Se nota su agotamiento por la lucha. Se nota en su cara, donde el paso del tiempo dejó su rastro. Sin embargo, parece el culto de un gran axioma: “no te des vencido, ni aún vencido”. Es ahí cuando no hay dudas de que es la perseverancia y la insistencia en persona. Es la contundencia de “lo voy a pedir cuantas veces sea necesario”. Es la fortaleza de decir “no me van a ver bajar los brazos.
Contactarla no fue difícil, y mucho menos convencerla de hablar sobre la trayectoria y lo que representa su lucha de casi cuatro décadas como Madre de Plaza de Mayo buscando a su hijo Jorge desde el 18 de julio de 1975.
TS – ¿Qué recuerda del momento en que empezó su búsqueda?
CQK – Nos convertimos en Madres de Plaza de Mayo desde el momento de la desaparición de nuestros hijos, somos hijas de nuestros hijos. Jorge militaba en el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). Compartía con nosotros sus ideas, ellos sabían el riesgo que corrían. Con su esposa, también militante, me encargaron que críe su hijo de un año y medio, si les pasaba algo. Cuando lo bajaron del colectivo (momento en que desaparece) estaba viajando a ver a su hijita. Los primeros momentos fueron de desazón. Estaba en Tucumán, militando, aunque no sabíamos en qué lugar.
Nuestros consuegros que eran médicos en Córdoba, nos consiguieron un abogado, no era fácil, porque ya había muchos de ellos desaparecidos. Llegamos a Tucumán aterrorizados, con mi esposo enfermo del corazón, feliz y peligrosamente nos había acompañado Hugo (su otro hijo). Allí contactaron al Dr. Ángel Gerardo Pisarello, que presentó un habeas corpus con resultado negativo. Por él supimos que mi hijo había estado herido y que lo había cuidado una familia cerca de Famaillá.
Nos advirtió que cada paso que dábamos nos estaban siguiendo, cada taxi que tomamos era de la represión, nos pidió: “no hablen, no suban ni bajen donde van, háganlo algunas cuadras antes o después”. Nos citaba en un banco de la plaza Independencia para pasarnos las novedades.
Esto fue en el año 1975, en el gobierno constitucional de Isabel Perón y López Rega. Mi hijo fue el desaparecido 805. Este es un dato que debo dar para que los jóvenes sepan lo que ocurrió.
Yo vivía en Concordia, dónde también desaparecía gente, como en todos lados, pero me vine a Santa Fe para luchar, porque era más cerca, eran horas desesperadas, de terror.
TS – ¿Quién cree que va a heredar la lucha de las Madres?
CK – La están recogiendo los jóvenes en nuestras marchas y actos, las Madres estamos muy viejitas, en la última marcha del 24 de marzo, de cuatro madres que estábamos en condiciones, tres marchamos en sillas de ruedas.
La lucha de las Madres fue muy difícil de organizar porque hubo desaparecidos en todo el país, no hay pueblo o ciudad que no tenga su desaparecido. Cada una empezó a viajar al lugar donde creíamos que había desaparecido nuestro hijo. La primera madre que conocí fue Marcela Ledo, madre del conscripto Alberto Ledo, nombre estrechamente vinculado a las acusaciones por delitos de lesa humanidad al ex jefe del ejército César Milani. Yo hacía un año que buscaba a mi hijo y en el caso de ella hacía 15 días. Me repetía “me muero si pasa tanto tiempo”, y luego nos encontrábamos y recordábamos esto. Ahora se sabe que Milani fue su captor y no tengo miedo ni empacho de decir esto.
Empezamos en cada uno de nuestros lugares a luchar, con gente militante que nos ayudó. En medio de todo eso, mi nuera era buscada, conseguimos sacarla de Córdoba, yo tenía sus hijos en Concordia, la nena desde los 27 días y el nene tenía más de dos años, mientras ejercía la docencia. Después supimos que la estaban siguiendo en Buenos Aires, había que sacarla del país y llegamos a la AMIA porque todas las embajadas ayudaban. En este caso había que hacerlo por Río de Janeiro, para ello nos dieron las indicaciones de esperar un determinado avión, entonces nos instalamos en Brasil, como mis nietos chiquitos, nosotros los cuidábamos mientras mi nuera iba a la AMIA en Río, todos los días, hasta que un día pudieron irse. Mi esposo que estaba muy mal del corazón, decidió que no quedarse a la despedida, se volvió a Concordia y me quedé sola en Río. Al momento de irse, mi nuera me dijo que ellos me iban a despedir a mí, pero no quise eso y me quedé hasta el final.
Antes de irse, ella se comunicó con Hugo y le dijo que se enteró de que en la Plaza de Mayo estaban marchando unas 14 Madres de desaparecidos apaleadas por la policía, que tratara de comunicarse. La presidenta era Azucena Villaflor, Hebe de Bonafini también estaba.
Luego las Madres se dividieron, por diferencias, yo quedé en la línea de Hebe, pero nunca rompí relaciones con otras madres, en las marchas grandes yo iba con Hebe y con Nora Cortiñas (presidenta de Madres de Plaza de Mayo, línea fundadora), algo que le molestaba a Hebe, pero ese era mi pensamiento.
En las primeras marchas que hicimos en Buenos Aires solamente nos acompañaban los militantes de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA), la sociedad estaba paralizada por el miedo, pero poco a poco fue incorporándose gente, enfrentando a la dictadura, se convirtió en la más grande, es un movimiento universal.
TS – ¿Por qué cree que no hubo un movimiento que se llame Padres de Plaza de Mayo?
CK – Creímos que a las Madres nos iban a liquidar y a los padres no, pero qué equivocadas estábamos, recién ahora se están reuniendo los pocos padres que quedan, las Madres no teníamos miedo. Nosotras no podemos militar en ningún partido político, ese es uno de los reglamentos más fuertes que tenemos y lo veo muy bien, porque nuestros hijos pertenecieron a diversas organizaciones y lucharon juntos por un mismo fin, entonces no podemos elegir, por supuesto que dentro del cuarto oscuro cada uno tiene su corazoncito.
Hebe fue la persona indicada para llevar adelante a Madres, yo estuve 22 años al lado de ella, viajamos al exterior porque nos invitaban de todos lados. La gente no creía lo que nos contestaban los militares y cómo nos ofendían.
TS – ¿Qué objetivos cree que se cumplieron de los que perseguía su hijo?
CK – Gran parte, pero falta mucho. En primer lugar la recuperación de la democracia, sea del partido que sea, lucharemos hasta la muerte por conservarla, todavía rengueando. Hemos conseguido los juicios, el Dr. Raúl Alfonsín juzgó a las Juntas Militares, pero nada más que a ellos, y Menem los amnistió.
TS – ¿Hace poco volvió a Tucumán? (en referencia a la declaración que brindó en el Tribunal Oral Federal en la megacausa por delitos de lesa humanidad y entre ellos la desaparición de su hijo).
CK – Después de que declaré durante una hora y media, el tribunal no abrió la boca, delante de mí estaban todos los asesinos y les dije de todo, mi nuera Julia estaba al lado mío por mi sordera, uno de los integrantes del tribunal lloraba. Les dije que se creyeron dioses, dueños de la vida de nuestros hijos, pero en realidad son dioses de barro.
Habernos convertido en madres de los 30 mil desaparecidos, socializar la maternidad, creo que fue el paso más difícil de las madres, no fue fácil, los seguimos buscando y sabemos lo que vamos a encontrar después de 30 años.
Celina “Queca” Kofman es un ejemplo, un norte, una brújula que marca claramente un rumbo inequívoco para no perder convicciones y templar valores hasta volverlos inalterables. Tiene 91 años y está sentada en su lugar acompañada de su andador porque su cadera está maltrecha y probablemente sea de tanto andar.
CRÉDITOS: Sergio Ferreyra
FOTOS: Pablo Aguirre