Músico, cantante y compositor santafesino con más de doce años de trayectoria. Su encuentro con la música está muy lejos de ser casualidad. Con marcadas y variadas influencias que van desde Spinetta y Los Beatles hasta Piazzolla y Caetano Velloso.

Con solo diez años, maestro de música, Chino compone desde que recuerda. A los 14 fundó el grupo de rock-pop Ámbar, y cuatro años más tarde la banda de rock alternativo Farah con quienes editó su primer disco “Del otoño que lastima” en 2007. En 2009 decide radicarse en Europa para dar comienzo a su proyecto solista: “Lleva”, con 10 canciones que buscan resumir las experiencias del músico en estos últimos años entre Italia, Barcelona y la Argentina.

TS– ¿Cómo fueron tus primeros contactos con la música?

CHM– El primer contacto fue cuando era chico, en la casa de mis abuelos en el barrio Barranquitas, donde me crié. Allí se escuchaba mucha música. En los ochenta, mi vieja estudiaba y mi viejo era viajante, así que pasábamos muchísimo tiempo en lo de mis abuelos, donde se escuchaba mucha radio y muchos discos de tango y de folclore: Lepoldo Federico, de Darienzo, los discos de Cafrune, música popular Argentina.

Después, a los ocho años, un fin de semana en la casa de un primo descubrí unos discos del padre que me volaron la cabeza. Eran discos de Queen, de Sting y de The Police, que fue la primera vez que escuché rock. Un descubrimiento inolvidable que me determinó porque empecé a hacer música después a los 14 años, pero empecé por ahí, haciendo Rock.

TS–  Fue una puerta que se abrió para descubrir un nuevo mundo. ¿Cómo fue ese transcurrir dentro de la música?

CHM–  Fue bastante natural la cosa, con el arte en mi casa. Mis viejos no son artistas, pero si muy estimuladores del arte para con nosotros. Yo agarré por el lado de la música, estudié piano en un instituto prácticamente jugando, sin darme cuenta, así que esas son ideas de mi vieja y que yo las agradezco mucho. Me pasaba el día mirando MTV y escuchando discos de Rock, me conseguí una guitarra criolla y empecé a estudiar guitarra y cuando más o menos entendí un par de cuestiones básicas comencé a componer  y armé mi primer grupo, que se llamaba “Ámbar” que era un grupo de Rock con amigos que estábamos en la misma.

TS– Después en el 2009 te fuiste a Europa. ¿Cómo se siente desde lejos Santa Fe?

CHM– Fuerte, al principio estar en un lugar tan impresionante como Europa es obnubilante. Después te empiezan a caer algunas fichas, sobretodo yo extrañe mucho Santa Fe cuando estaba en Italia, en un pueblo muy chiquito donde no se hablaba otra cosa que no sea el italiano, era gente bastante conservadora. Cuando llegué a Barcelona, lo que me ocurrió es que vi a mi sobrino crecer y aprender a caminar por Skype y dije: ¿qué hago acá?

Básicamente crecí mucho allá, fue la primera vez que empecé a laburar como músico, porque necesitaba morfar, me compré una acústica y empecé a tocar en los bares, eso hizo todo un cambio de mentalidad en mi cabeza con respecto a mi oficio. Me desprejuicié mucho y aprendí  a valorar lo que yo hacía.La distancia es complicada, cuando estás lejos y fuera de los afectos es todo un tema.

TS– ¿Cuáles son los temas musas inspiradoras que te llevan a componer?

CHM– Yo cuento lo que me pasa, tan simple como eso. Por lo general, me movilizan mucho más las cosas tristes. Cuando por ahí estoy mal me pongo a escribir.Trato de ser lo más claro, frontal y visceral posible. Mi último disco habla de eso, de las experiencias que viví allá y acá, las separaciones, la lejanía, la distancia, la nostalgia, el extrañar, me parece que va por ahí. Siempre hay lugares comunes cuando escribís: ¿quiénes somos? ¿A dónde vamos? No me voy mucho de ahí, no pretendo hacerlo tampoco, me gusta ser un poco cronista de mi vida, de lo que me va ocurriendo. Con “Lleva” traté de contar mi viaje, contar las experiencias y lo que me pasó por adentro en el disco.

TS–  ¿Dentro de género musical te ubicarías?

CHM– Yo soy del rock, vengo de ahí, lo que ocurre es que me desprejuicié mucho en los últimos años. “Lleva” no es un disco de rock, es un disco bastante fusionado, sobretodo con folclore. A mí no me gusta mucho eso de encasillarme en los géneros, me parece que yo hago canciones y las canciones van más allá de los géneros. La canción es un todo, es un mensaje, es una idea de tres minutos. Independientemente de lo que suene, de que esté tocada con un bombo legüero o con otro instrumento, “eso” es lo que quiero hacer con mi música, quiero seguir haciendo canciones, mucho más allá de que si suena a rock, chacarera o pop.

TS–  “Lleva fue tu primer disco como solista. Ahora que tiene dos años de vida ¿cómo lo valorás?

CHM–Yo toco donde haya lugar, hemos tocado desde el Festival del Pomelo Rosado, domas y folclore, hasta tocar en un boliche super top en Posadas, tocamos dos veces en Música en el Río, que es el evento más importante de la ciudad.  La verdad es que “Lleva” me abrió la puerta para ir a otros lados, digamos, probablemente cuando tocaba rock no me pasaban mucho en LT 10. Y ahora,  por ahí me encuentro tocando un sábado o un martes a la mañana, yendo con mi guitarra a la radio.

Es el primer laburo que hago que me genera laburo. Es un disco que me abrió muchas puertas, que me hizo conocer muchos lugares, hace dos años que vengo tocándolo mucho. Que me dio un lugar como músico en Santa Fe, pero principalmente me parece que es el principio de una forma que elegí de vida.

TS– ¿Se puede vivir de la música en Santa Fe?

CHM– Si se puede vivir. Es una decisión que implica muchas renuncias, como todas las elecciones. Yo creo que la música es una profesión como todas a pesar que es un camino bastante difícil por lo sinuoso. Me parece muy necesario para que la profesión se valorice, desmitificar el lugar del músico, esto es, dejar de pensar que el músico es un ser distinto. Ancestral. Es un problema de los músicos, los músicos solemos creer que somos gente distinta, que el mundo no nos entiende. Y en realidad, ese es un problema grandísimo, porque en la medida en que no podamos valorar la música como un laburo más, va a ser asistemática siempre. Yo pretendo para la música lo que pretende el abogado para la abogacía, por ejemplo, y hago lo mismo, estudio como estudió el abogado, laburo para la música como labura el abogado. Eso lo aprendí en Europa, cuando me cagué de hambre.

Empecé a llenar  la heladera y a pagar el alquiler tocando. Era un laburo, al cual había que dedicarle el amor, la pasión y el tiempo de cualquier otro trabajo. Ese es el principio de la decisión para creer en poder vivir de la música. Yo toque durante muchos años por el pancho y la coca, hoy ya no lo hago más gratis.

TS– ¿Cuáles son tus proyectos a futuro?

CHM– En junio vamos a entrar a grabar el sucesor, creo que se va a llamar “Lo que queda de la casa”. Va a ser un disco bastante diferente, hecho puertas para adentro de una casa, un poco por la mitad, que habla de este momento de mi vida por el que estoy atravesando.

(Créditos) Ezequiel Perelló

(Fotos) Cecilia Páez