Alejandra Urrutia Burlando nació un 4 de octubre en Concepción. Chile. Desde hace tres años está a cargo de la Orquesta Sinfónica Provincial de Santa Fe, además de ser la directora titular de la Orquesta de Cámara de Chile en la capital de ese país. Llegar a ella implica cumplir una serie de protocolos cuya etiqueta se diluye en el encuentro personal. Menuda, joven, sencilla, se pone delicadamente a disposición de quienes (fotógrafo y periodista) llegamos a su encuentro una fría mañana de junio en el lugar en el que desarrolla aquí su actividad: el Centro Cultural Provincial
El violín y la batuta
“Yo tengo formación como violinista”, aclara la Maestra, tal el titulo con que se dirigen a ella en la orquesta. La pregunta que inició la charla apuntaba al por qué de la dirección orquestal como elección dentro de la música académica. Urrutia relata que todo surgió en una orquesta juvenil de su país de la que se había hecho cargo y a la que terminó dirigiendo. “Fue algo muy fluido para mí -agrega-; cuando finalmente lo decidí comencé a estudiar dirección”. Ese rol implica conocimiento, coordinación, expresividad, una suma de atributos que es imprescindible disponerse a afrontar. “Para mí la dirección orquestal es irse a la esencia de una obra musical. Además de saber lo más posible sobre ella implica ir a la profundidad de la partitura para poder entender cómo se construye”.
La obra que probablemente la sedujo fue la Quinta Sinfonía de Beethoven. “La primera que trabajé en detalle”, relata. ¿Alguna que le haya complicado la tarea? “Cada compositor y obra tiene su complejidad –señala- pero trato de no fijarme en las dificultades”. Ante la pregunta por su preferencia, aparece un nombre: Mozart. “Es uno de mis compositores favoritos. Su esencia es muy transparente y cristalina. Es muy puro”. Más allá de escuelas y corrientes, existen los directores con sus particularidades “Tu puedes haber estudiado adonde sea pero finalmente encuentras tu propia manera de dirigir, tu propio estilo”. Sobre cómo definiría el suyo, ella elije dos palabras: claridad y libertad. “Es importante cuando dirijo que los músicos entiendan lo que yo quiero hacer y poder transmitir con todo mi cuerpo lo que quiero e inspirarlos”
Entre Santiago y Santa Fe
Alejandra reparte sus días entre Chile y Argentina. Una vida itinerante que requiere de precisiones propias de una directora. “Lo primero que hago es armar una temporada para todo el año. Se trata de organizarse bien”, afirma quien utiliza a diario el teléfono para lo administrativo y confía lo artístico en el director invitado que deja a cargo. Cuando hablamos de carencias o inaccesibilidades en una ciudad del interior del país, Alejandra solo anhela un teatro que sea a la vez la casa de la orquesta. Hace referencia a los bonaerenses Teatro Colon y Centro Cultural Kirchner. “Sería lindo que Santa Fe tuviera un lugar en el que la orquesta pudiera tocar a ese nivel, adonde fuera posible dejar tus instrumentos y volver a las tardes a ensayar; adonde las sutilezas sobre las que trabajas suenen maravillosamente”.
Complacida en esta ciudad (“Hemos hecho un camino juntos muy bonito e interesante”), Urrutia añora a veces la tranquilidad de su tierra. “Argentina es un país muy movido, muy activo, a veces ruidoso”. Extrañamente, se ha encontrado en oportunidades asombrada por el silencio de la capital chilena en comparación con esta ciudad de provincia. Lo analiza como una situación cultural que tiene su contracara. “A la vez es lo bello de este país. Aquí son muy extravertidos, muy comunicativos”
La excelencia como meta
La música académica, su estudio, el nivel en la formación de profesionales fueron parte del diálogo con esta directora que trabaja con músicos a ambos lados de la cordillera. “Yo creo que hemos progresado. Sin embargo, siento que tenemos una gran carencia que tiene que ver con nuestra idiosincrasia”. Para Urrutia la excelencia es un norte y una manera de vivir. “En Latinoamérica se nos hace difícil, no lo pensamos ni tenemos como meta”. Urrutia cree que viene desde la misma instancia educativa. “Tú tienes que ir siempre por la excelencia, en este caso la excelencia musical. ¿Qué significa eso? Tener disciplina, ser persistente; si estás estudiando y algo no sale quedarte ahí hasta lograrlo. Para mí la excelencia es un estado mental. En eso nos falta mucho.”
En cuanto al tiempo diario necesario para el aprendizaje de un instrumento, Urrutia hace referencia a los consejos de un profesor quien aseguraba que cinco horas diarias de estudio personal permiten ir a dormir tranquilo. La directora vivió casi una década en EEUU, país que, beca mediante, le posibilitó un estudio que en Chile no pudo realizar. “Allí aprendí la búsqueda de excelencia. Hay un cierto orden con exigencias muy altas pero no duras”, aclara quien cree en la enseñanza amorosa, en el balance necesario entre rigurosidad y trato afectuoso
Hermandad y sueños
Escuchar a Urrutia hablar sobre su vida entre ambos países transmuta cualquier idea de rivalidad en camaradería. “Yo llevo una filosofía de vida que tiene que ver con la unidad. -explica- Tenemos que unirnos, sentir que somos hermanos”. Desencantada con la separación del Reino Unido de la Unión Europea, sin poder comprender la estructura de separación inserta en la sociedad, afirma. “Yo no hago diferencias entre Argentina y Chile, ojala que ni existiera eso. En el fondo somos todos inmigrantes. Yo soy inmigrante, mis padres lo eran. ¿De qué diferencias hablamos?”
Alejandra Urrutia se siente gratificada por su presente. Ser directora titular de dos orquestas importantes en sendos países es una oportunidad poco frecuente. “Esto me ha dado un entrenamiento impagable. Estoy agradecida por eso. ¿Qué es lo que va a venir después? Lo desconozco pero quisiera pensar que va a ser tan bello como lo que me está pasando ahora. Seguro que las exigencias serán mayores y lo que sea va a llegar cuando yo esté lista para ello”
CREDITOS: Julia Porta
FOTOS: Pablo Aguirre