Su música fue protagonista de historias que duraron hasta las once de la mañana, de casamientos y separaciones en una misma noche y de mediodías de viernes que terminaron un domingo a la mañana. Asegura que podría escribir un libro con tantas anécdotas y por eso, a los cincuenta años, Adrián dejó de poner música para brindar apoyo a su empresa «Adrián Nepote, Sonido e Iluminación» desde la experiencia y el asesoramiento.
TS —¿Cuándo fue la primera vez que pusiste música?
AN —Por hobby, a los doce o trece años en uno de los famosos asaltos en las casas de familia. Tenía el grabador de mi papá, el parlante potenciado de un amigo y con latas de aceite YPF y papel celofán armábamos las lámparas. Pasábamos música en casetes, por lo general de música enganchada, que me grababa el hermano de un amigo. Había un trabajo artesanal porque vos elegías la banda, el casete o el disco y tenías que ir directamente al número de canción para ir armando la selección de música de la noche.
TS —¿Cómo era ese trabajo artesanal?
AN —Había que ir experimentando, tanto que una vez le quemé la instalación eléctrica de una habitación a mi papá mientras estaba probando unas luces. Se compraban discos en Santa Fe, Rosario e incluso muchos importados. Debo tener entre cuatro y cinco mil guardados. Durante la semana, entrenábamos los enganches o qué canción íbamos a poner detrás de la otra. Trabajaba con mi tío y, con la plata que juntaba, me fui comprando mi primer amplificador, un Ken Brown 1000, y mis primeras bandejas Kenwood. En esa época era muy importante la figura del dj. En Santa Fe se le decía “publicidad” y había una historia muy fuerte en la figura de quien seleccionaba la música. Era un trabajo mucho más fino que el que se hace ahora con internet. Yo vi pasar muchísimos cambios de tecnología y me fui adaptando, sin resignar mi teoría musical.
TS —¿Qué dice esa teoría?
AN —Siempre persigo un lineamiento, una historia con respecto a la música. En mi época repetir una canción era un quemo y hoy es muy común que lo hagan. Otra cuestión, que para mí es muy importante, es que sean las versiones originales, no remixadas o con base, porque en cómo se los interpreta y expone está la calidad y la esencia de los temas. Todo lo que se agrega abajo es chatarra. Prácticamente hoy ya no estoy poniendo música, porque empecé a abocarme a otro lugar que la empresa estaba necesitando, pero mi equipo sigue por esa línea. La música es cultura, crea emociones y situaciones que el dj tiene que saber transmitir.
TS —¿Por qué te alejas de las bandejas?
AN —Dejé todo, hasta de estar con mis hijos, para ir a poner música. Hoy hay que ocuparse de muchas cuestiones técnicas y prefiero estar en eso. Mi hijo Franco y José Gervasoni se ocupan de la música y siempre les estoy encima o trato de acompañarlos al evento. Tuve una vida social realmente intensa y ajetreada. Recorrí muchos lugares, viví cosas lindas y disfruté de muchos viajes. ¡Tengo más noches que el camión recolector de basura! (risas). Vengo frenando desde hace un poco más de tres años y encontrando mis espacios de los domingos en casa porque los necesitaba. A la gente le costó un poco, y todavía le cuesta, no verme en las consolas, pero yo necesitaba hacer un cambio. Me parece que la empresa está en una transición.
TS —¿Cuál creés que ha sido tu sello?
AN —Siempre tuve la virtud de saber leer e interpretar la fiesta. Me emociono cuando lo digo porque soy fácil de emocionar y, a través de las lágrimas, expreso mi alegría, pero de verdad creo que no cualquiera tiene gusto por la música ni esa capacidad de interpretar lo que está pasando alrededor. Creo que más que un gran dj he sido un psico-dj (risas). Hay que saber mirar al grupo y también ser atrevido, animarse a proponer. Siempre fui muy responsable. Me he vuelto llorando amargadísimo porque, si bien la transmisión musical hace a veces que la gente no esté en los detalles finos, uno sí lo está y se pone incómodo si no funcionan. Siempre me queda la tranquilidad de que hasta el último minuto me brindé al máximo. Estoy muy feliz y te aseguro que hoy la gente me recuerda con mucha alegría.
Texto: María Belén Bustamante
Fotos: Pablo Aguirre
Nombre de sección: Emprendimientos
Edición: N° 61