Efraín Colombo, el referente más joven del folclore actual
Con sólo 29 años ya grabó dos discos, cantó en festivales nacionales y proyecta una auspiciosa carrera. Su padrino artístico es cantautor Orlando Vera Cruz, quien tiene una gran influencia en su obra folclórica.
Toda Santa Fe
Sol. Mediodía en un bar de bulevar. Tercer café negro de la mañana. Rugir de autos embroncados, madres arrastrando a sus pibes con la comida chatarra ya comprada para el almuerzo, el ruido urbano exhalando monóxido de carbono y locura.
Y ahí llega Efraín, vestido así nomás, y cuando se sienta a hablar comienza algo parecido a aquel cuento de Cortázar donde el protagonista salía por un pasaje de Buenos Aires y pasaba a la Galerie Vivienne de París, en un juego de ruptura espacio-temporal. De toda esa furia de cemento se pasaba con sólo dos o tres palabras al campo, a los viejos piamonteses, a la guitarra, al poema campero escrito bajo la generosa sombra de un árbol.
Efraín Colombo, apenas 29 años, es, puede decirse, uno de los referentes más jóvenes del folclore de Santa Fe y del país. Nació en Rafaela pero se siente santafesino por adopción: “Aquí, es esta ciudad, hice real lo que parecía irreal”, dice en diálogo con Toda Santa Fe.
Tiene su casita en barrio Los Conquistadores de Sauce Viejo, a unas pocas cuadras del rancho de su mentor y padrino artístico: el ya mítico poeta, compositor y cantor Orlando Vera Cruz, cuya figura ha sido uno de los momentos bisagra de la vida y de la carrera musical de Efraín.
Simple y modesto en sus palabras y modos, el joven folclorista hoy está terminando su tesis de Licenciatura en Música con orientación en guitarra, en el ISM. Da clases en la escuelita Funes, de barrio Centenario, escondida bajo las tribunas del Club Colón. Ya tiene dos discos editados: el primero, “De la esencia al Canto” y el segundo y más reciente “Libertad y Misterio”.
Lo une a Vera Cruz una relación más de “parentezco”, pues Efraín es su yerno: el joven está en pareja desde hace unos años con Emilse, una de las hijas del cantor y poeta litoraleño.
Orígenes musicales
Efraín tuvo desde chico una primera gran influencia. Fue su tío, el músico y compositor Julián Ratti. De su mano nace el Dúo Girasol, la primera experiencia musical de Colombo, cuando era un niño de tan sólo 7 años. Cantaba con su prima, y su tío Julián los acompañaba a todos lados. Cantaban y cantaban, de festival en festival. Y no importaba más nada.
Pero luego vino “El Negro”, como lo llama con cariño a Orlando Vera Cruz. Lo conoció dos años después de que se vino de Rafaela a la capital para estudiar la carrera de música. “Orlando fue, es y será la persona que a mí me sacudió el árbol”, afirma sin dudar un segundo Colombo.
“Es muy difícil hablar de él. Es la sabiduría esencial, la que a partir de eso nacen otras cosas. La universidad necesita de personas como Orlando para generar conocimientos más pilares, más básicos. El ‘Negro’ es hijo de una poesía cósmica, como lo es la poesía de Julio Migno (el recordado poeta sanjavierino). Es cósmica porque está a otra altura y mira las cosas desde otro lugar, trascendente”, dice el joven.
Ponerse en el cuero
Efraín se crió en el barrio Guillermo Lehmann de Rafaela. “Allí me sembraron un sueño de libertad que yo no vivía alrededor de mí. No estaba el gringo, el hombreador de bolsas… Sí estaba la historia, la añoranza de los primeros descendientes, el abuelo cantando en piamontés. Pero no lo primero”.
Con el paso del tiempo y la madurez, Efraín se dio cuenta de que cuando hay que hablarle al personaje del campo, debe el artista involucrarse con él, tener su cultura, “meterse en su cuero”. “Si no hablás con la cultura de esa persona a la que le cantás, es difícil que le llegue el mensaje de la música folclórica”, asegura.
A ese aprendizaje lo empieza a desarrollar cuando conoce a Orlando Vera Cruz. Entonces, todo cambiará para siempre en Efraín. “Desde la primera vez que fui a su casa, nunca más dejé de ir. Gracias a Orlando me propuse aprender a cantar desde el cuero del gringo, de arriero, del tambero. Desde ese lugar”.
Dos discos
En “De la esencia al canto”, en el tema que graba con Abel Pintos, ahí estaba el Efraín de ese momento. El que habitaba lo urbano, con pinturas epidérmicas de la ciudad y del campo. “Es un disco de paisajes puros”, afirma.
Pero después aparece Orlando y graba “Una mata de salvia”, con versos de Julio Migno. “A esa canción, el paisano más paisano de la Costa o del interior de la provincia la escucha y se emociona hasta la lágrima. Porque llega a la fibra”. Fue quizás ese chasquido en la oreja que Efraín estaba esperando.
Al equilibro de eso, esto es, tocar dos fibras musicales, telúricas y emocionales distintas, Efraín dice que lo logra en su segundo disco, “Libertad y Misterio”. Julián Ratti, Orlando Vera Cruz, Miguel Ángel Morelli, son plumas que me llevaron a José Pedroni, a Julio Migno. Y a partir de ahí siento que puedo conocer otras cosas más cercanas a quien se transmite el canto y el verso, al paisano”.
“Libertad y Misterio” es, entonces, el salto evolutivo en la carrera del artista. Los poemas son de Mariano González, quien también es consecuencia de este pensamiento ligado a la raíz primigenia de todo. “En este segundo disco yo me proyecto a través de ese sueño de libertad. Le canto a ese paisano de Malabrigo y de cualquier pueblo de interior”, expresa Colombo.
El folclore nacional hoy
-Hace unos años, el floclore nacional vivió un momento de revitalización, de la mano de intérpretes como Soledad Pastorutti, Los Nocheros, entre muchos otros. Pero luego, esa revitalización que recuperaba las raíces de la música popular se fue moviendo hacia lugares más “comerciales” quizás, mezclando el pop o la música melódica…
-Que la musicalidad de los temas estén mixturados con otros géneros no es para mí relevante a la hora de evaluar una determinada obra. Si lo que se dice es importante, el contenido musical ya será otro.
Quiero decir que todo está en cuán genuino es el cantor o intérprete. Jorge Rojas, Nocheros, son lo más genuino que hay, por más que haya habido cambios en las musicalidades de sus canciones. Hablo de artistas que son consecuencia de grandes movimientos musicales populares.
El horizonte inmediato para Efraín Colombo es promocionar su segundo disco. Y ya está terminando de grabar el disco “Un canto, una voz” junto al Grupo Setúbal y César Ayala. Sólo se juntaron y surgió el proyecto. Además, aspira a tener más presencia en los festivales folclóricos. “Y hacer, producir, producir”, dice. Es que el artista es producto de su propia obra.
CRÉDITOS: Luciano Andreychuc
FOTOS: Pablo Aguirre