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Fabio Huser, Contador por profesión y vitralista por elección. A diez años quedaron los pasos por aquel curso de vitrales realizado por mera curiosidad en su época de estudiante. El destino, mientras trasladaba una ventana realizada para su casa, puso en su camino a una mujer, quien luego de insistir en más de una oportunidad, se convertiría en su primer clienta. De aquel entonces a hoy, Fabio no ha dejado de trabajar creciendo en su oficio de manera exponencial.

Más que satisfecho, en su momento, por la convocatoria para participar de la Licitación en la restauración de la Basílica de Guadalupe, pensaba que ya nada lo sorprendería. Y, sin embargo, llegó la labor conjunta con Andrés Dorigo para realizar el vitraux de Casa de Gobierno, y con ello otro desafío cumplido.

 

Del hobbie al oficio y del oficio al arte.

Concomitante con la creación del vitraux para Casa de Gobierno, Maximiliano Magnin lo convoca para realizar una exposición en la Sala de Vialidad Nacional, con dudas en un principio accedió a la insistencia de Magnin y realizaron la muestra. Evento que impresionó, tanto en su convocatoria como en la repercusión mediática sobre su trabajo.

Fabio, además, ha participado del último Salón Primavera de la Asociación de Artistas Plásticos Santafesinos y sostiene que hoy la parte artística del vitraux  le está generando nuevas inquietud con lo que según nos cuenta: El placer se va a ir corriendo para ese lado.

El último gran paso del taller a nivel crecimiento – comenta Fabio- fue legar un taller de tres generaciones de vitralistas de Buenos Aires, el más grande de la Argentina, y me eligieron a mí para que continúe. Un hombre de setenta y dos años que no ejerce más el oficio. Y hoy estoy yo haciendo su laburo, que tiene 93 años de historia -remarca con lógico orgullo-.

 

Proyección a futuro

Las metas a futuro son analizadas a corto plazo con un hilo conductor objetivo pero alcanzable.

Santa Fe, sostiene Huser, me ha dado una sorprendente apertura. Esto es lo que lo motiva a consolidar día a día su taller en la ciudad y trabajar desde Santa Fe al mundo.

Este oficio medieval puesto al mandato del arte contemporáneo motiva a Fabio a conocer nuevas fronteras, aprendiendo y compartiendo los desafíos que provoca crear ese micromundo de luz coloreada que sensibiliza los sentidos y enriquece el alma.

Como taller está recontra instalado, esa meta ya la alcancé, hoy la meta es agrandar el territorio.  A futuro no hay techo, porque la técnica lo permite y las ganas también, el techo es un descubrimiento que se va dando y lo sigue sorprendiendo como cada haz de luz que traspasa los vitrales.