“Nadie es una isla, completo en sí mismo, cada persona es un pedazo del continente, una parte de la tierra, si el mar se lleva una porción de tierra, todo el continente se ve disminuido, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia. La muerte de cualquier persona me disminuye porque estoy ligado a la humanidad, por consiguiente nunca has de preguntar por quién doblan las campanas: las campanas doblan por ti” John Done, 1624
Ese 17 de mayo de 2007 las campanas doblaban simbólicamente, anunciando la muerte de Ana María Acevedo. Y anunciando su muerte, repicaban la historia penosa y repetida de tantas mujeres. Pero también doblaban reclamando la acción de todas las personas que entendieran el profundo contenido político de esa muerte joven, pobre, injusta, inhumana y medieval: las campanas doblaban por nosotras.
Doloridas e indignadas muchas compañeras de organizaciones, instituciones y partidos políticos nos reunimos en la puerta del Hospital Iturraspe. Exigimos una reunión con el entonces director, y como no se concretaba, no dudamos en subir las escaleras, entrar a su despacho y reclamar explicaciones que no le creímos. Entonces no sabíamos que empezábamos un largo camino de búsqueda de justicia para Ana María y para tantas Ana María; y que hoy, más de 8 años después, nuestros pasos nos devolverían al mismo hospital, tan distinto y tan parecido a aquel que la dejó morir.
Muchas cosas transcurrieron en ese andar, y una muy importante fue que conocimos a la familia de Ana, a sus padres, Norma y Aroldo, a sus hijos Juan David, Román y César y a sus hermanas, hermanos y otros familiares. “Lo único que queremos es que no le pase nunca más a ninguna mujer” fue lo primero que nos dijo Norma. “Para qué estudiaron”, escuchamos decir a Aroldo, refiriéndose a los médicos. Los escuchamos, los acompañamos, juntos multiplicamos las acciones, los actos, las marchas.
Rápidamente el Movimiento de Mujeres de Argentina y la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito hizo propia la bandera de su historia.
En diciembre de 2007, esperanzadas por el cambio de signo político en la provincia, iniciamos la acción administrativa que culmina hoy.
En junio de 2008 llegaron los procesamientos históricos del Dr. Eduardo Pocoví: 3 médicos procesados por incumplimiento de deberes de funcionario público y lesiones culposas y 2 médicos y una médica procesados por incumplimiento de deberes de funcionario público. Este fallo inédito en América Latina recibió un premio internacional en 2010, el premio Género y Justicia al Descubierto, otorgado por la agencia colombiana-española Womens Link Internacional, fue la decisión judicial más votada por personas de todo el mundo por su alto contenido en materia de derechos humanos de género y por la actitud valiente y decidida del juez.
El movimiento de Mujeres abrazó a Ana María como a una bandera, y a través de innumerables acciones políticas recuperamos permanentemente su memoria, fue así que hicimos escraches en la puerta de ingreso de este mismo hospital, hicimos marchas, pintamos murales, participamos de paneles y escribimos su historia en distintos ámbitos y en distintos lenguajes.
En una oportunidad, fuimos invitadas a dictar una clase sobre de Derechos Sexuales y Reproductivos en la Cátedra de Derechos Humanos de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales. Allí contamos la historia de Ana María. Años después se sumó a la Multisectorial una joven abogada que había estado presente en esa clase, y nos contó que en ese momento pensó “cuando me reciba yo quiero ser como estas mujeres” Es la abogada que esta mañana patrocinó a la familia Acevedo en la Fiscalía de Estado: para quienes saben escuchar y pasan a la acción, las campanas siguen doblando.
Hoy la provincia de Santa Fe, en un hecho histórico, sin emitir juicio acerca de la responsabilidad penal de los médicos que de un modo u otro habrían intervenido en el resultado final de su muerte, reconoce el carácter de ciudadana de Ana María, pide disculpas y asume el compromiso de adoptar medidas de no repetición. Dice textualmente el dictamen “Ana María Acevedo y sus padres confiaron en la Provincia y que el Estado los ayudaría y les brindaría atención. Y esa confianza y esperanza de protección fueron traicionadas. Por eso ahora la Provincia, ya que no pudo hacerlo con ella, debe proteger a sus familiares y honrar el recuerdo de su ciudadana, a la que no asistió en su oportunidad, quebrantando su compromiso. Entiendo que la provincia debe en consecuencia asumir su responsabilidad y pedir las disculpas del caso. Junto con la conformidad con la propuesta formulada para tratar de reparar el daño causado, como así también asumir el compromiso de evitar que estos hechos se repitan, para así de alguna manera rescatar el legado que Ana María ha dejado”
Compartimos con Elizabeth Minnich que “lo que nosotras, las feministas, estamos haciendo es comparable con la destrucción copernicana del geocentrismo, la destrucción de Darwin de la centralidad de nuestra especie. Estamos minando el androcentrismo y el cambio es tan fundamental, tan peligroso y tan excitante” Es en ese cambio que inscribimos este inmenso paso que logramos y que tendrá repercusión en toda nuestra América.-
CRÉDITOS: Paula Condrac