‘Honraras a tu madre y a tu padre’, clama desde la antiguedad un mandamiento bíblico. En el caso de los Roy, la orden parece limitarse a la figura paterna. Por ausencia de madre, física en el caso de Connan y emocional en los de Kendall, Shiv y Roman, estos personajes tienen al progenitor como único emblema. Logan Roy es el centro de ese sistema solar familiar.

Pero el patriarca es algo más. Creador y propietario mayoritario de un conglomerado de medios y entretenimiento, papá Roy es un hombre millonario y, por ende, poderoso. Algo que en una economía capitalista equivale casi a ser dios o el diablo….o ambos a la vez. Entonces, ¿cómo se convive con la paternidad divina sin serlo? ¿Qué habilidades, capacidades y dones se deben tener para merecer la elección de ese padre todopoderoso aunque mortal?

Por ese camino transita Succesion (HBO-4 temporadas). Logan debe decidir a cuál de sus cuatro vástagos dejar a cargo de Waystar RoyCo. Y allí están Connan, el mayor, con sus intereses en la política; Kendall, con su deseo claro de ser sucesor entre idas y vueltas que incluyen traición; Shiv, quien cree tener todo para llegar a serlo, incluida una ambición sin límites y Román, el más chico con sus insolencias y desenfados cercano a lo inquietante.

Pero en ese universo hay más. Está Tom, el esposo de Shiv y su permanente actitud al servicio de Logan. Y Greg, el sobrino que aparece tímidamente y alcanza con su torpeza no exenta de interés un lugar destacado. Y están las mujeres de Logan, las anteriores, la actual y las posibles. Más quienes desde afuera aspiran a ese lugar, inmersos en el particular mundo de las finanzas y de las nuevas tecnologías.

Sí, claramente Logan Roy es el gran centro de todo. Ambicioso, déspota, inescrupuloso, camina por las rutas del poder sin corrección política. ¿Muestran sus medios racismo y exclusión? Es posible. ¿Hay delitos encubiertos en sus cruceros y parques? Sí. Y también siempre hay un buen chivo expiatorio a quien poner a enfrentar las acusaciones y las investigaciones legislativas.

Ese es el padre al que la descendencia desea agradar para suceder. Connan, Kendall, Shiv y Román pelearan por la aceptación y preferencia (por el amor también, aunque suene cursi en ese contexto) de un padre tan particular.  En el juego se acercarán, alejarán, acusaran mutuamente hasta convertir el hermanazgo en una especie de juego de la vida cruel y tragicómico de una teatralidad que sólo grandes guiones, dirección y actuaciones logran llevar a la pantalla.

Como si fuera necesario adaptar la lógica a ese mundo lejano, la mayoría de los espectadores necesitamos unos capítulos antes de caer en la fascinación adictiva. ¿Por qué Succesion termina convirtiéndose en un clásico al que cuesta dejar ir? Mientras queda sonando la pregunta a la espera de respuestas de especialistas, pienso desde lo personal en el carácter universal de esa marca a fuego compleja que dejan los lazos con nuestros padres.

Texto: Julia Porta