Un trazo nuestro

Una situación callejera salta la ventana de un bar y se mete en su libreta, se dibuja con líneas simples y se hace humor. Cristián Lehmann hace de su trabajo una mirada social, reparte sus tareas entre las publicaciones en el diario, los talleres en los barrios y su labor activa en el Círculo de Dibujantes Santafesinos.

TS- ¿Desde cuando dibujás?

CL-  Desde siempre, mi viejo dibujaba muy bien y mi hermana mayor también, en mi casa fue algo natural, siempre fui estimulado. Mi viejo murió cuando yo tenía nueve años y todavía conservo sus dibujos, dibujaba mucho mejor que yo.

TS- ¿Qué hay que tener para ser un buen dibujante?

CL-  Lo mío es muy sencillo comparado con lo que dibuja Raúl Viso, Gastón Zuligan o Lucas Cejas, que  tienen una mano impresionante. Yo considero que tengo muy buenas ideas y a veces eso es más importante.

TS- ¿Cuándo asociaste el dibujo con el humor?

CL-  Después del secundario fui a estudiar veterinaria a Esperanza y la verdad es que me costaba bastante engancharme, ahí empecé a dibujar y a encontrar situaciones humorísticas. En esa época, año ‘77,’ 78, surge un grupo de artistas en Santa Fe y empecé a dibujar en una revista que se llamaba “Invisible”, después empezaron a surgir algunas otras revistas y  empecé a conocer más dibujantes.

TS- ¿Cuándo empieza a ser una actividad más formal?

CL- Afortunadamente, agarro el último coletazo de los 70, que había muchas publicaciones, hoy no es así, conseguir lugares donde publicar es muy difícil, y esa era la época de Hortensia, de Humor, en esas dos tuve la oportunidad de publicar, en el Diario La Nación y también en algunos diarios que surgían acá en Santa Fe como el Hoy, El Federal. Acá hubo salones de humor gráfico que han sido muy importantes y surgían dibujantes todo el tiempo, tipos como Sergio Fasola, Luis Gaspardo, empezaron acá en la escuela Santafesina.

TS- ¿Cómo se conforma el Círculo de Dibujantes?

CL-  El Círculo de Dibujantes es la última etapa de un montón de etapas de formar un grupo, tener una asociación. En los años 70, participé de emprendimientos que después se fueron frustrando. Después empezaron a aparecer un montón de humoristas gráficos, historietistas, caricaturistas, se empezó a pergeñar una asociación de dibujantes, Viso y Bianfa fueron dos de los motores fundamentales, empezamos a tener una escuela de dibujo, a hacer exposiciones, a hacer actividades en las escuelas. Y hoy hacemos exposiciones en los barrios, en los centros de salud y lo último es la edición de los libros.

TS- ¿Vos das talleres también? ¿Se enseña el humor?

CL-  Algunas técnicas se pueden aprender, pero hay algunas cosas que no, cuando empecé haciendo humor admiraba a Fontanarrosa y Quino, y es como que me metí en la cabeza de ellos y empecé a pensar cómo ellos pensaban las ideas.

Nosotros tenemos tres talleres en Santo Tomé donde enseñamos historieta a los chicos, nuestra  idea era enseñarles la teoría y nos dimos cuenta que al chico hay que darle un lápiz, estimularlo y hacerle un chocolate con leche, la realidad es otra y hemos tenido muchas satisfacciones.

TS- ¿Toda situación puede ser un chiste?

CL-  Si, muchas veces ando por la calle y veo situaciones humorísticas, yo ando siempre con una birome, un papelito, algo para anotar porque las ideas se pierden si no las anotás. Y por otro lado llego a casa, me siento y entro a reelaborar alguna idea y también elaboro otras, no todo es de la realidad, mucho es ficcionado. Trabajo mucho con el bombardeo de ideas, agarro un objeto y lo bombardeo con ideas absurdas, ese es uno de los mecanismos, hay otros, yo tengo muchas imágenes en la cabeza, vengo de una época que leíamos mucho y veíamos mucho cine.

TS- ¿Dibujás en papel o con la computadora?

CL-  Soy del papel. Es más, podría dibujar, escanear los dibujos y mandarlos al diario y sin embargo llevo el dibujito caminando o en colectivo.

TS- ¿Dibujás todos los días?

CL-  Si, todos los días, es un ejercicio importantísimo. Fontanarrosa, que fue un grande, estaba 12 horas dibujando. Eso es algo que hay que decirles a los chicos, los pibes hoy hacen un dibujo y creen que ya está, es como si jugas al fútbol y querés jugar en primera, tenés que entrenar mucho.

TS-  ¿Qué hacés para relajarte?

CL-  Me gusta mucho el cine, ir a los bares a tomar café, a leer el diario, si el bar no tiene diario, es un bar que no me gusta. Ahí me surgen muchas ideas, me pongo al lado de la ventana y miro al tipo que pasa.

TS- Tus referentes fueron Quino y Fontanarrosa, ¿hoy hay referentes nacionales?

CL-  Los referentes ahora son otro tipo de dibujantes. En realidad me parece que el mejor humorista que hay ahora a nivel nacional es Rep, tiene la onda de los viejos, y hay una nueva camada, donde está Liniers y Tute que crean otra escuela.

TS- ¿Y cuál sería esa diferencia?

CL-  Rep tiene más que ver con el dibujo social, como Quino, que es el inventor del dibujo social, porque antes el humor era costumbrista, ingenuo, Quino rompe con eso. Rep retoma ese tipo de humor, pero Liniers tiene otro tipo de humor, más naïf, sus tiras no tienen remate por ejemplo. TS- ¿Hay una identidad santafesina del humor?

CL-  Nosotros estamos muy cerca de Buenos Aires. Cuando uno más se aleja del centro, más identidad tiene, como los cordobeses, los jujeños, los salteños, ellos no están tan pendientes de Buenos Aires como nosotros. De todos modos, hay una escuela santafesina a la que le interesan mucho los temas sociales, políticos y  la autogestión.

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