El documental devela la historia de los primeros grupos que salieron a rockear en una sociedad de “saco y corbata”. Ya la vieron 1600 personas. Pronto comenzará a girar por festivales de cine.
65/75 Comarca Beat es un documental desmesurado: 10 años de filmación, 26 entrevistas (de más de dos horas cada una), tres años y medio de montaje que incluyó peleas, tires y aflojes hasta encontrar el tono preciso para contar la génesis del rock santafesino. Y, en el medio de ese engranaje, otra desmesura más: juntar a los integrantes de aquellos grupos pioneros (Them, Bichos de Candy, Alma Pura y Virgem) con músicos de la escena actual, ensayar los temas de las cuatro bandas y hacer un recital que sirva como banda de sonido. “Fue una locura”, recuerda Alejando David, director del documental.
“La idea del reencuentro fue de Cristian Deicas (guitarrista de Astro Bonzo) que es un fanático y un melómano. Él conocía a estos grupos y, hablando de la película, me tiró la idea. Apenas les propusimos la movida a los muchachos, ni lo duraron. ‘La Llave’ fue el punto de encuentro para los ensayos de los sobrevivientes de esa época con los integrantes de Astro Bonzo, La Cruda, Carneviva”, repasa el realizador. Así fue como, el 21 de octubre de 2011, el Patio Catedral se convirtió en un (enorme) set de filmación en el cual compartieron escenario los pioneros y los herederos.
“Yo creo que ahí está la esencia del documental, lo que lo hace distinto. Ese cruce de generaciones. Esa mezcla de pasado y presente. Sumado a que se ven lugares que ya no están más y que fueron míticos para nosotros, como el pub La Llave o el Patio Catedral”, agrega Alejandro David.
No era Woodstock, pero…
Una de las historias que rescata 65/75 Comarca Beat fue el primer festival del país, que tuvo a las islas santafesinas como escenario. En su afán por no agrandar la historia, el Pato Maurer le advierte a los espectadores que el festival que se hizo en la isla Berduc “no era Woodstock”. Sin embargo, para otros entrevistados del documental “acá (en la isla) empezaron las utopías y los sueños.
“Yo soy un convencido de que la década del 60, hasta mediados del 70, fue un momento de lucidez en la humanidad. Fue un chispazo. Estaba la conciencia de que había que transformar el mundo y quiénes lo iban a hacer sino los jóvenes. Acá, en Santa Fe, también pasó eso y no solo en el rock, también en el cine, en la literatura, en el teatro. Y, en estos tiempos de pelotudez, de superficialidad y de distracciones banales, me parece que recuperar el legado de esa generación hermosa viene perfecto y llega en un momento justo”, define el realizador.
Una Marea que crece
Tanta desmesura tuvo su recompensa. “Es increíble lo que pasa con el documental”, asegura David y agrega: “la felicidad y la emoción de ver la película y abrazarme con un montón de gente, no solo de esa generación. Jóvenes que nos agradecían con lágrimas en los ojos conocer esta historia. Por eso digo que la devolución tan amorosa del santafesino superó completamente el deseo, el impulso y la necesidad que teníamos de contar esta historia. Los Marea Doc, que ya somos una familia, estamos muy felices con lo que pasa”. Esa familia —numerosa— está integrada por Alejandro David, Sebastián Pachoud, Pablo Bertoldi, Alejandro Pérez, Héctor Bruschini, Andrea Tealdi, Agustín Falco, Fabio González e Iván Oleksak.
El recorrido del film comenzó en diciembre. En un puñado de funciones ya lo vieron 1600 personas. Pero la historia recién comienza: “mandamos el documental a varios festivales del país, incluyendo el BAFICI. También, queremos enviar a todo Latinoamérica. Estamos haciendo el subtitulado en inglés (porque es un requisito indispensable para presentarte a festivales en otro idioma) y la mandaremos a Europa y adonde sea. Sentimos que el aval nos lo dio la ciudad y que la película, tranquilamente, puede participar en cualquier festival”.
Traspasar la pantalla
El viernes 2 de marzo, los músicos del documental traspasaron la pantalla y, luego de la proyección que se hizo en el Auditorio Federal, se armó una zapada gloriosa. “Fue hermoso. No solamente porque al final de la película la gente ovacionó y aplaudió de pie. Sino que después, cuando salimos y vimos la felicidad de los Bichos de Candy, los Them, los músicos invitados y la gente que se quedó a ver el show, fue genial. Una sensación única que se fundió en un abrazo sincero, emocionado y sintiendo que Santa Fe es una ciudad alucinante, así, corta».
Texto: Guillermo Capoya
Fotos: Joaquín Amaduzzi – Héctor Bruschini
Nombre de sección: Cine
Edición: N° 60