Dejó su cargo como jueza penal en la ciudad de Rosario para lanzarse a la arena política como candidata a diputada nacional, por Nuevo Espacio Santafesino, y competir en la interna del Frente Justicialista. Hija de un histórico dirigente peronista, Rodenas reivindica las construcciones colectivas y cuestiona los personalismos. Se reconoce como una mujer comprometida con la lucha contra el narcotráfico, luego de ver barrios destrozados por la droga y la exclusión social.
TS —¿Qué la motivó a tomarla decisión de lanzarse a la política?
AR —Yo tengo una his
toria familiar vinculada a la política. Fue un proceso que nos atravesó, felizmente, porque nos dio herramientas para mirar el mundo y comprometernos con la gente. Soy la menor de 4 hermanos, mi padre fue uno de los fundadores del peronismo en Rosario, diputado en el primer peronismo, ministro, luego confinado en el sur en el ’55, miembro de la resistencia y vuelve en el ’73 com
o presidente de Ferrocarriles.
Me crié en un ambiente político, transité la adolescencia durante la dictadura en un colegio confesional y, en el año 82—cuando decidí ingresar a la universidad pública—, lo primero que hice al subir las escalinatas de la Facultad de Derecho de Rosario, fue buscar la mesa de la JUP (Juventud Universitaria Peronista); que estaba muy devastada, porque representabalo que había ocurrido durante el terrorismo de Estado, con alumnos desaparecidos y docentes que debieron exiliarse. Allí se armaron las primeras elecciones universitarias del país y yo fui parte de ese proceso.
TS —¿Se discutía de peronismo en la familia?
AR —Discutíamos al peronismo porque mi padre representaba un peronismo más tradicional, clásico, y yo venía con ideas atravesadas por la historiografía de los ’70.
Recuerdo que en Embalse (provincia de Córdoba) teníamos una casa de vacacionesy, cuando éramos chicos, mi papá nos levantaba de la cama con la marcha peronista cantada por Hugo del Carril, en disco de pasta, en el «winco». Soy parte de una familia ultra peronista con la foto de Perón y Evita arriba de la chimenea pero, también, en el marco de mucha tolerancia, porque pudimos gestar amistades con gente de otros signos políticos, y creo que eso es algo a recuperar.
TS —¿Estamos asistiendo a un momento de vaciamiento de la política?
AR —Hay un rechazo a la política y hay que escuchar esas voces. Hay una generación que no se comprometió como la nuestra (yo tengo un hijo militante en el Movimiento Evita) pero hoy me sorprende ver el entusiasmo de los chicos. Creo que el desencanto con la política tiene que ver con que esta se ha puesto en un lugar de personalismos y de peleas internas que no suman. Tenemos que volver a pensar en estructuras, por eso me resulta tan agradable pertenecer a este espacio colectivo y me llena de responsabilidad, porque a la construcción colectiva hay que darle respuestas colectivas.
TS —En su experiencia desde el Poder Judicial y desde la política, ¿qué le puede aportar al Congreso?
AR —Tuve una activa participación en la persecución y procesamiento de bandas narcocriminales de Rosario, y he tenido un compromiso muy fuerte con la aplicación de la ley de trata en los casos del ejercicio de la prostitución con fines de lucro, con proxenetas enriquecidos a costa de las mujeres. Son dos temas centrales para llevar a la agenda del año que viene.
En estos años como jueza me impactó ver barrios destrozados y familias enteras viviendo estas nuevas economías delictivas,que son más rentables que las economías formales. Hay tres o cuatro generaciones que no pudieron ingresar al mercado laboral ni a la educación formal y eso es muy grave. Hay que hacer enormes esfuerzos para incluir a los excluidos del sistema.
TS —En el Poder Judicial, el fuero penal es un ámbito de difícil acceso para las mujeres. ¿Le costó llegar al cargo de magistrada?
AR —Al principio, sí, pero no fue una tarea imposible. En 1999-2000 juré como jueza y no se hablaba tanto de cuestiones de género pero, en estos últimos 12 años, creo que la lucha de las mujeres se puso en la agenda pública. Fue un lugar arduo, difícil, había que abrirse camino pero cada vez hay más mujeres y estamos avanzando en el siglo de las mujeres.
TS —¿En qué momento se encuentra el peronismo como expresión política?
AR —Hay una dirigencia burocratizada, que no escucha a la gente, diluida en personalismos, es el costado más vulnerable del peronismo que hay que comenzar a recoger. Hay que repensar un peronismo para el siglo XXI más moderno, inclusivo y tolerante, que no haga de la grieta una grieta, que convoque a las nuevas generaciones y a las organizaciones intermedias.
Texto: Alejandra Pautasso
Fotos:Diego Gentinetta