“Abrigar esperanzas” es una exposición que se inaugura en la Plaza de la Shoá, en el barrio porteño de Palermo, a 78 años del fin de la Segunda Guerra Mundial en el marco del Día Internacional de Conmemoración Anual en Memoria de las Víctimas del Holocausto. La obra de la fotógrafa Magalí Druscovich y las enseñanzas de diez sobrevivientes del horror

 


«Mi historia es la historia de un hombre común como tantos otros. Cualquiera que le interese la puede leer para así conocer los diferentes caminos que la vida nos pone por delante y aprender a diferenciar entre lo que nos hace bien y lo que nos daña». Motek Finster: 1921, Varsovia, Polonia 

 


«Siempre le digo a la gente jóven que la vida trae tantas cosas que después de sobrevivir, uno puede disfrutar de la vida. Porque la vida es muy linda y hay que saber disfrutarla. A veces los jóvenes se hacen problema por tonterías y cosas que no tienen importancia y después de escuchar mi historia muchos se acercan y me dicen que los hice reflexionar sobre las cosas importantes de la vida». Sara Rus: 1927, Lodz, Polonia

 


«Mi objetivo es hablar para que todos sepan valorar la libertad». Gina Ladanyi: 1921, Sosnowiec, Polonia

 

 


«Los que hemos sobrevivido, dimos a nuestro pueblo lo que nos robaron. Una generación, dos y hasta tres generaciones». Aron Balbaryski: 1927, Vilna -Lituania-, Polonia

 

 


«Siempre me faltaban las palabras para contar mi historia. No contaba de la guerra. No es fácil. Con la llegada de los nietos me animé. Y ahora, doy gracias a la vida». Nusia Gotlib: 1930, Lwow, Polonia

 

 


«No discriminar, los seres humanos somos todos iguales». Tomás Kertesz: 1928, Budapest, Hungría

 

 


«Muchos de los niños que teníamos entre 0 y 5 años cuando empezó la guerra no tenemos una sensación de sufrimiento. Todavía me cuesta pensarme como sobreviviente porque me falta parte de la memoria. De esos primeros 5 años de mi vida que pasé escondida todo el tiempo, no tengo recuerdos». Hélène Gutkowski: 1940, París, Francia

 

 


«Cuando termino de dar mi testimonio en todos los lugares a los que voy digo lo mismo. Vayan a sus casas, cuenten a sus padres que vieron a un sobreviviente, que sobrevivió a los nazis. Que existió, sobre todo para los que dicen que no. Todos somos seres humanos y tenemos derecho de vivir. Esto no debe repetirse nunca más». Moisés Borowicz: 1927, Sokoly, Polonia

 

 


«He conocido el dolor más tremendo pero también pudo el amor y la solidaridad. Entrego a los demás mi memoria, quiero dejar, sobre todo a los que son jóvenes, un testimonio, y el pedido ferviente de que cuando lo lean, tomen en sus manos la tarea de hacer un mundo mejor, donde hechos como éste no ocurran nunca más». Francisco Wichter: 1926, Markuszew, Polonia

 

 

“Fui muerta muchas veces, me destrozaron por dentro y no pude tener hijos. Me destrozaron por fuera porque mientras viva me quedó una angustia y una tristeza en mi corazón. Soy un milagro de dios, salvada entre 6.000.000. ¿Por qué callaron, dónde estaban?». Sabina Feinkind: 1925, Varsovia, Polonia 
Fuente: INFOBAE 
Fotos: (Magalí Druscovich)