En los comienzos

Indómita. Fluye. Vital. Atraviesa. Inmensa. Corrompe. Desde los orígenes ha moldeado las geografías de nuestro planeta, que paradójicamente se llama Tierra, aunque sea, y sobre todo, agua. En las profundidades, donde sólo había oscuridad y silencio, sucedió el milagro. Lo improbable. En el contexto más hostil de todos albergó la vida. La primitiva. Lo que vino después es historia.

La lógica productivista imperante obnubila la posibilidad de pensar que la cantidad de agua disponible es la misma hace más dos mil millones de años. Sólo esa revelación nos debería obligar a atesorarla. Pero no sucede. Por el contrario.

 

 

Amenazas

  • La ambición sin límites tala los bosques y desertifica la tierra. Envenena los cursos de agua. Se derriten los glaciares y los picos de montañas. Y deja de llover. Mientras, en otros lados no para de hacerlo. Inundaciones, sequías, tornados, incendios. Estamos destruyendo ese ciclo perfecto que sacia el hambre y la sed. Y firmando, sin saberlo, nuestra propia sentencia de muerte.
  • Como todo es susceptible de comprarse y venderse, el agua también ha pasado a ser una mercancía de cambio. Una variable económica que cotiza en bolsa. Una realidad que horroriza, pero donde subyace la misma lógica que habilitó la privatización del servicio durante la década (infame) de los ’90, esgrimiendo la mentada eficiencia. Poco tiempo después la quimera expiró y dejó al descubierto los resultados obtenidos, escasos o nulos. Salvo el inconmensurable aprendizaje que nunca más dejaremos en manos de empresas lo que es patrimonio indiscutible de la gestión pública.
  • ¿Serán nuestras ansias de supremacía? ¿La terquedad que ciega? Esgrimimos una fe sin precedentes que, terminada el agua en este mundo, ya nos podremos mudar a otro. Tratando de alcanzar esa meta estamos hace años: buscando cada vez más lejos la evidencia que nos salve. Y destruyendo cotidianamente la que tenemos disponible.
  • El marketing capitalista ha decidido que debemos tomar agua embotellada. Es el segmento del sector bebidas que más ha incrementado sus ventas en los últimos tiempos. Un rotundo éxito comercial. Pagamos entre 200 y 10.000 veces más que el agua de red ese producto que simboliza salud y bienestar. Por supuesto, generamos cantidades siderales de plásticos que terminan contaminando ríos, mares y océanos.

 

Salvataje

No conseguiremos sobrevivir más que pocas horas sin agua. Podrán ser muchos más días sin alimento, pero sin ella, no tendremos esperanza. Es esta condición, como ninguna otra, la que nos iguala al resto de los seres vivos, próximos y distantes. De cualquier cultura, en todos los rincones. Por ello necesitamos comprometernos en una ética del agua. Tomar conciencia por fin y entender que de nosotros dependerá el cuidado del bien más preciado de todos. El que nos permite, sencillamente, subsistir. En el comienzo. Y, esperemos, en el futuro.

 

Texto: Liza Tosti

Nombre de sección: Ecología

Edición: N° 83

 

 

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