Es uno de los integrantes más frontales que tiene el gabinete de José Corral. Ocupa la Secretaría General del municipio: encargada de coordinar las actividades del resto de los secretarios. No le cuesta dejar de ser político pero sí desenchufarse de la gestión. Apuesta a que Santa Fe supere los problemas de tránsito. Vive pendiente, como la ciudad, del pronóstico del tiempo.

TSF —¿Usted llegó a Santa Fe muy joven?

CP—Nací en San Cristóbal y, a los 18 años, me vine a estudiar y nunca más volví. A los pocos meses de haber llegado comencé a militar en la Franja Morada de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la UNL. Eso me dio un gran grupo de amigos que me retuvo, sumado al traslado de mis padres a la ciudad.

TSF—¿A qué edad supo que iba a ser abogado?

CP—El día que terminé quinto año de la escuela secundaria sabía eso y, también, que me iba a dedicar a la política.

TSF—¿Cuándo empezó a saberlo?

CP—Soy un hijo de la recuperación de la democracia, en 1983 tenía 15 años y eso coincide con el despertar de la adolescencia. A toda mi generación la atraviesa eso. Me tocó refundar el centro de estudiantes de mi escuela, con un viejo estatuto de la década del ’60. Pasar de un sistema educativo autoritario a una escuela abierta fue un golpe muy positivo, nos dejó mucho optimismo, algo que quizás no tienen las generaciones posteriores. Desde la oscuridad de la dictadura a la luz de la democracia, la voluntad se imponía y era muy fuerte todo eso.

TSF—¿De dónde viene su dedicación a la política?

CP—Mi padre siempre de alguna u otra manera militó, fue un libre pensador, pero lo acompañó a (Arturo) Frondizi. En la recuperación de la democracia tuvo un rol activo en el Partido Intransigente. En mi casa siempre se habló mucho de política, incluso en términos de debate porque había un tío muy querido sindicalista, peronista (risas), de mucho compromiso, había debates ásperos.

TSF—¿Deja de ser político en algún momento?

CP—No es tan difícil, no me ha costado, el problema se da cuando —como en mi caso— hay una actividad de gestión intensa. Desde la Secretaría General, con las responsabilidades que me confió el intendente Corral, se hace imposible evadirse completamente de los problemas o las alegrías cotidianas, siempre pasa algo que requiere nuestra atención. Tantas obras y hechos nos obligan a estar continuamente encima de todo, las jornadas suelen ser muy largas, por lo menos de 10 horas, hasta 14 diarias. Es muy difícil desenchufarse.

TSF—¿Ya pasó por el momento de superposición entre lo familiar y la gestión?

CP—Mi esposa también fue militante toda su vida y, por lo tanto, es más fácil comprender esto. Tuve la suerte de ser padre joven y en ese tiempo tenía menos responsabilidades, por lo cual cuando mis hijos eran más chicos me pude dedicar mucho más a ellos, fui un padre muy presente, estuve con ellos. Hay cosas que nunca dejé de hacer, por ejemplo llevar a mi hija todas las mañanas a la escuela, lo mismo con mi hijo que hoy es universitario, es un rito.

TSF—Si tiene la posibilidad de encontrarse con usted pero en sus primeros días de estudiante, ¿qué se aconsejaría?

CP—No quiero pecar de soberbio pero sinceramente no me diría nada. Estoy conforme con mi vida personal, con mi familia, con lo que hago, siempre hay cosas de las que arrepentirse y de las que estar orgullosos, pero hago una evaluación positiva. Los objetivos centrales de mi militancia se cumplieron de sobra.

TSF—¿Cómo era como alumno?

CP—Siempre fui abanderado, con el mejor promedio de mi curso, pero no me gustaba demasiado estudiar, tenía facilidad para hacerlo, por eso cuando terminé la universidad opté por la docencia, quizás porque no tenía la constancia del investigador.

TSF—¿Qué docentes lo marcaron?

CP—Vengo de una escuela normal, nacional, me marcaron esas viejas maestras que dejaban su vida por la enseñanza y nos sacaban buenos a todos. Creo que esa escuela se perdió y hay que reflexionar sobre ello, por más que los gremios docentes no lo reconozcan. Afortunadamente, hoy la educación pública tiene muchos más recursos que hace unos años. En la universidad, recuerdo con mucho cariño a varios docentes, pero voy a nombrar a Jorge MossetIturraspe, siempre con ideas y principios muy claros, desde siempre fue un faro encendido para los hombres del derecho.

TSF—¿Qué proyecto exhibe con orgullo y cual le hubiese gustado construir?

CP—Hay grandes proyectos que surgieron de la cabeza de Corral como el de los jardines municipales, los proyectos urbanos integrales. En cuanto a las Escuelas de Trabajo, lo pensamos mucho más juntos. En otros casos, si bien no me puedo sentir el arquitecto, si puedo decir que fui el constructor o el que puso ladrillos.

Sobre los proyectos que me gustaría tener, algo de envidia siento por la forma en que Buenos Aires logró encausar la forma de moverse. Tuvo un plan integral, con muchos recursos, que cambió la vida de la gente. No es lo mismo demorar una hora para llegar al trabajo, que 45 minutos. Esa diferencia, sumada en un mes constituye mucho tiempo de nuestra vida, y ojalá que en Santa Fe podamos ir avanzando en ordenar la forma de movernos, la ciudad dejó de ser chica, el macrocentro está congestionado, debemos buscar formas nuevas de conectarnos, facilitar el transporte público, incentivar formas como la bicicleta, la peatonalización.

TSF—¿Es cierto que parece que nunca se enoja?

CP—No, quienes me conocen saben que soy muy cascarrabias, aunque el 95% del tiempo soy afable y de sonrisa fácil, pero cuando me enojo nadie grita como yo.

TSF—¿Tiene facilidad para acertar en los pronósticos del tiempo?

CP—Es un hobby, producto de una obsesión, que es la misma de esta ciudad. Estos años de gestión me hicieron estar pendiente de lluvias, ríos, vientos y, en esa ansiedad, cuanta más información se tiene, mejor.

 

Crédito: Sergio Ferreyra

Fotos: Pablo Aguirre

Maquillaje: Mariana Gerosa

Locación: Jardín Botánico Lorenzo Parodi