Le dicen «El Messi del ajedrez». Este fin de semana, derrotó al noruego Magnus Carlsen en 48 movimientos y quedó en el puesto 21, entre 156 participantes de elite de este deporte.
Faustino Oro consumó el récord mundial de precocidad en la obtención del título de maestro internacional de ajedrez. Una hazaña extraordinaria conseguida por un niño argentino. Lo hizo en un torneo magistral en Barcelona, ciudad donde reside desde hace unos meses. En otras palabras, nadie, nunca, en toda la historia del ajedrez jugó tan bien como él a la edad de diez años. Ni siquiera los más reputados campeones de todos los tiempos, como Raúl Capablanca, Bobby Fischer y Magnus Carlsen.
Más precisamente, Faustino tiene 10 años, 8 meses y 16 días. Estableció su plusmarca con un margen de un mes y cuatro días, porque Abhimanyu Mishra, su antecesor inmediato, tenía 10 años, 9 meses y 20 días cuando se convirtió en el maestro internacional más joven de todas las eras. No ocurrió hace mucho, por cierto: el chico estadounidense de origen indio tiene ahora 15 años.
El título de maestro internacional que Faustino logró demanda dos requisitos: registrar tres desempeños con un determinado grado de exigencia en tres torneos internacionales distintos, cosa que el argentino completó en este certamen celebrado en España, y alcanzar como mínimo un puntaje de 2400 en el ranking Elo internacional, cuya actualización se conocerá este lunes, y en la cual Faustino superará holgadamente ese número. Su próximo objetivo, conquistar el título de gran maestro, el grado mayor de excelencia en el ajedrez, requiere también tres normas pero en un nivel de dificultad más alto, y reunir al menos de 2500 puntos en el ranking Elo internacional.
En Barcelona compitieron diez jugadores con el sistema “round robin”, esto es, todos contra todos. Oro estaba preclasificado en el tercer lugar y debía obtener 6½ unidades sobre las 9 posibles para alcanzar la norma, y en este caso, el título de maestro internacional. Lo consiguió ganando cuatro partidas y empatando cinco, es decir, invicto, y de paso, logrando el primer puesto.
Examinando sus partidas uno comprende que se trata de un fenómeno ajedrecístico inusual. No presenta puntos débiles: ni teóricos, ni técnicos, ni psicológicos. Tiene una muy buena preparación teórica en las aperturas (hay que destacar el buen trabajo de su equipo de entrenadores, entre quienes es una figura sustancial el maestro internacional marplatense Jorge Rosito) y además posee un notable criterio para orientarse en la fase más difícil del ajedrez: la transición entre la apertura y el medio juego. Siempre elige buenos planes y conduce las complicaciones de las partidas con seguridad. Evalúa con buen juicio todo tipo de posiciones; no se apura por tiempo; no se pone nervioso; ataca bien, y defiende mejor. Es increíble.
Está claro que llegará muy lejos, y ser campeón mundial es un sueño de posible concreción para él. Por lo pronto, su proyección es de ser jugador de élite, algo reservado a los quince o veinte mejores del mundo, un nivel en el que es muy difícil sacarse ventajas.
Como decíamos, su próximo objetivo será el título de gran maestro. Para establecer el récord de edad también en esa condición tendrá que obtenerlo antes de cumplir 12 años, 4 meses y 25 días, la marca que ostenta Abhimanyu Mishra, el mismo jugador al que Oro acaba de despojar del récord de precocidad de un maestro internacional. Recordemos que Faustino tiene 10 años y 8 meses y medio, es decir que dispone de más de un año y medio para alcanzar este otro récord, objetivo asequible si tenemos en cuenta la progresión de su juego, y que ya mismo juega como un gran maestro.
También es cierto que no se debe tomar estos resultados como si el futuro ya estuviera escrito, y como si unos logros debieran ser necesariamente encadenados con otros. Además, los jugadores de los tiempos presentes cuentan con ventajas sobre los pioneros, que tenían que descubrir los secretos del ajedrez sin que nadie les enseñara nada, con pocos libros, y sin computadoras. Con todo, el nivel de Faustino Oro es superlativo, y el hecho de que sea argentino volverá a poner a nuestro país entre las principales naciones ajedrecísticas, como lo fue en los años cincuentas, cuando hilvanó tres subcampeonatos olímpicos bajo el comando de Miguel Najdorf.
En los deportes de contacto existe una expresión, “libra por libra”, que se usa para comparar a luchadores o pugilistas más allá de la categoría en la que compiten. Toma como valoración cuán dominante es el individuo en su nivel y hace una proyección contrastada con los demás, cada uno en su respectiva categoría. De Faustino Oro se puede afirmar sin temor a exagerar que hoy por hoy, libra por libra, y con escasos diez años, es el mejor ajedrecista del mundo.
Fuente: Pablo Ricardi para La Nación.