Silvia Altamirano
Comentario sobre la obra de Silvia Altamirano
Técnica en Artes Visuales egresada de la Escuela Provincial de Artes Visuales “Prof. Juan Mantovani” de Santa Fe y artista plástica. Ha participado en numerosas muestras colectivas obteniendo distinciones y reconocimientos a nivel local y regional.
La obra de Silvia Altamirano posee un fuerte anclaje en la figuración sin que esto le impida expandir sus límites hasta el máximo, donde los elementos se transforman continuamente dando lugar a planos de color, formas y texturas que hablan por sí mismos. Una característica de sus imágenes es la trasmutación. Nada está totalmente definido o acabado, más bien los rostros y cuerpos están en constante cambio, en una especie de metamorfosis continua. Existen tensiones entre polos opuestos; figuración y abstracción, dinamismo y quietud, cromatismo y acromatismo, estructura y sensualidad.
Silvia trabaja la figura humana, ésta no siempre es complaciente, más bien es trágica, inquietante, humana. De su mundo de formas surgen rostros que poseen un presencia atemporal, fuerte y trascendente. Las figuras rara vez se aíslan sino, por el contrario, establecen una relación morfológica de total compenetración con el entorno. Cuando queremos establecer el perímetro de las mismas, se nos desintegran, se nos escabullen escondiéndose tras otra forma haciendo difícil así, abarcarlas en su totalidad. Existe un dibujo arterial-visceral y sus contornos nos remiten a la misma desnudez; una desnudez más simbólica que física; el hombre frente al mundo. Hombre y mujer dialogan en diferentes direcciones, contraponiéndose a veces, consustanciándose en otras. La mirada de los rostros, los cuerpos segmentados, la actitud sugerida. Todo se amalgama y se diluye al mismo tiempo proponiéndonos un fluir constante de realidades que se nos presentan como secuencias de una película y que son a la vez, sueño y realidad. Si hablamos del color en ciertas ocasiones la artista recurre a una paleta limitada, casi monocromática, en otras encontramos un contrapunto entre lo cálido y lo frío en un juego sutil e inquietante. Transparencias, esfumados y fuertes contrastes conforman un discurso altamente significativo, al que se suma el trabajo de las texturas que enriquecen aún más las imágenes de la artista. En cuanto a las técnicas utilizadas Altamirano demuestra ser una perfecta conocedora de los materiales, sus características y posibilidades expresivas, combinándolas de manera magistral y otorgándole un nivel expresivo de gran solidez. La mixtura de materiales de diferentes densidades, brillos y composición química, que en muchos casos se consideran antagónicos, producen efectos sumamente interesantes y novedosos.
En su actitud como creadora uno de los rasgos más sobresalientes es la preocupación por comprender la naturaleza humana. Comprenderla –al menos en parte- y a través de esa alquimia misteriosa que es la pintura y el dibujo poder representarla. Esto implica también comprometerse en la búsqueda por entender la dualidad humana, sus bondades y sus múltiples contradicciones. A diferencia de lo que sucede con muchos artistas en la actualidad –que corren tras las “últimas tendencias”, Altamirano prefiere mantenerse fiel a la pasión por el acto de crear y, sobre todo, por la convicción de que a través de las infinitas calidades visuales es posible, aún hoy, interpelar al otro y conmoverlo. Así construye una obra sólida de carácter misterioso y provocativo donde lo dicho es ineludiblemente, una reflexión sobre nosotros mismos.