Hoy es uno de los jóvenes más talentosos (y convocados) del teatro local, asociado al hacer reír y la emoción. Camilo Céspedes ya tiene una clara identidad. Actuó con los más grandes y busca magia en diferentes proyectos como hoy con los títeres, para sumar a su enorme caudal de recursos del alma que utiliza en el momento de actuar. Crea y se deja transformar, observando ídolos y conociendo sin prejuicios diferentes maneras. Aparece, gestualiza, se cae, canta, sufre o se ríe, pero con todo el cuerpo y la energía, siempre disfruta.
Una primera clase, de Darío Giles en El Taller, fue suficiente para dejarse atrapar para siempre por este arte de interpretación y expresión. Cedió a la insistencia de un compañero de secundaria para asistir, y el destino tomó una forma diferente. “Cuando me escondo detrás de un personaje hago todo lo que no me animo a hacer en la vida diaria. Ese día dije ‘esto es lo mío’”, relata. Las señales que dirigirían su camino eran muchas, sólo había que verlas y dejarse llevar, confiar. “Al terminar la escuela estaba entre seguir Electrónica, Teatro o Veterinaria. No tenía nada que ver con eso, sentí que sólo el teatro era realmente para mí”.
Obras y maestros
El crecimiento de Camilo fue de menor a mayor, y en poco tiempo logró trabajar con los mejores artistas de Santa Fe. Debutó, con papel protagónico, en “El gran Ferrucci”, y con Claudio Paz hizo “La casita de los viejos”. “Trabajar con Claudio o con Trucco fue increíble para mí, estaban a un nivel altísimo y quería llegar a eso. Aprendí mucho”. Luego, llegó la comedia “Sueños de barrio”, de Fontanarrosa, donde Camilo era El Escribiente, personaje que recuerda con mucho cariño. Con dirección de Sergio Abbate, llegaría “Espina de Diamantes” y después “Stéfano”: “en ella estaban todos mis profesores de preparación del actor, fue tocar el cielo con las manos, estar en el limbo”, dice intentando encontrar la expresión justa para la admiración. Y claro, a Cami lo acompañaban nada más y nada menos que Raúl Kreig, Rubén Von der Thusen, Sergio Abbate , Vanina Monasterolo, Claudio Paz, Cristina Pagnanelli, y Marina Vázquez. Hizo de Radamés, que le dio muchas satisfacciones y críticas bellísimas, al interpretar la complejidad y particularidad de un chico con retraso mental. En una colección de creaciones inolvidables, Camilo fue parte de un hermoso elenco de cinco actores en “Ricardo, una farsa”. Varios personajes en cada uno de los cuerpos, entrega total y un increíble texto de Sergio, Lautaro Ruatta y Verónica Bucci, hicieron de la obra un éxito de cuatro años.
Tímido y de buen humor, los recuerdos lo llenan de alegría, y a veces las palabras no le alcanzan para poder decir lo que siente cuando actúa. Conformó diferentes grupos y sueña con seguir desafiándose en un infinito abanico de elecciones. Comenzó casi por azar a transitar este camino, que por convicción lo sigue andando.
Se autodefine exigente con su trabajo al componer un personaje: “quiero que sea mejor que el anterior, es una obsesión”, curioso y aprendiz todo el tiempo. Nombra a Raúl, Darío, Sergio, Rubén y Walter Alemandi como sus maestros, esos que más admira. “Mis referentes son los grandes actores santafesinos”, afirma. Su única deuda, por ahora, es encontrarse en una misma obra con Lucas Ranzani, Walter de La Abadía o Fernando González de Grupo La Tramoya.
Proyectos actuales
Estrenó hace días en el Foro Cultural “El Cardenal” junto a Eduardo Borgonovo y dirección de Julio Beltzer y Diego Tomás. Es una gran apuesta encarar un papel lejos de la comedia que es donde más cómodo se siente. “Son dos personas que esperan, no se sabe qué, y en medio de esa espera se produce una lucha de poder entre el cardenal y su discípulo”, adelanta Camilo. Además, está ensayando “El Rey Lear” con José María Gatto, que se presentará en LOA, el musical “Espíritu traidor” y la reposición de “Llanto de perro”, de Abbate. Además, Camilo es profesor de preparación del actor de primer año, participa en la murga “La Comedida” y en La Clave, hizo en televisión “H 13” y le intriga el mundo del cine. “No planeo, prefiero dejarme sorprender con los proyectos que aparecerán”.
Pasión, entrega, búsqueda y logros. La carrera de Camilo es un camino en subida acompañado de pares en la misma búsqueda y fuerza motora del amor al arte. “Estar arriba de un escenario para mí, es tocar el cielo con las manos. Es lo que me gusta y apasiona. Tengo la suerte de vivir de lo que amo. Antes de salir a escena uno pasa por nervios, cosquilleo en la panza, dudas… pero salís a escena y todo pasa. Cuando termina la obra, después de pasarla bien y disfrutarla, la gente te recibe con su aplauso, y es todo maravilloso. Todo tiene sentido”.
Créditos: Celi Di Notto
Fotos: Pablo Aguirre