Se define como una mujer coherente, abogada luchadora y apasionada por la política. La concejala Adriana “Chuchi” Molina se emociona ante los logros de las mujeres santafesinas y redobla la apuesta. En esta charla, nos invita a recorrer sus inicios en la militancia en la UCR, su admiración por Alfonsín, el rol de las mujeres en la vida pública, la maternidad, los afectos y, por sobre todas las cosas, su esmero en mantener encendida la llama del trabajo colectivo como motor de cambios profundos.
TS-¿Cómo se definiría Adriana Molina? ¿Es una mujer luchadora?
AM-La peleo, y también he tratado de ir construyendo en mí una mujer bastante coherente.
TS-¿Cuesta ser coherente en la política?
AM-Creo que en la vida cuesta ser coherente pero cuando se tiene exposición pública, decir, pensar y hacer en forma coherente no es fácil. Sí me considero una mujer que la pelea, no me siento una heroína pero sí una mujer que la ha peleado, que la pelea y que espero seguir peleándola.
TS-¿Desde siempre la peleaste?
AM-Creo que en la vida de las mujeres hay muchas etapas. De joven y adolescente no, siempre estuve rodeada de afectos, eso fue una gran fortaleza, una dicha. Quizás en la juventud puede haber sido más complejo, pero sentís que la vas peleando por ejemplo en la maternidad. La maternidad me cambió absolutamente la perspectiva, y a la vez siempre intenté seguir teniendo todos esos otros sueños, aspiraciones, compromisos, porque estaba convencida de que quería ser una mujer feliz o intentar serlo, si yo intentaba ser una mujer feliz también iba a ser una mamá feliz.
TS-Hablaste de los afectos. ¿Qué lugar ocupan en tu vida?
AM-Mucho. Siempre digo que tengo familias ampliadas, porque tengo los afectos familiares y siempre tuve la dicha de estar en espacios donde había muchos lazos con amigos, hermanos y hermanas de la vida; siempre le busco el lugar a los afectos e intento reservar un espacio para ellos, es lo más genuino y donde realmente una se encuentra con su propio espejo.
TS-¿Cuál es el rincón de Santa Fe que sentís como parte de tu identidad?
AM-Me gustan mucho los espacios verdes de Santa Fe, poder ir a caminar o tomar unos mates en el Parque del Sur, o ir a la plaza San Martín, donde pasaron la infancia mis hijos. También tengo lugares emblemáticos vinculados con mi identidad: yo me siento como en casa en la Facultad de Derecho de la UNL, por ejemplo. Yo hoy soy docente allí. Cada aula, el Patio de los Naranjos, el patio de la Reforma, el bar, el Consejo Directivo son lugares de pertenencia absoluta.
TS-¿Cómo fueron los primeros años de militancia?
AM-Fueron años de mucha luz, de la recuperación de la democracia. De mi familia nadie había estado en política, y pasar de ser una estudiante a estar en el Centro de Estudiantes y tener otra relación con mis compañeros vinculada al trabajo solidario fue muy importante. Además, en un momento especial de la Universidad Pública, me sentí parte de esa historia, con roles de responsabilidad. Pasé de lo individual a lo colectivo, de ser una estudiante de clase media, hija única, a pensar en un “todos”. No tengo ninguna duda que lo volvería a repetir, si tuviera que repetir algo en mi vida.
TS-¿Qué significó Raúl Alfonsín para esa estudiante de la década del ’80?
AM-Fue fundamental. Fue lo que me hizo militar. No me imagino una Adriana Molina militante si no hubiera existido un Raúl Alfonsín. Mi referencia era esa. Recuerdo los actos en Unión, Paraná, Rosario o viajar a Bs As a escucharlo en momentos difíciles de su presidencia, fue realmente un líder que marca valores y prácticas. Yo empecé a militar por Alfonsín.
TS-En tu tarea profesional como abogada, especialmente en derecho de familia, ¿qué es lo que te impactó de aquella experiencia a principios del 2000?
AM-Lo que más me golpeaba era la vulnerabilidad de muchas mujeres, desde lo económico, lo social. Verlas ir a tribunales 10 ó 20 veces con una justicia que muchas veces miraba para otro lado… Me volví una abogada luchadora. Recuerdo que caía a Tribunales con ellas y esperábamos en la puerta al juez para hablar con él. Sentía que tenía que explicarle a las mujeres cuáles eran sus derechos, como el divorcio, la cuota alimentaria, a luchar por sus bienes, a tener un trabajo, a formar otra familia. Ahí comencé a descubrir los estudios de género.
Más adelante, con José Corral como secretario de Extensión Universitaria, propuse que la UNL tuviese su Programa de Género, Universidad y Sociedad.
TS-¿Te costó mucho, como mujer, ganarte un espacio en la política?
AM-A las mujeres todo nos cuesta un plus, por eso es tan importante el cupo femenino como herramienta que nos permitió a muchas mujeres llegar a determinados espacios, y necesitamos la ley de paridad como herramienta de igualdad de trato y de oportunidades para varones y mujeres. Dentro del espacio político en el que yo milito desde hace muchos años, el tema de la igualdad es un tema real. Si miramos el gabinete del Gobierno de la Ciudad, prácticamente el 50% son mujeres ocupando espacios importantes. Yo fui la primera secretaria de Gobierno que tuvo la Municipalidad, y se trató de una decisión política.
TS-¿Qué varones dentro de la política fueron importantes para vos?
AM-El caso de José Corral es el más claro, porque hace muchos años que compartimos lucha, militancia, formación. Compartimos determinados principios y valores, como la creación de Jardines Municipales como herramienta de educación igualitaria pero también como política de género; o la conformación de las Escuelas de Trabajo. Saber que estas políticas van a tener resultados de transformación y de cambios reales para muchas mujeres es sentir que realmente estoy en el espacio político que quiero estar.
TS-¿Hay alguna historia de vida de mujeres de nuestros barrios que te haya atravesado el corazón pero al mismo tiempo sentir satisfacción por haber ayudado en sus procesos personales?
AM-Hay una vinculada con la cooperativa de mujeres que hicimos hace un par de años, cuando yo era secretaria de Gobierno, de la que participaban las mamás de los Jardines Municipales y donde aprendían moldería textil.
Recuerdo una de ellas, de unos 25 años, que el día que finalizaba el taller lloraba porque estaba absolutamente convencida que antes de esta experiencia no podía hacer otra cosa de su vida que quedarse en su casa a tomar mate, sentía que su vida era sólo eso y no podía hacer otra cosa. Ella se dio cuenta que le pasaba eso porque era una víctima de violencia, y el haber tenido la posibilidad de estar en la cooperativa le había dado autonomía, el sentir que era capaz, que podía…Yo la veía libre… -lo recuerda y se emociona-. Cambiarle la vida a esa mujer fue una de las cosas más fuertes que viví. Hay algo que no se puede perder: la empatía. Si pierdo eso, el ponerse un minuto en el lugar de la otra persona, será muy difícil que pueda seguir dedicándome a la política.
TS-Te caracterizás por ser una persona dialoguista y que busca consensos. ¿En qué no negociás?
AM-Mis límites tienen que ver con la defensa de los Derechos Humanos y la corrupción. Sin embargo, creo que, más allá de eso, en el resto siempre es posible encontrar comunicación y diálogo sin perder posiciones y convicciones.
TS-¿Cuál es tu cable a tierra?
AM- El poder seguir haciendo aquello que me gusta: mi casa, mi familia, los afectos, salir a ver una película o tomar unos lisos en la costanera, ir al supermercado. Tratar de no perder lo cotidiano, ese es mi cable a tierra.
TS-¿Qué le diría la docente Molina de la Facultad de Derecho a la alumna Molina de la década del ’80?
AM- Le diría que milite, que se comprometa, que participe, que no se pierda la oportunidad de entender la vida desde lo colectivo.
TS-¿Un mensaje para las mujeres santafesinas?
AM- Hay que creer en nosotras, es lo más importante, creer que tenemos fuerza, que podemos transformar y saber que siempre hay alguien cerca que la puede acompañar, ayudar. Estamos en la búsqueda de una sociedad y una ciudad más igualitaria entre varones y mujeres. Lo más importante tiene que ver con la autonomía, entender que no estamos solas, las mujeres tenemos solidaridad.
TS-¿Qué es lo que te gustaría hacer y aún no lograste profundizar en lo personal y en lo colectivo?
AM-No tengo aspiraciones de tipo individual porque estoy convencida de lo colectivo. Siempre que haya un vecino o una vecina de la ciudad que la esté pasando mal, uno siente que tiene que profundizar algo. Me gusta una frase de Florentina Gómez Miranda, una mujer radical referente para el movimiento de mujeres del propio partido: ella decía que era maestra por vocación, abogada por elección y política por pasión. Cuando se es política por pasión está todo para hacer.
Crédito: Alejandra Pautasso
Fotos: Pablo Aguirre
Maquillaje: Mariana Gerosa