No habló de política pero criticó la tendencia del cine en pantallitas, la masividad literaria y el barullo de las redes sociales
Ayer, se difundió la entrevista del abogado y youtuber Tomás Rebord a la escritora Beatriz Sarlo, una de las intelectuales más destacadas del país, en El método Rebord. Por decisión de la invitada, la emisión de anoche (que por ahora tiene más de 65.000 vistas en YouTube) duró bastante menos que las habituales. Por el ciclo ya pasaron, entre otros, el exsecretario de Comercio Interior Guillermo Moreno, el presidente Alberto Fernández, el diputado Máximo Kirchner, el escritor Alejandro Dolina, el periodista Carlos Pagni y la narradora y periodista Mariana Enriquez, “una escritora que me encanta”, como le dijo ayer Rebord a Sarlo. “Es un honor que estés acá en este espacio -comenzó-. Lo enaltece”. “Esperá que termine”, lo previno su entrevistada.
“El público consume lo que le tiran -dijo Sarlo sobre el séptimo arte-. Hay cineastas que han impreso ese gusto, como un Godard”.
Rebord mostró interés por la infancia de la autora de Tiempo pasado. “¿De chica querías ser Beatriz Sarlo?”, le preguntó. “Afortunadamente, era Beatriz Sarlo, no pensaba que era la Cenicienta o Blancanieves”, respondió, y evocó a continuación sus orígenes familiares. “En ese entonces, los diarios no estaban prohibidos para los niños a los siete años -ironizó-. Mi padre compraba LA NACION y mi madre, para hacerle la contra, compraba El Mundo, que en los años cincuenta era un diario peronista. Encontré muy temprano, a los siete años, porque a los siete años los chicos pueden leer diarios, en una nota la palabra ‘intelectual’. Me gustó la palabra, no sabía qué quería decir pero cuando me dijeron que era alguien que pensaba, leía y escribía, decidí que iba a ser eso. Me enganché con una palabra que no estaba en mi medio, que es una forma en la cual uno puede salir de su medio”.
A la joven intelectual le llevó años conocer a intelectuales. Evocó que en la escuela primaria leían a Shakespeare en inglés. “Cuando tenés una segunda lengua en la cabeza, se te va abriendo esa cabeza lingüística; cuando mis padres advirtieron eso, contrataron a una profesora de francés que no era francesa sino polaca, una mujer muy atractiva”. Cabe recordar que Sarlo escribe actualmente su autobiografía, su “último libro”, según anunció a este diario en 2022.
Comparó el aprendizaje de lenguas extranjeras con ir al gimnasio (ella va varias veces por semana al gym de Ferro Carril Oeste, en Caballito). “Fui una de las delincuentes que contribuyó a sacar el latín de la Facultad de Filosofía y Letras, en un acto de populismo después de la dictadura”, confesó. Sobre este tema, concluyó: “El aprendizaje de idiomas no debe ser un privilegio de las familias tilingas o con plata, en mi caso era una familia tilinga”.
Después de contar que se había ido de su casa a los 17 o 18 años (”Me podría haber ido mal en esa huida”, admitió), relató un estremecedor encuentro con una mujer que había conocido en la juventud y que ahora vive en la calle. En la educación intelectual de Sarlo, un tío desempeñó un factor clave. “Era un tipo progresista que captó mi corazón ideológico rápidamente”, lo describió. Sobre su militancia en el PCR, remarcó que esta agrupación de izquierda había condenado la guerrilla. “Sabía actuar en aquel mundo popular -reveló sobre sí misma-. Festejé mis cumpleaños en una villa, del otro lado del puente de Pompeya”.
«El aprendizaje de idiomas no debe ser un privilegio de las familias tilingas o con plata, en mi caso era una familia tilinga.»Beatriz Sarlo
“Me recibí en el 66 en una carrera muy mediocre, pero estudié bien latín -dijo-. El profesor Gerardo Pagés vivía justo enfrente de vivía yo y además trabajaba en la biblioteca del Banco Central, adonde yo iba con mis libros”. Rebord quiso saber si Sarlo hablaba latín. “Nadie que sabe latín habla latín, que es una lengua de la escritura y de la lectura”, le explicó la exprofesora.
“¿Cuándo empezó el ejercicio pleno de tu vocación?”, fue una de las preguntas más interesantes de la charla. Sarlo mencionó la importancia que tuvieron las “revistas de intelectuales” (Contorno, Crisis, Punto de Vista) y su tarea en el Centro Editor de América Latina (CEAL), dirigido por Boris Spivacow, “el más grande editor de la Argentina”. “Era un editor verdaderamente extraordinario, que se caracterizó por darnos trabajo a muchos que no sabíamos nada de la industria editorial -relató Sarlo-. Me favoreció ser mujer para conseguir el puesto, que le gané a un amigo que tenía mis mismas cualidades y capacidades”. En Eudeba, fue secretaria del ensayista y profesor Aníbal Ford.
“A esas oficinitas entraban grandes escritores -contó-. Una vez vino Mario Vargas Llosa, muy buen mozo, y casi nos desmayamos todos; José Bianco, el gran secretario de Redacción de la revista Sur, nos daba grandes lecciones, como cuando uno le contó que estaba leyendo Rojo y negro, de Stendhal, y Bianco le preguntó si lo leía en francés, ‘porque ese libro se tiene que leer en francés’. Antes se daban esas lecciones. En aquella época, esos mandatos te ponían en fila”.
“Nunca tuve la tendencia de conocer celebridades, siempre tuve amigos que podían o no ser muy conocidos o famosos -dijo Sarlo-. No hice vida social literaria alta, hice vida cultural con mis amigos”. Conté que Rodolfo Puiggrós la invitado a tomar un vino a su casa, y que le habló de un desplante de Juan Domingo Perón en Puerta de Hierro.
“Escribí sobre los que considero los dos escritores más grandes del siglo XX en la Argentina, escritores de prosa y de ficción -recapituló Sarlo-. Escribí un libro sobre Borges [Borges, un escritor en las orillas] y un libro sobre Saer [Zona Saer]. Saer no ha ascendido a la consagración mediática a la que ascendió Borges. No vacilo en decir que Borges es el gran escritor hasta Ficciones y después surgió este escritor santafesino que es el gran escritor de la segunda mitad del siglo XX”. Dijo que Saer era un escritor “muy difícil” y que había carecido de una “organización literario-propagandística” que lo rodeara (aunque luego admitió que como profesora titular de literatura argentina, en la Universidad de Buenos Aires, había decidido consagrar todo un año al estudio de la obra saeriana).
“Sos la gran canonizadora de Saer”, le dijo Rebord. “Es un escritor complicado, con una prosa muy trabajada: nunca fue un best seller, lo cual no quiere decir absolutamente nada”, opinó la entrevistada. “Si vos lees Saer, estás leyendo la modernidad contemporánea, la estética que pertenece a la segunda mitad del siglo XX”.
“Fogwill decía que en la revista Punto de Vista habíamos ‘inventado’ a Saer, no quejándose de esa operación sino de que no lo hubiéramos incluido a él; con María Teresa Gramuglio hemos limitado a Saer así como se milita una vanguardia”.
Rebord habló sobre las controversias políticas que rodean a Borges. “¿Todavía? -preguntó Sarlo-. Pensé que ya había caducado eso”. “No soy lectora de Macedonio Fernández, y lo lamento; una no es lectora de todos los escritores”, agregó. Consideró que el escritor Horacio González había sido su “polemista implícito”. “Quizás él y yo seamos la misma persona cuando lleguemos al infierno de los intelectuales”, bromeó en referencia al cuento de Borges “Los teólogos”.
“Tengo diferentes mundos -reconoció-. Opino en televisión y escribo en Perfil sobre política; pero nunca empiezo una nota con grandes citas literarias; no me gustaría hacerlo para nada. La política tiene que tener una especificidad muy fuerte, ya bastante lejos estamos de la experiencia de los políticos como para meter en una nota una cita de Cervantes”.
“Nunca vi una consagración literaria en redes sociales, lo que puede hacer es aumentar los aplausos o aumentar las ventas”. Para Sarlo, que no tiene redes sociales (”es demasiado barullo”), la consagración literaria proviene de los escritores y del juicio de la crítica especializada (”especializada por un largo trabajo de lectura de otros textos, en especial, buenos textos”). “Hay consagración por masividad: Claudia Piñeiro está consagrada masivamente, pero por el momento no tiene una gran consagración crítica, puede llegar a tenerla, no lo sé, pero hay consagración por masividad. Borges tiene una consagración por renombre”, sostuvo, y pidió a Rebord y su producción que consiguieran las cifras de ventas de ejemplares de la obra de Borges. Aventuró que no eran muy altas.
La entrevista de Rebord con Sarlo tuvo mucha repercusión en redes sociales (en especial en Twitter, donde otra vez fue trending topic); en su canal de YouTube se pueden leer cientos de comentarios (algunos hilarantes) referidos a la entrevista con la autora de Escenas de la vida posmoderna. “Buenas buenas compatriotas, ya probaron escribir sus habituales opiniones pedantes en Twitter pero sumarle la palabra ‘Rebord’ al final? Es un gran recurso que les permite participar de la ilusión de ser leídos por un día”, escribió hoy en su cuenta de Twitter el conductor de El método Rebord.
Fuente: La Nación