Con un 2020 bastante complejo para la industria, el 2021 se tomó cierta revancha aunque sin los brillos que el circuito tenía previo a la crisis sanitaria.
Ya sea en el cine o en las plataformas de streaming, elegimos 10 de las mejores historias que estrenaron este año:
1. Drive My Car, de Ryusuke Hamaguchiine
El japonés Ryusuke Hamaguchi (de Happy Hour) regresa con otra obra maestra formato maratón: una adaptación de más de tres horas de un cuento de Haruki Murakami sobre un director de teatro (Hidetoshi Nishijima) que trabaja en una puesta internacional y multilingüe de Tío Vanya de Chéjov. El señor tiene una historia personal con la obra, en sus días de actor, así como una conexión especial con uno de los miembros del elenco: una estrella de televisión tormentosa y guapa (Masaki Okada) que una vez trabajó con su difunta esposa. Los productores también le han asignado una chofer, una mujer joven (Tôko Miura) que carga con sus propias cruces. (Sumale Wheel of Fortune, su exquisita película galardonada en el Festival de Berlín, y te das cuenta de que Hamaguchi ha tenido un año increíble). Las largas escenas de los actores estudiando detenidamente un texto dramático y la manera en que la dinámica de la obra empieza a influir sobre la dinámica de sus intérpretes inicialmente hace pensar en una versión menos paranoica de una película de Jacques Rivette. Pero las ideas que Hamaguchi tiene del arte, la vida, la pérdida, la curación y el perdón son asunto suyo y de nadie más: uno de los mejores ejemplos de cómo convertir las interacciones humanas más simples en un cine puro y logrado. D. F.
2. Titane, de Julia Ducournau
Titane no es la única película donde se tiene sexo con un auto (James Spader puso en marcha su mecanofilia en la excelente Crash, Cameron Diaz montó un vehículo en la pésima The Counsellor). Sí es, sin dudas, la primera donde su protagonista se embaraza de uno; y este es apenas el punto de arranque para una experiencia única y absolutamente imprevisible. El segundo film de Julia Ducournau, laureado en Cannes por un jurado que presidió Spike Lee, es una narrativa trans que formalmente muda de géneros. La disforia encuentra su expresión en el body horror de la primera mitad, pero Titane gira para la comedia dramática una vez que Alexia, ahora Adrien (Agathe Rousselle), se asienta en su identidad. Hay un claro paralelo entre las formas en que Adrien y Vincent (Vincent Lindon), su padre sustituto, asumen la autoría de sus corporalidades, pero lo que motoriza a Titane, más allá del gore y la celebración de la alteridad, es un profundo anhelo de conexión. B. A.
3. The Power of the Dog, de Jane Campion
La mejor película del año. Punto. Jane Campion regresa al cine por todo lo alto y ahora todo Hollywood debería estar pidiendo perdón por haber permitido que esta autora llevara 12 años sin rodar un filme. Ha sido Netflix quien la ha rescatado para rodar esta adaptación de la novela de Thomas Savage que Campion convierte en un western enfermizo y asfixiante que habla de masculinidades tóxicas, de estereotipos machitos, de sexualidades reprimidas… Nadie rueda los cuerpos como Campion, que además da a Benedict Cumberbatch su mejor papel. Debería arrasar en los Oscar sin oposición. Una obra maestra.
4. Palm Springs, de Max Barbakow
Pocos subgéneros nos han dado tantas alegrías en el cine como las historias de bucles temporales. Palm Springs no es una excepción. Unos fantásticos Andy Samberg y Cristin Milioti protagonizan una actualización de Atrapado en el tiempo que lanza una reflexión rabiosamente actual sobre el hastío existencial de las nuevas generaciones. La película de Max Barbakow es una comedia romántica divertida, salvaje y decididamente agridulce (quizás, por eso, es tan resonante a pesar de una propuesta cercana a la fantasía) que hace honor a su propia premisa: querrás encontrarte una y otra vez con Nyles y Sarah, en parte gracias a la estelar interpretación de un Andy Samberg con potencial para convertirse en una especie de Hugh Grant de la generación milenial. Las comedias románticas, un género en crisis desde el cambio de siglo, deberían aprender de la frescura y la accesible complejidad de Palm Springs. No querrás salir de este bucle.
5. The Velvet Underground, de Todd Haynes
Todd Haynes rinde homenaje a The Velvet Underground en el documental musical del año, construido alrededor de la banda que lideró Lou Reed pero también del espíritu de la época, de las películas y el mundo artístico del Nueva York de los 70, el de The Factory de Andy Warhol. Con solo cinco álbumes, grabados entre 1967 y 1973, la Velvet sentó las bases de todo lo que vino después, desde David Bowie a Patti Smith o la New Age y Haynes lo cuenta en una película llena de testimonios pero también de estilo cinematográfico, con un montaje vertiginoso, con pantalla partida o convertida en un puzzle de imágenes. De momento, ya está entre los finalistas al Óscar a mejor documental.
6. Don’t Look Up, de Adam McKay
El guionista y director Adam McKay se ha convertido en la bestia negra del capitalismo salvaje. Su trilogía comenzada con La gran apuesta y continuada con Vicio concluye -de momento- con No mires arriba, una sátira salvaje que arrasa con todo y que atiza a todos. La excusa argumental de un cometa que va a acabar con la Tierra si no hacemos algo sirve al guionista formado en el Saturday Night Live para lanzar dardos a los negocionistas del cambio climático -y negacionistas en general-, a la extrema derecha, al populismo, a los medios a los extremo centristas. Un festín con un reparto inigualable: Leonardo Dicaprio, Jennifer Lawrence, Meryl Streep, Cate Blanchett, Jonah Hill, Mark Rylance.
7. Noticias del gran mundo, de Paul Greengrass
Parece mentira que Tom Hanks, con su dilatada carrera y siendo el estereotipo del héroe ordinario americano de Hollywood desde los noventa, no se hubiera estrenado aún en el western. Lo hace con esta película ambientada tras la guerra civil estadounidense, donde encarna a un veterano que vaga de pueblo en pueblo leyendo periódicos y llevando las noticias de un lado para otro. Por el camino, se encontrará a una niña que fue secuestrada y criada por una tribu, y emprenderá la misión de devolverla a su familia viva como medio de redimir los pecados del pasado. Con ese punto de partida, la película dirigida por Paul Greengrass se mueve entre el homenaje al género en lo estético, con una apuesta por el clasicismo, y este relato de redención de un personaje al que las mayores heridas que le dejó la guerra no fueron provocadas por las balas.
8. Luca, de Enrico Casarosa
Una película para todas las edades, este estreno de Pixar logró volver a emocionarnos. Bajo la atmósfera de la melancolia de los veranos infantiles, la historia nos lleva a Italia en donde conocemos a estos dos monstruos marinos que empiezan a explorar la superficie (lugar donde viven los humanos) y se hacen amigos de Emma. Aventuras, desafíos, un poco de supervivencia y mucha diversión, construyen una historia sobre identidad y amistad.
9. El perro que no calla, de Ana Katz
El perro que no calla, la película que Ana Katz estrenó en 2021, es una meditación sobre lo efímero. Una vida entera puede ser resumida, elipsis mediante, en apenas 73 minutos, con algún que otro cambio de peinado como marcador de época. El gancho está en la decisión de Katz de reconstruir a Sebastián, interpretado por su hermano Daniel, a través de retazos cotidianos y no hitos de alto impacto. Las viñetas oscilan entre la comedia y el drama, hilvanadas por el hilo conductor de la estética mumblecore. La perra del título fallece en el primer acto, pero es su ausencia la que no deja de ladrar. Bartolomé Armentano
10. Judas y el mesías negro, de Shaka King
El desconocido Shaka King sorprendió con un poderoso thriller con ecos de los sucios y realistas thrillers de los años 70. Judas y el mesías negro huye de los lugares comunes del cine denuncia contemporáneo para crear la más certera y rabiosa de las propuestas políticas que surgieron en Hollywood en pleno auge del movimiento Black Lives Matter. Un espectacular Daniel Kaluuya se hizo con el Oscar al mejor actor secundario por su interpretación como Fred Hampton, un carismático líder de las Panteras Negras que fue asesinado por el FBI que temía que el joven activista fuera capaz de transformar el sentimiento de hartazgo de los colectivos discriminados en un movimiento social imparable. Su compañero Lakeith Stanfield no se quedó atrás en su papel de ese Judas del siglo XX que debe tomar una decisión imposible. Una joya que no debería pasar desapercibida a pesar de la dudosa decisión de Warner Bros. de saltarse la ventana cinematográfica en España.
Fuente: LA NACION, EL ESPAÑOL