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“TRABAJÉ SIEMPRE CON UN SENTIDO SOCIAL, ES LO MEJOR QUE HICE EN MI VIDA”

 

Nació en San Juan el 13 de noviembre de 1950, a su mes de vida sus padres se mudaron a una de las primeras casas que se levantaron con los créditos del Banco Hipotecario, todavía en medio de la devastación de la ciudad por el paso del terremoto.

Su padre trabajaba en el Consejo Provincial de Reconstrucción de San Juan, la institución antecedente del actual Instituto de Prevención Sísmica, uno de los organismos más simbólicos de aquellas latitudes.

04_resultSu madre tenía mayor militancia que su padre, “estaba en contra de los bloquistas o cantonistas, era una radical Irigoyenista”. Tiene ocho hijos (seis varones y dos mujeres) y una nieta.

Pedro Bayugar conduce Sadop, el gremio de los docentes privados y hace poco tiempo decidió competir por la banca que representa al Departamento La Capital en el Senado santafesino.

 

TSF –¿Qué lo depositó en Santa Fe?

 

PB –La lucha estudiantil, en 1972, ya militaba en los centros de estudiantes, y era delegado gremial en los tribunales sanjuaninos por los escribientes, el rango más básico y más numeroso de trabajadores. Estudiaba derecho y en el 72 y el 73 hicimos varias movilizaciones porque nos cobraban 5 % de interés diario por atraso en el pago de cuotas, en una universidad privada. También pedíamos por un régimen más accesible para los que trabajábamos, por eso nos iban a expulsar y en ese tiempo te informaban en el ministerio de educación y no podías entrar a otros lugares. Cancelamos la matrícula y en la cola de la secretaría administrativa le pregunté al que estaba adelante mío ‘¿dónde te vas?’ y me dijo ‘a Santa Fe’, y como los papeles debían salir con un destino, dije que me venía acá. Ya en la ciudad me inscribí en la carrera de derecho.

 

TSF –¿Qué le impactó de Santa Fe?

 

03_resultPB –Yo venía con una marca de la lucha universitaria, pero acá era diferente, muy politizado, y eso me impactó. Veía una maquinaria a la que no me podía subir, entonces me metí como de costado, por el Colegio Mayor Universitario, donde ideológicamente se podía debatir, fue un lapso muy corto de democracia, entre el 73 y 75.

También trabajé acá, en Vallejos Revestimientos, ayudaba en la administración, manejaba camiones, subía y bajaba ladrillos, todo para mantenerme. Me recibí, volví temporariamente a San Juan y eso me permitió sobrevivir en un momento tan complicado.

 

TSF –¿Cuándo volvió a San Juan?

 

PB –El 14 de marzo del 76 nos habían detenido con mi novia y un amigo y nos llevaron a la Comisaría Primera, nos tenían como NN, el 23 de marzo nos largaron por gestiones del padre del otro muchacho que era muy amigo del comisario. Cuando nos largaron no nos dieron los documentos, y en aquel entonces era como andar desnudos por la calle. Mientras tanto, en San Juan, mi vieja me contaba que habían allanado mi casa, preguntaban por mí y mi hermana. Cuando nos volvimos con mi hermana para allá, creo que ni le interesamos a los militares. Y después de un tiempo volví a Santa Fe.

 

TSF –¿Qué hace cuando no hace gremialismo o política?

 

PB –Estoy con mis hijos, son muy jóvenes, y los más chicos son muy inquietos en el tema político. 02_resultDescanso los fines de semana, voy a ver a Colón, veo a mis hijos que juegan en la liga, tengo asados, lo fundamental es liberarse de las responsabilidades en ese momento. También juego a las bochas.

 

TSF –¿Qué es lo mejor que le deja a su hijos?

 

PB –Me dediqué a trabajar siempre en la educación, por los educadores, trabajadores, he trabajado con el Padre Atilio Rosso y la comunidad boliviana, siempre con un sentido social, eso es lo más valioso que he hecho en mi vida. En lo demás, seguro que estoy plagado de errores por todos lados, pero me parece que esa actitud de servicio y solidaridad es lo mejor. También le puse un sedimento a un fundamento ideológico y eso se podrá compartir o no, pero tiene un sentido también. Mis hijos más chicos me cuestionan por ejemplo cómo voy a votar a Daniel Scioli, esas discusiones las tengo con un pibe de 16 años, me parece valiosísimo. Porque además si a los 16 no quiere una revolución más inmediata, ¿cuándo la va a querer?

 

TSF –¿Qué es lo mejor que le dejaron sus hijos?

PB –La experiencia de ser padre, a quiénes no lo son se los recomiendo, para mí es extraordinariamente importante. También me dejaron la creatividad, todos mis hijos hacen música. El más grande es artista plástico y recorre el mundo pintando murales, yo me pregunto cómo se sostiene esto.

TSF –¿Si Colón está a punto de salir campeón y su hijo en el mismo momento da el recital de su vida, dónde va?

PB –Al recital de mi hijo… Convengamos que Colón nunca estuvo por ganar el campeonato, y si existe esa posibilidad mi hijo no haría el recital ese día, somos todos colonistas. Igualmente, repito, en esas definiciones no tengo dudas.06_result

TSF –¿Cuando tenía 16 años era como su hijo?

PB –No, creo que fue a los 19 cuando entré a trabajar a tribunales, y ahí, viendo la miseria humana, trabajando en un juzgado de crimen surgió la rebeldía, veía las injusticias, los expedientes que se cajoneaban para que prescriban, y ese tipo de cosas al comienzo no las veía. Me di cuenta de que la Justicia no habita en el palacio de los Tribunales.

TSF –¿Cómo se lleva con la tecnología?

PB –Bien, tengo todos los instrumentos tecnológicos que puede tener un hombre que trabaja con mucha gente, me da pena cuando algunos compañeros se niegan a aprender, me parece que es morir un poco, la vida hoy tiene tecnología, si no se la usa es una forma de marginarse, en otro momento saber leer y escribir era una forma de marcar un límite, actualmente tener Facebook o no tenerlo también lo marca. No ando descubriendo la intimidad de mi vida a través de las redes sociales. Sí me entero de muchas cosas, comunico, sé que es un instrumento de comunicación y valoración de muchas cosas, pero hasta ahí, porque también se muestran miserias, debilidades, no me escandalizo y no condeno a nadie. Me manejo menos con Twitter porque allí hay que escribir menos y eso es un problema.

 

CRÉDITOS: Sergio Ferreyra

FOTOS: Pablo Aguirre