Espontánea, sonriente, madre, mujer de radio y sobre todo actriz. Dueña de un histrionismo que la llevó a interpretar diversos papeles, Alicia Galli es una de las actrices más admiradas y queribles del teatro santafesino. Se reconoce de esencia rebelde, un poco tímida y bastante curiosa en búsqueda de nuevas experiencias. Ex alumna de la Escuela de Teatro, admiradora de su gran maestro Raúl Kreig (“lo que él te enseña, te ayuda en la vida”, afirma), la artista es dueña de serenidad e impulsos, pura pasión y sueños por cumplir.
TS-¿Cómo eras en tu infancia? ¿Te gustaba recrear alguna escena o eras tímida?
AG-Era muy solitaria, recuerdo que cuando era chica iba al patio de mi casa, y durante horas, agarraba un palo y cantaba, saludaba al público, hacía morisquetas. Siempre desde que tengo uso de razón, algo me une con lo artístico. Es también algo genético. Mi viejo era cantor de tango, ganaba todos los concursos en los certámenes de las radios. Mi mamá nunca subió a un escenario pero también canta muy bien, y yo me defiendo. Mi abuelo fue actor allá por principios de siglo. Después, más adelante, en la primaria yo siempre tenía algo que ver en los actos. Los escribía, dirigía, elegía los actores, disponía los roles.
TS-¿Cuándo te das cuenta de que querés actuar?
AG- Todo empezó, mal que me pese, con Andrea Del Boca. La miraba y decía “quiero hacer eso”. Por suerte, después tuve unos maestros que me llevaron por otro camino. Yo soñaba con hacer eso. En mi cabeza estaba “eso”, yo quiero hacer “eso”, yo quiero jugar a “eso”. Siempre estuvo lo lúdico en mí, jugar a hacer teatro. Y hasta hoy, cada vez que hago teatro, yo juego. Ojalá nunca lo pierda. Es un juego que me apasiona y sin el cual ya no podría vivir.
TS-¿Cómo comienza tu camino de aprendizaje en la actuación?
AG- Muy propio de mi personalidad he intentado varias carreras, en un momento sentí que no encontraba lo que realmente quería hacer. Y se dio de un modo increíble. En mi casa nunca se compraba el diario, un día cayó uno, me puse a leerlo y vi una publicación que decía “Comienza la inscripción para la Escuela de Teatro”. No tuve dudas, lo sentí. Dije “tengo que ir”. Me fui a anotar, hice todo. Yo jamás había ido a ver teatro, nunca en mi vida. El día que comenzaban las clases, en la escuela Sarmiento, caí vestida con pollera corta, buzo y zapatos. Todos empezaron a llegar con su ropa enorme, jogging, camisolas, y me dio pánico cómo estaba vestida. Me quería morir, todos de zapatillas, con mochilas, me empecé a sentir incomodísima. Tenía angustia y quería irme. Cuando pegaba la vuelta para irme, salió el Negro Beltzer, que era el director en aquella época y llamó a todos. Me dio tanta vergüenza irme, que lo tuve que seguir. Y ahí me enamoré del teatro. Fue amor. El primer profesor que tuvimos de actuación fue Carlitos Klein, con él te das cuenta si es o no para vos el teatro. Él me convenció en la segunda clase, tiene una magia tan especial. Ya no puedo vivir sin el teatro, me apasiona. Hace 26, 27 años que actúo. Además veo mucho teatro, cuando me gusta lo que veo, salgo con una sobredosis.
TS-¿Cómo vivís la composición de tus personajes?
AG-Cuando puedo hago los talleres de Raúl Kreig, creo que el actor siempre tiene que seguir entrenando. Yo llevo mis personajes cotidianamente a toda mi vida. Es la manera de buscarle matices, humanizarlo. Si no siento el personaje no lo puedo armar. Hay gente que necesita armarlo estéticamente, físicamente, yo si no lo siento adentro mío, no puedo hacerlo de ninguna manera.
Su más reciente personaje es el de Lady Anna en la obra “Ricardo, una farsa”, la Comedia Universitaria UNL 2013 dirigida por Sergio Abbate, en la que comparte escena con un elenco de grandes actores (Raúl Kreig, Rubén Von Der Thüsen, Javier Bonatti y Camilo Céspedes). La versión de Ricardo III ya lleva cuatro temporadas a sala llena en La Treinta Sesenta y Ocho, y Alicia sostiene que “la haría eternamente”.
TS-¿Qué significa Lady Anna para vos?
AG- Significa mucho por la relación que tuve con Vero Bucci (NDR: Asistente de Dirección y Dramaturga de la obra). Lady Ana es ella. Nosotros nos conocíamos, y cada vez que la encontraba me decía que me admiraba. Ella fue clave en este personaje. Yo tenía una gran dificultad que no podía traspasar con este personaje, muy íntima, y un día me vio lo que me pasaba y me guió. Esa es una de las cosas más lindas que me quedó del personaje. Después por supuesto, la propuesta, el grupo hermoso, disfrutamos mucho encontrarnos, los viajes, hay una conexión hermosa entre todos.
TS-¿Cómo definís lo que significa para vos actuar?
AG- Actuar es jugar, jugar es crear. Jugar es también aprender, compartir, pasarla bien, pasar las cosas malas, saber sobrellevarlas. La palabra jugar es lo que defino yo cuando hago teatro, jugar a ser otro, salir un poco de lo que es uno, ¿por qué no? Eso me pasa a mí cuando actúo.
Crédito: Celina Di Notto
Fotos: Pablo Aguirre
Locación: Mercado Progreso, instalación “Vibrante belleza”