengo 45 años, fui hasta la parroquia y todavía estaba el cartón. Fui y saqué fotos porque ese fue un trabajo en el que yo sentí mucha responsabilidad y que tenía un compromiso, y era una nena de diez años.
TS- ¿O sea que no te costó decidir estudiar artes visuales?
FA-Creo que no lo elegí, tal vez suena como una frase armada, pero se fue dando naturalmente. O sea, nunca tuve dudas de qué iba a estudiar, sí sabía que iba ser muy difícil por una cuestión económica, yo no soy de aquí y demás, pero no tenía dudas.
TS- ¿Durante la carrera reafirmaste eso?
FA-Sí, pero también supe que al finalizar la carrera iba a seguir investigando, viendo qué me interesaba, cómo seguir perfeccionándome, así fue que apenas terminé la escuela, gané una beca de la provincia y fui a estudiar con Ahuva Szlimowicz, una persona muy significativa para mí. Entrar a su taller fue todo un tema, porque no había muchas posibilidades, ya en ese taller, ella, por cuestiones de salud, tuvo que dejar y quedó a cargo Guillermo Kuitca y estudié con él por ese tiempo. Yo siento que algunas cuestiones se fueron dando, la beca con la UBA se me terminó y ella me becó para que siga yendo aún después de su muerte. Las indicaciones que le había dejado a Kuitca eran “que la santafesina siga viniendo”. Creo que he sido muy afortunada con algunas cosas que se han ido dando, más allá de que yo soy muy perseverante.
TS- ¿Tenés un método de trabajo?
FA-En verdad tengo un método que sostengo más desde el pensamiento que desde la sistematización de la materialización de una idea, creo que estoy pensando todo el día en pos de una idea, y a lo mejor en el año tengo muy poca producción. El año pasado fueron creo que tres obras las que hice, primero porque estoy haciendo una obra muy costosa pero además porque no hago por hacer, hago cuando pienso que ya está la idea, cuando me cierra.
No dejo de pensar, o sea pienso, vinculo, relaciono.
TS- ¿Ese vínculo, tiene que ver con la realidad, lo colectivo te inspira o el acto creativo es puramente individual?
FA-Todo el tiempo estoy como mirando afuera, hay algo que dijo Julio Chávez: “Los actores prestamos nuestra humanidad al servicio del personaje”. Es una frase muy simple, muy corta pero muy profunda. Yo siento que en un punto pongo esa sensibilidad, esa construcción que voy haciendo a medida que vivo, percibo y relaciono. Ahora estoy trabajando sobre patologías urbanas, la última obra que presenté en el Salón del 25 se llama “Hikikomori”: síndrome por autoencierro y todo tiene un correlato increíble: todo el tiempo hablo de lo mismo, me preocupa o problematizo lo mismo.
Hoy se hace visible a través de estas maderas caladas pintadas con pintura bicapa y laqueadas, la obra del Salón del 25 eran dibujos más bien industriales en soportes de acrílico, pero sin ir más lejos antes tejía con agujas y alambres de alpaca, ese tejido que yo hacía en crochet y con el que me quedaban las manos destruidas, después se transformó en un macro tejido pero era el mismo punto vainilla. La constante en mi obra es que puede ser un macro tejido industrial pretencioso, pero en un punto me interesa marcar la vulnerabilidad, ese punto que se escapó, ese lugar que se corrió y que no debería, esa cuestión que algo está por suceder, que nada es tan sólido ni mucho menos. Yo creo que mi obra no es inocente, eso pretendo.
TS- ¿Los nombres de tus obras las completan o surgen antes?
FA-Generalmente es antes porque la idea es muy fuerte y si no está antes el nombre es sin título. Es muy extraño esto pero es muy real, o sea, pienso que si no estuvo antes ahí no puedo forzar, parto de la idea, escribo, pienso los materiales. Si yo tengo que pensar en cómo se arma mi obra, se arma de toda esta diversidad de variables, de materiales, de soportes, de técnicas. Hay algo que siento y que lo tengo muy claro, se lo digo a mis alumnos, uno en la vida se debe a un sistema, un trabajo, una familia, uno está a disposición, pero en el arte es el único lugar que siento que realmente se puede ser libre y soy una militante de eso y hay algo que también tengo claro, uno va negociando cosas para vivir en armonía en la vida pero en relación al arte no negocio nada.
TS- O sea que al alumno le transmitís más allá de lo que es la cuestión técnica…
FA-Totalmente, es lo que más me interesa. Siempre digo, a ver chicos las técnicas con esfuerzo o sin esfuerzo las aprendés pero la cuestión es poder construir un pensamiento, en pensar qué es esto del arte, qué es esto de parir una idea, es todo un tema eso, un trabajo muy fuerte, muy intenso.
TS- ¿Y los chicos que hoy estudian quieren ser artistas?
FA- No sé si quieren ser artistas, pero está bueno hacer todo lo posible para trabajar. Me preocupa que puedan tener decisiones muy pretenciosas: “soy el artista que expone en galerías o no soy nada”. Tenemos artistas a los que no se les han dado las posibilidades de ser tan visibles y son buenísimos. Hoy el juego se abrió y en el abanico de posibilidades aparece la elección, hoy un artista puede dedicarse a la gestión, la autogestión, se agrupa creando colectivos de artistas y la obra de pronto se corre de lo individual y puede ser una obra colectiva. Entonces en este nuevo contexto hay que pensar si se quiere sólo vender y estar en una galería, y no digo que se perdió la bohemia, pero si el interés es jugar en esas instancias hay que formarse, y en ese sentido creo que lo más fiel y real a uno mismo es hacer lo que uno siente.
TS-¿Tenés una obra ahora pensada en proceso?
FA-Sigo con los hikikomori construyendo una obra en madera en mdf y estoy trabajando sobre la muestra de noviembre próximo en el MAC, estoy trabajando sobre esa idea: escribiendo, pensando, y ahora quiero indagar un poco más sobre las patologías urbanas. Mi computadora parece la de un psiquiatra.