Si hablamos de gestas épicas contemporáneas, nos referimos a proyectos culturales enarbolados por personas de gran convicción y deseo de dar vida a una idea en equipo, porque el teatro es un credo basado en la comunidad.
El oficio de llevar adelante un deseo es lo que generalmente hace que llegue a buen puerto —o a uno parecido al que proyectamos—. Transitar la existencia en la búsqueda de la historia que contar, puede llevarnos toda la vida. Armar equipo, sostenerlo, cuidarlo, contar la idea, consensuarla y llevarla adelante. Conseguir los recursos, administrarlos; pensar, trabajar, definir, cuidar los detalles, presentarla al público, recibir las críticas, volverlo a intentar.
Equipo Teatro Llanura es la concreción de una dramaturgia concebida desde la propia identidad, letra y escuela en un territorio lejos de los grandes escenarios, con una perseverancia que lo sostuvo cinco décadas de gira sin olvidar de dónde partió.
En 1973, un grupo de personas reunidas por Jorge Ricci propuso una idea de teatro que sentaría las bases para un nuevo enfoque de la dramaturgia, producción y gestión. Hasta ese momento, no existía la gestión cultural desde la perspectiva de las industrias culturales. Este grupo centraría su impronta en construir relato propio con los recursos a disposición, las virtudes y, también, teniendo en cuenta las limitaciones. Habiendo practicado ya teatro de repertorio, incluyendo de a poco variaciones y modificaciones, llegarían paso a paso al objetivo de crear un relato arraigado en la llanura del Litoral.
Dos años después de haber formalizado el grupo, y ya con cuatro puestas en su haber, se formó la escuela de actores junto a Ricardo Gandini, Jorge Conti, Stella Curi y Cristina Telesco; con una currícula que incluía formación del actor, teoría teatral, historia social del teatro y expresión corporal. En una acción con visión y proyección de futuro, empezaron a pensar —a decir de Ricci— en un teatro que estaba en construcción y al que le llevaría diez años ver los resultados. Así fue que, —con algunas obras más de repertorio— hacia 1979, con Lágrimas y Sonrisas (dirigida por Chiqui González y escrita por la tríada González, Castellano, Ricci) empieza un recorrido artístico que alternaba lo netamente propio con creaciones de Arlt, Saer, Pavlovsky o Quino.
A un ritmo sostenido de una obra por año —y en algunos casos dos—, giras por el país, presentación en certámenes nacionales, en 1984 se incorpora Rafael Bruza para conformar una sociedad que luego de cuatro años de trabajo e investigación, traería su primer hito en el año 1988 bajo la dirección de Mauricio Kartún, El Clásico Binomio, con la que finalmente materializaron quince años de existencia, experiencia y estudio, alcanzando una respuesta formal a la búsqueda que nombraba Ricci al presentar la Escuela de Actores.
Equipo Teatro Llanura da vuelta la página hacia una historia más conocida, en donde junto a Actores de Provincia y las obras que vendrían en la década de los noventa y principios de los dos miles —como La Chatita Empantanada, donde se incorpora Sandra Franzen a la dirección—, conquistaron no sólo a la escena nacional, sino también latinoamericana, española, francesa y norteamericana, ganando premios como Pepino, ACE, entre otros.
La gestión y producción cultural independiente desde escenas por fuera de los grandes centros demográficos, requiere una gran estrategia, trabajo y perseverancia por parte de sus actores: generar el encuentro, los espacios, la formación, el público, puestas que permitan viajar, hacer amigos y pares en otras latitudes para ejercitar una práctica de la disciplina que logre perpetuarla. Articular con instituciones públicas, buscar subsidios, fondos públicos y privados, sostener grupos; pero, sobre todo, un gran amor y deseo por lo que se hace.
Muchos de los relatos obtenidos en entrevistas hablan de un profundo amor por el quehacer y por los compañeros. Salir hacia el ensayo con el auto, buscar a cada uno por su casa y devolverlos nuevamente uno por uno. Largas horas de escribir, miles de cafés, días completos de charlas, pensar la obra con todos los participantes, tener en cuenta todas las miradas. Intercambiar los roles de escritor, director, asistentes de dirección y producción.
El Oro de las Debilidades es una exposición centrada en el archivo recopilado y ordenado minuciosamente por Jorge Ricci. Documentación que deja testimonio de un hacer tan intenso como sus hacedores. Bitácora de un viaje por la llanura en movimiento continuo hacia el deseo irrefrenable de hacer y vivir teatro.
La muestra fue inaugurada como apertura del XVII Argentino de Artes Escénicas, organizado por la Universidad Nacional del Litoral del 1 al 5 de noviembre de 2022. El proyecto contó con la curaduría de Juan Curto, el diseño de montaje de Alfonso Insaurralde, ilustración de Germán Lavini, diseño de Paula Bergesio y montaje y producción a cargo del equipo de la Dirección de Cultura UNL.
Texto: Juan Curto
Fotos: Magdalena Busaniche l Paula Bergesio
Nombre de sección: Cultura Activa
Edición: N° 91